jueves, 7 de junio de 2018

ARTÍCULO

Somos Campeones
Apolinar Castrejón Marino
Hoy hablaremos de una escuela de alumnos con síndrome de Down. Se había organizado toda una semana de competencias, como una simulación de “Olimpiadas de Primavera”, y todos los niños estaban muy contentos de participar.
Una de las primeras competencias, era la carrera de 50 metros en la cual participarían 4 niños y una niña: Andresito, Ricky, Toñito, Margarita y Mequetrefito. La escuela había abierto sus puertas al público en general, así que había bu
ena cantidad de espectadores.
En la cancha de juegos, los maestros acondicionaron una pista para la carrera de niños especiales, y a un costado se pusieron las gradas para padres e invitados.
El profesor de educación física reunió a los corredores unos minutos antes de la carrera, y con buen criterio educativo, les explicó que a pesar de ser una competencia, lo importante es que cada uno diera su mejor esfuerzo. El público venía a ver que todos llegaran a la meta. Seguramente habría un ganador, pero la gente venía a ver correr a todos.
Cuando se aseguró que todos le habían entendido, los felicitó, y abrazó a cada uno. Salieron al campo, y se sintieron muy contentos al escuchar el griterío de familiares, compañeros y maestros. Llenos de  entusiasmo, se alinearon en la línea de salida.
El juez de salida, preparó su cronómetro y apuntó hacia el cielo una pistola de juguete. Les pregunto ¿Preparados? Y los pequeños dijeron que sí. Y luego contó, uno, dos, y tres, y sopló un silbatazo.
Los niños empezaron a correr tan veloces como podían. Ricky salió como una liebre, seguido de cerca por Mequetrefito. Margarita y Andresito iban muy parejos, y hasta atrás iba el pazguato de Toñito.
Margarita volteó a ver al público, y por esa distracción, perdió el paso, tropezó y cayó como vaca al suelo. Andresito y Toñito se dieron cuenta de inmediato del percance, y se detuvieron para ayudar a Margarita, quien se deshacía en un mar de llanto. La ayudaron a ponerse de pie, y vieron que solo estaba llena de polvo, y solo tenía un pequeño raspón en la rodilla derecha.
Toñito le limpió la carita con la manga de su camiseta, mientras Andresito les decía a los otros corredores que Margarita estaba bien, aunque ya no podría continuar con la carrera. El público se había puesto de pie, pero se tranquilizó al ver que nada grave había pasado.
Los otros niños que iban adelante se regresaron a ver a sus compañeros. Entre todos consolaron a la niña, pero a Mequetrefito le ganó la risa de ver su cara llena de polvo, y luego todos se rieron. Y hasta Margarita cambió su llanto por risa y le dio un empujoncito cariñoso a Mequetrefito.
Luego se quedaron mirando unos a otros, y entonces se acordaron que el maestro les había dicho que lo importante no era quién llegara primero, y que el público estaba mirando a todos. Así que entre todos alzaron en el aire a la compañera que se había caído y la cargaron hacia la meta.
Así llegaron todos en bola, con margarita en hombros, y rompieron la cinta de llegada, llenos de alegría. Todos estaban alegres y nadie estaba triste, ni arrepentido, ni enojado…
Al día siguiente, el periódico local publicó la crónica, con toda precisión: “La emoción más intensa de las olimpiadas especiales de ayer fue la carrera de los cincuenta metros. No lo va usted a creer, pero en esa carrera, todos ganamos. Fue la mejor carrera y los mejores corredores”.
Para la elaboración de este cuentecito, tomamos algunas partes del libro “20 pasos hacia adelante”, nuestro autor predilecto Jorge Bukay, y mientras escribíamos, escuchábamos la melodía de “Somos Campeones” (We are de champions) de Freddie Mercury (Queens). Les recomendamos esta terapia.

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