martes, 8 de mayo de 2018

ARTÍCULO

Margarita sin aroma
Apolinar Castrejón Marino
Desde la época de la colonia, en nuestro país, se impuso a nuestros antepasados, que a los españoles habría que llamarlos amos o patrones. Junto con estos sustantivos, habría que besarles la mano, y evitar mirarlos a los ojos.
¿Cómo aceptaron estas humillaciones nuestros progenitores? Pues porque los amenazaron con el infierno y el castigo divino. Los  curas  les decían que  sus almas serían chamuscadas eternamente por el demonio.
Es necesario recordar que el papel de la iglesia era dominante, y en complicidad con los caciques, tenían sometidas las conciencias de los pobladores. Los obligaban a creer, que había ricos y pobres porque era la santa voluntad de Dios. Y que ellos deberían vivir contentos con su pobreza, porque Él ama a los pobr
es.
De manera increíble, esta tradición ha pervivido a través de los siglos ¿Cómo es esto? Pues se debe a que muchas familias han conservado pequeños feudos y cacicazgos, y se han esmerado en mantener una estructura patriarcal.
Todos estos años, se han dedicado a cultivar el cargo de conciencia para que las familias pobres, vean  como favores y gracias que les conceden los ricos, que los empleen como criados y peones.
Los hijos de los hijos, de los hijos de aquellos caciques de principios del siglo pasado, ya no saben cómo se originó tal estado de cosas, pero eso no evita que se dediquen alegremente a disfrutar del trato de señoritos y de amos. Están positivamente convencidos de que son seres superiores, y por consiguiente, la gente humilde del pueblo, son definitivamente inferiores.
La historia nos ilustra cómo personajes tan importantes como Altamirano y Benito Juárez, durante su infancia sufrieron la humillación de los españoles y los mestizos, quienes los apartaban de sus hijos, y en las escuelas los segregaban a los peores lugares, porque no eran niños “de razón”. 
Muchas familias de ladinos, que hablaban español, pero nunca fueron parte de la élite dominante, formada por los europeos y los criollos, se crearon unos remedos de feudos, donde se imaginaban que vivían en castillos medievales, y tuvieran su propia corte.
Solo podían mostrarse superiores entre las poblaciones indígenas, y ahí reclutaron a criados y sirvientes, a quienes les dieron la calidad de nobles, para sentirse en medio de “cortesanos”.
Estos mexicanos de mentalidad extraviada, llevaron la ideología de los conquistadores al extremo, dando por seguro que “los indios” no tienen inteligencia, y que inclusive, no era delito matarlos, porque no tienen alma.
Una familia de ladinos muy conocidos en Michoacana es la de los Calderón, de donde han asaltado puestos políticos: Felipe de Jesús, del Sagrado Corazón, quien fue presidente de la república, y sus hermanos Juan Luis, quien fue diputado local, y Luisa María -“La Cocoa”-, que fue senadora de la República.
Y ahora, anda por ahí como loca, su distinguida esposa “Margarita sin aroma” haciendo mil desfiguros, con tal de ser Presidenta de México.
No hace falta tener grandes conocimientos de psiquiatría para inferir que esa familia de ladinos de Michoacán mantienen la mentalidad retrograda, de que necesitamos de su presencia, y de su inteligencia.
Así se comprende que “Margarita sin aroma” quiera resolver los grandes problemas de México por medio de los “valores”, y la ayuda de Dios, Cristo Redentor, como viene diciendo en su “campaña”.
Obviamente cree que los mexicanos necesitamos de su mentalidad superior, que reboza de eso que llama “valores”, y en su generosidad nos los va a impartir. Vale decir que esos mismos valores que está deseosa de darnos, fueron insuficientes para impedir las atrocidades que cometió su marido en contra de todos nosotros.

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