martes, 8 de mayo de 2018

ARTÍCULO

Estado criminalizando
enemigo hoy en día
Tino Gatica
El presidente de México, de extracción priista, Enrique Peña Nieto, los gobiernos de cada estado, especialmente en el caso del Estado de Guerrero, desde que asumieron sus respectivos cargos en cuanto corresponde a los asesinatos que se cuentan por centenas, de personas de diversas edades, considerablemente adolescentes, han dejado que el olvido y otros acontecimientos más, sepulten la exigencia del esclarecimiento como un principio institucional de búsqueda, sanción o casti
go para quienes cometen e incluso planean estos delitos.
Es un lugar demasiado ofensivo para el intelecto atribuir todos estos homicidios, en ocasiones en masa, a la delincuencia organizada, dejando de lado la responsabilidad que le confiere la investidura a cada servidor público que juramentó “cumplir y hacer cumplir todas y una cada una de las demandas del pueblo, sino que el mismo lo demandare”.
En el caso del Estado de Guerrero, el gobierno priista que encabeza Héctor Antonio Astudillo Flores, es responsable de diversos actos que se suscitan en materia de materia de justicia, en cuanto a su procuración y aplicación de justicia en variados asesinatos. Lo nebuloso de la delincuencia organizada es que se sobredimensiona y se le atribuyen categorías que desfasan a las mismas leyes, en donde se entiende que si existen vacíos es porque la pachorra de las agencias ministeriales, la Procuraduría de Justicia e incluso las mismas policías han dejado su juramento sagrado para la que fueron creadas: cuidar, preservar y garantizar la misma Vida.
Luego de decenas de asesinatos, cuyas estadísticas engrosan preocupantemente los trabajos de recolección de las organizaciones no gubernamentales, amén de los listados no oficiales, es decir que no se concentran porque no existo ánimo para integrar una denuncia formal, hasta ahora el Estado como tal, que encabeza el gobernador Astudillo Flores, ataja, deplora, cuestiona e inhibe a quienes cometen la osadía de lanzar un “¡basta!”, siendo demasiados los desencuentros, como son los sacerdotes o las organizaciones sociales.
No es gratuito este afán de minimizar estas voces “discordantes” para los sensibles oídos de este gobernador, incluyendo a su equipo más cercano de colaboradores, que por cierto se fueron a la aventura de abanderar algunos cargos de representación popular como si tuvieran respetables cartas de presentación.
La Iglesia católica es la única que se ha puesto del lado de las personas y de las familias, todavía vivas, que han sido ofendidas porque les han asesinado a uno de sus integrantes. A estas alturas, considerando el panorama de terror que se ha implantado en nuestra entidad, ya “siento” el dolor, el coraje, la angustia, etc., por estas muertes violentas, en donde el Estado ha dejado a la deriva el control y monopolio de la justicia, en tanto que quienes rompen su mutismo, más no su preocupación, son atajados por el mismo jefe del Ejecutivo, Héctor Antonio Astudillo Flores, como si fueran sus enemigos.

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