jueves, 26 de abril de 2018

ARTÍCULO

Debate, pasarela política
Edilberto Nava García
Sin duda se cumplieron los objetivos del Instituto Nacional Electoral (INE) por cuanto se refiere al primero de los debates con los principales actores que pretenden la silla presidencial. De los aspirantes, también aprovecharon la oportunidad para echarle montón a quien va muy adelante en las preferencias electorales. Fallida la intentona por destruir al delantero, quien los continúa mira
ndo hasta atrás.
Ahora los analistas y críticos consideran que el candidato del régimen no supo aprovechar la oportunidad en el debate, la de matizar sus propuestas, y que otros se ocupasen de criticar y machacar los espinosos temas de la inseguridad, de los feminicidios, los gasolinazos, la agobiante corrupción y demás efectos de las reformas estructurales.
El nombre o como dicen, la palabra más pronunciada en dicha pasarela política, no fue precisamente ni la corrupción ni la inseguridad, sino Andrés Manuel López Obrador y ello se debió a que los doctos en política han aconsejado que destruyendo al puntero en las preferencias ciudadanas es como han de igualarse en las encuestas. Horrible error de los doctos. En su sapiencia ignoran que AMLO lleva legal y justificada delantera porque ha recorrido todos los municipios del país por vía terrestre y 12 años de gobierno panista y el feneciente régimen le han proporcionado suficientes elementos para abanderar los reclamos de tanta injusticia social.
Según los evangelios crísticos, el Sanedrín llevó a la cruxificción a Jesús de Nazareth, por blasfemar; por haber dicho ser el Hijo de Dios. Ahora se afirma que el halago en boca propia es vituperio. En ambos casos se ubicó por sí mismo el candidato del régimen José Antonio Meade, quien se autoestima como muy capaz y honrado, y quien luego cayó irresponsablemente en una pelea directa con el aspirante panista, Ricardo Anaya, lo que provocó, incluso, una sonrisa en quien había sido blanco de duros ataques.
Se observó sobrada malicia, por esa propensión a causar daño a diestra y siniestra, así como total ausencia de ética y moralidad. Empero el meollo, el punto central del tema, ¿quién puede desmentir hoy que el PRI y el PAN han detentado el poder desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, personaje que desde ese entonces los opera cual marionetas para desgracia de las masas empobrecidas del país? Tal evidenciaron Anaya y Meade. No se puede tapar el sol con un dedo.
Al interior del equipo de campaña del aspirante priista, alguien se ocupa de proporcionarle información falsa, incompleta e inconsistente. Por ejemplo, los medios de comunicación dieron inmediata cuenta de los departamentos atribuidos a AMLO. Quien lo señaló quedó en ridículo y se vio chamaqueado, cuando al responderle el señalado, que de existir dichos departamentos, se los regalaba a Meade, quien horas más tarde habría dicho que serían para los damnificados por los sismos. Esto último hizo ver que más de dos participantes en el debate acudieron sin despojarse de su brillante insensatez.
Que, ¿son la misma banda? Es posible, pues Anaya, Zavala, Meade y el Bronco evidenciaron coincidencias. Coincidieron –quizá sin previo acuerdo-, en echarle montón al puntero, al más popular del momento para dirigir los destinos del país, con menos yerros y sin injerencia de la mafia del poder que siempre opera tras bambalinas o Salinas que viene siendo lo mismo. ¿Que se orquesta un pacto para impedir a toda costa y cueste lo que cueste que AMLO arribe al sitial en disputa? Es probable, porque quienes ya se acostumbraron a vivir del erario público, aún derrotados acudirán como canes con la cola entre las piernas a pedir perdón por el error, dado que el peor error es vivir fuera del presupuesto, viejo adagio en política.

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