miércoles, 28 de marzo de 2018

ARTÍCULO

La moral de los chacales
Apolinar Castrejón Marino
En la vida cotidiana es importante que nuestra conducta pueda dar seguridad a nuestros semejantes, de que no vamos a agredirlos, ni vamos a aprovecharnos de algún descuido que tengan.
Estos patrones de comportamiento se llaman valores, y aunque no estén promulgados en los códigos, ni se juramenten poniendo la mano sobre la Biblia, tienen tanta importancia como una promesa escrita con fuego.
La ética se encarga de enseñarnos a perfeccionar nuestra naturaleza, función y objetivo en la vida, y busca la forma más adecuada de convivencia entre los humanos, para lo cual estable
ce normas y principios, como modelos prácticos.
Pero nuestra visión cotidiana va más allá, pues los humanos tenemos una visión periférica que nos permite discriminar con una mirada, a una persona cuyo perfil nos indique que su trato es de “alto riesgo”.
Un individuo greñudo, con tatuajes, y que hable con obscenidades, siempre nos ocasionará desconfianza, y molestia. Un padre de familia nunca verá con agrado que su hija sea amiga de una mujer que vista provocativamente, se pinte exageradamente, y fume.
La aspirante Margarita Zavala, a ser presidenta de México, está utilizando el lema de “Valores Margarita”, en un intento de convencer a los mexicanos de que ella si tiene valores, y en ellos deben confiar los ciudadanos que conserven la esperanza de un mejor nivel de vida.
Pero diga usted ¿A qué valores se puede referir la esposa de un individuo que ya fue presidente de México, y que lo más destacado que hizo fue
desatar una ola de violencia incontenible? Lo que ella pretende que hará como presidenta, no pudo hacerlo como “primera dama”.
Porque ella tuvo la oportunidad de comentarle, sugerirle, y reclamarle muchas de las medidas evidentemente perjudiciales que tomó su esposo. Pocos ciudadanos tienen ese privilegio. Y aun ahora, no negará que tiene la oportunidad de decirle a su marido que es una imprudencia ofender a los mexicanos, como lo hace a través de sus opiniones, sobre todo, considerando que los mexicanos lo mantienen, con el producto de su trabajo.
Es verdad que la vida actual, la honestidad, la rectitud y la lealtad parecen haber dejado de tener presencia, pero uno no puede vivir al lado de energúmenos y cafres, que pueden quitarnos nuestro patrimonio y nuestra vida.
La sociedad entró en crisis desde que la cultura cayó, empujada por los vientos de la “modernidad”, y los Dioses murieron, destrozados por las deidades del petróleo, el oro y los dólares.
Son demasiados los jóvenes que creen en la fuerza de un arma automática de fuego, en el rugido del motor de una motocicleta, y en la potencia de un tatuaje o un grafiti. Y los adultos también creen, antes que nada, en las cosas materiales.
Pero aun hacemos grandes esfuerzos por creer en la amistad, en el triunfo de la belleza sobre la materia, y en la fuerza personal para afrontar los retos de la vida.
Y la moral de los chacales queda manifestada en las expresiones de los candidatos a la presidencia de México, quienes seguramente se levantan, pensando como joder al enemigo que les lleva la delantera.

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