martes, 27 de marzo de 2018

ARTÍCULO

Ambientalistas contra escepticos
Apolinar Castrejón Marino
En Estados Unidos, hay una fuerte lucha entre los ambientalistas, que se han auto asignado el cuidado del planeta y el medio ambiente, y los escépticos, que aseguran que el deterioro del medio ambiente, se debe a muchos factores, entre los cuales se encuentra la actividad humana.
El discurso de los ambientalistas se basa en la propagación del miedo.  Aseguran que pronto se va a acabar el agua, y que habrá una guerra mundial por el “vital líquido”. Tratan de convencer a la sociedad de que los humanos estamos destruyendo el planeta con nuestros hábitos de consumo, la utilización de los recursos naturales de manera irresponsable, y la falta de respeto
por las diferentes formas de vida.
El físico teórico norteamericano, Stephen Hawking es uno de los paladines de este movimiento, y le gustaba mucho provocar a la sociedad con la advertencia de que, debido a nuestra conducta antinatural, que ocasiona el cambio climático, la tierra se convertirá en un mundo infernal, con temperaturas de 460°C similares al planeta Venus.
Hawking, culpaba específicamente al presidente de Estados Unidos Donald Trump por retirarse del Acuerdo Climático de París, asegurando que con este hecho, había condenado a nuestro planeta, a la extinción.
Los ambientalistas son organizaciones tan poderosas, que crearon programas que se transmiten por Internet y por televisión. Uno que tiene mucha difusión, se llama “Mis Lugares Favoritos”, en los cuales Hawking, se sublimaba, asegurando que el planeta Venus era muy similar a la Tierra hace 4 mil millones de años, que era habitable, y que tenía agua en su superficie. “Venus y la tierra, son una especie de primos”, decía.
Como si lo hubiera presenciado, Hawking aseguraba que “…una acumulación de gases de efecto invernadero hizo que los océanos desaparecieran, convirtiendo al planeta en un entorno hostil, con vientos de hasta 300 Km/h”.
De forma por demás retadora, Hawking decía a sus seguidores: “La próxima vez que te encuentres con un negacionista del cambio climático, diles que hagan un viaje a Venus. Yo pagaré el pasaje”. ¡Órale! Ya no’mas faltó que nos dijera que podía apagar la lumbre con un p _ _ _.
Pero don Estaban, con todo su talento y sabiduría, ya se murió, y nosotros seguimos aquí. Y le dejó el campo libre a los que llamaba negacionistas.
Esos negacionistas, o escépticos aseguran que no hay nada anormal en las temperaturas actuales, porque nuestro planeta no es como una burbuja eterna. La tierra es un planeta vivo y activo, y por consiguiente, siempre está cambiando, y que las variaciones climáticas, como el calentamiento y las glaciaciones, son ciclos naturales, necesarios para el sistema solar.
Las pruebas científicas demuestran que el clima depende de muchos factores, y no solo de la actividad humana. Lo que los ambientalistas llaman efecto invernadero representan solo una parte del sistema climático de la tierra, y para desmentirlo en 2007 publicaron el documental “La gran estafa del Calentamiento Global”.
Los ambientalistas manifiestan que el Bióxido de Carbono (Co2) es tan sólo una pequeña parte de la atmosfera de la tierra, junto con muchos otros gases provengan o no de la actividad humana. Y que la teoría fatalista del Calentamiento Global causado por el hombre es un engaño detrás del cual se encuentra un gran negocio y una estafa global, que responde a intereses financieros, políticos e industriales.
El geofísico Vincent Courtillot, señala que las variaciones de temperatura tienen más que ver con la fluctuación de la actividad solar, que con la emisión de gases; y el físico Tours François Gervais dice que “…el Sol está
iniciando un periodo de actividad intensa que durará 8 mil años”, lo que explica esto que llaman “el calentamiento”, y nada de lo que haga el hombre podrá detenerlo.
Finalmente, mencionamos la opinión del científico Drieu Godefridi, la cual parece más razonable, porque  considera que la doctrina del calentamiento “Es la mayor impostura intelectual de la ciencia moderna”, porque han querido dar “bases científicas” a las organizaciones políticas más ambiciosas, disfrazadas ahora de “amigos de la vida y de la tierra”. O sea, el lobo disfrazado de oveja.
Recordemos que el trabajo de los científicos es, calcular y demostrar cuantas bombas atómicas serían necesarias para exterminar a toda la humanidad. Y sería el trabajo de los profesionales de la ética, determinar si eso debe hacerse o no.

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