ARTÍCULO

Honradez
Edilberto Nava García
Hace tres semanas, por la tarde, me retrasé para abordar la urban hacia Tixtla. La puntualidad importaba, por lo que me fui a la salida del pueblo, pero pensando que se me podía hacer noche para retornar, me llevé un suéter. Un alma de Dios pasó enseguida y me llevó, previniéndome que se desviaría hacia Chilpancingo, por lo que podía dejarme en Atliaca. Ahí me bajé y por la premura y por querer pagarle, descuidé el suéter, el cual quedó en la camioneta,
sin que el conductor se percatara, quien no aceptó pago alguno. Ese aventón permitió que yo llegara a tiempo. Di por pérdida la prenda, muy a pesar de que en esos días se hacía sentir el frío. Empero, el pasado domingo, en nuestro modesto mercado, me llamó una señora. Era la esposa de quien conducía aquella tarde, diciéndome que fuera yo a su domicilio por el referido suéter; que ellos iban hacia Acapulco y que al llegar allá se dieron cuenta de la prenda. Me disculpé, pues resultaron ser vecinos de Apango. Se trata de doña Fulgencia Godínez Alonso y su esposo. Me entregaron el suéter.
Digna de valorarse la actitud de bondad y honradez. La señora me dijo: es mi mamá doña Severiana Alonso y -Agustín Godínez Sevilla, su papá, añadí. De inmediato ubiqué a toda su familia. Por ello refiero que hay quienes en este mundo confundido y sangriento, afirman que no hay honradez. Pero sí la hay. No es predominante, pero tampoco todo ser humano está dañado, podrido o corrupto. Hay gente buena y honrada y eso debemos enaltecer, sin olvidar que honrar, honra.

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