jueves, 15 de febrero de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
QUISIERA...
Tener una fotografía del “Tío Guello”, el mejor pitero de los tlacololeros o volverlo a escuchar en el jardín de San Mateo... Volver a probar la Barbacoa de Don Bulmaro Morales en el mercado “Nicolás Bravo” y  tomarme un atole blanco servido en jícara... Ver un clásico de futbol en el estadio “Andrés Figueroa” entre el “Universidad Rojo” contra “Universidad Gris”... Volver a escuchar a don Fernando Alonso Avilés narrando un partido entre Selección Chilpancingo contra el Universidad Autónoma de Guerrero...Volver a ver a “La Chelia” dirigiendo al “Casa Lama” y “El Flaco” Félix Tapia en la portería, teniendo al lado su botellita de mezcal… Volver a ver a doña Ene (Enedina Estrada) y a su hermana doña Lola (Lolita) haciendo
aguas frescas en el zócalo de Chilpancingo y disfrutar de su delicioso e inolvidable producto y de la gran amistad de ellas... Ver y escuchar otra vez al “Guero Sol” (don Roberto Catalán Mancilla) pasando frente a la casa en la calle Altamirano y gritando tempranito: “¡Viva la color de rosa...cuidado con la pintura... golpe de verija!”... Ver a Blue Demon y al Santo llegando sin máscara a la “Arena del Pueblo” donde iban a luchar contra René Guajardo y Karloff Lagarde... Despertar con el ruido que hacían las avionetas muy temprano cuando comenzaban sus vuelos desde el campo aéreo de Chilpancingo rumbo a la montaña, salir corriendo al patio y solamente ver sus luces de colores formando un triángulo y alejándose rumbo al Oriente.... y verlas regresar ya con el sol en alto, cuando volaban bajito casi rosando la cúspide del Laurel de la India de la iglesia de la Asunción...Ver llegar a las seis y media de la mañana el fordcito del “Mamacito” cuando traía a las verduleras de Tixtla y bajaban su mercancía (lechugas, rábanos, cebollas, quelite, cempasúchil, crema, queso y requesón) del viejo coche llantas de bicicleta en la esquina de Altamirano y Allende y don Jorge Macías, El Mamacito vistiendo su overol y dejándose crecer la barba blanca y su pelo cano ensortijado, cobrándoles un peso por el viaje... Quisiera volver a escuchar el ruido que hacía la carpintería de don Benito Ramírez con sus serruchos y sus garlopas que trabajaban sus hijos Ángel, Donato y Pedro....y los golpes del marro sobre el yunque de la herrería de don Joaquín Bello donde se hacían tinas y cubetas y don Higinio Morales con su papá y sus hijos herraban caballos...Quisiera volver a escuchar y ver a Rolando Morlet Martínez cantando, sentado en un costal de viruta de la carpintería de don Benito Ramírez. Ahí se pasaba mañanas enteras tocando la guitarra y gritando y nadie imaginó que al paso de los años llegaría a ser primera voz del trío guerrerense “Los Santos”, y después de “Los Tres Ases”…  Ver al doctor Raymundo Abarca Alarcón llegar caminando sin compañía ni niñeros al zócalo a darse grasa frente a la iglesia de la Asunción con cualquiera de los aseadores de calzado, leer el periódico y regresar caminando tranquilo a sus oficinas del palacio de gobierno y por las tardes ir de vez en cuando al cine “Guerrero” a ver alguna película: “¿Me da permiso de pasar, señor Telumbre?” ¡Pase usted, señor gobernador, le respondía don Agripino, quien recibía los boletos en la entrada y por las mañanas era quien dirigía al personal de aseo del Palacio de Gobierno….Quisiera volver a ver montando toros en las fiestas populares de Zumpango y Chilpancingo a Juan de Dios Estrada Castañón y a mi profe Rolando Catalán. Jinetearon toros bravos y hasta se daban el lujo de montarlos en el pescuezo. Dos grandes jinetes,
jóvenes muy traviesos pero muy valientes chilpancingueños… Quisiera volver a ver y escuchar al querido maestro Margarito Hernández Lorenzo tocando su guitarra en las oficinas de don Elías Naime, en el cine “Colonial” donde cantaba “Albricias”, de Los Tecolines...QUISIERA MUCHAS COSAS, como muchos de mis paisanos, pero son vivencias que se fueron para nunca más volver, y ahora, sólo en evocaciones quisiéramos traer a nosotros, hasta el aroma del campo chilpancingueño del ayer, calles de tierra recién regadas con harta agua fresca que llegaba de Omiltemi y los cerros o barrancas olían a toronjil… y en la casa de mi tío Raymundo Organista (cuñado de Pepe Castañón) “el santo olor de la panadería” con sus exquisitas, sabrosas e inimitables semitas...¡NO LLORO, NOMÁS ME ACUERDO!

1 comentario:

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