martes, 4 de septiembre de 2018

ARTÍCULO

Ensayo sobre los privilegios
Efraín Flores Maldonado*
“No confundamos la superioridad absurda y quimérica, obra de los privilegios, con la superioridad legal entre los gobernantes y los gobernados”. Emmanuel Sieyès.
Emmanuel-Joseph Sieyès nació en Fréjus, Francia el 3 de mayo de 1748 y se educo en la Universidad de París y en la Sorbona. A pesar de sus ideas liberales, se graduó también como sacerdote y fue electo diputado en 1788, cuando el Rey Luis XVI lanzó la convocatoria para reunir después de 150 años de receso, los estados generales de Francia, que era un cuerpo legislativo compuesto por nobl
es, el clero y los miembros del tercer estado, que eran representantes de la clase pobre y campesina francesa. Emmanuel Sieyès se destacó en la convención y en la revolución francesa como un profundo ideólogo que influyó de manera decisiva en el derrocamiento del viejo régimen a través de sus intervenciones oratorias, pero básicamente, por medio de sus escritos, entre los que destaca “Ensayo sobre los privilegios”, publicado en 1789 y también en ese mismo año “¿Qué es el tercer estado?”. En el primer texto, Sieyès asegura que, “privilegio es una dispensa para el que lo obtiene… y un desaliento para los demás”. Que el privilegio es una dispensa que concede la ley o la voluntad arbitraria de quien tiene el máximo poder para otorgar un derecho exclusivo, ubicando a quien lo recibe “fuera del derecho común”. Sieyès se declara contrario a este tipo de prácticas de hecho y mayoritariamente sin derecho, toda vez que, según su parecer, los legisladores no están hechos para otorgar o conceder, si no para “proteger los derechos que naturalmente tiene todo ser humano”. Sostiene que, hay privilegios que “permiten hacer daño al prójimo”. Afirma en cambio que, existen privilegios honorificos que son notoriamente legítimos y que anidan en la conciencia popular y de vez en cuando, son reconocidos por el poder público. En este caso, tales reconocimientos, más que privilegios “son recompensas”, como cuando se otorga empleo superior a un ciudadano “en armonía con sus talentos” o también cuando se proporciona un recurso o pensión por invalidez o vejez. También reconoce Sieyès, el privilegio que otorga el poder en reconocimiento al servicio prestado a la patria, el cual se dibuja como un pago “en moneda moral”. Pero Sieyès condena aquellos privilegios que el poder otorga a la mediocridad, por nepotismo y por servilismo. El privilegio debe ser un reconocimiento al mérito propio; aquel que proviene de la distinción que hacen los ciudadanos y no el privilegio indebido que ubica a oportunistas, “distinguiéndolos de los ciudadanos”. Los privilegios indebidos trastocan el orden social… y el orden político. Sieyès distingue entre “la superioridad absurda, obra de privilegios indebidos y la autoridad legal y legítima entre gobernantes y gobernados”, que no es ofensiva, sino simplemente una distinción de funciones en el servicio a la comunidad. En este sentido, el autor destaca que los privilegios obtenidos por el deseo de merecer la estimación pública, siempre son “un freno necesario a la pasión de las riquezas”. Cierra su reflexión diciendo que el privilegio de estar en el servicio público, debe ser por reconocimiento al mérito competente y no por caridad, estimación “o por arreglo entre familias”. Eso y más dice Sieyès. *Doctor en Ciencia Política.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.