miércoles, 10 de octubre de 2018

COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
Cuidemos a nuestras mascotas
En esta ocasión, abordo un tema que es relevante en la medida en que tengamos disposición de tener mascotas, verlas, cuidarlas, atenderlas y estar interesado en que alguien comparta nuestra vida, nuestra familia y nuestro entorno. Ocurre que ya a punto de llegar al “tostón”, puedo reconsiderar que una mascota es valiosa porque sirve de compañía, en la que se depositan nuestros afectos. Un perro o un gato por decir los animalitos domésticos más “ordinarios” se convierten en seres vivos extraordinarios, porque adquieren un espacio importante en nuestra vida. Y digo de estas masco
tas más elementales porque no puedo mencionar y mucho menos presumir que tengo caballos, boas, leones o algún otro animal exótico porque mi estilo de vida es de lo más ordinario. Y quien me conoce poco o a profundidad sabe que no es lo mismo las riquezas, tampoco darme la gran vida a costa de lo que sea, por lo que los ilícitos no son mi fuerte. Bueno, pero para no ahondar más en mis gustos íntimos, ahora ya con años de experiencia, puedo darle el valor preciso a tener una o dos o más animales de compañía, que por principio de cuenta son domésticos, poco fugitivos y gustan de estar siempre en espera de su dueño por escribirlo de esa manera. Reconozco que en años de infante o juveniles solía ir al campo, o lo que se le pueda llamar así a un cerro que ahora forma  parte del crecimiento de Chilpancingo. Para este caso cualquier analogía con edad avanzada ya es de mi competencia. En esos años, cuando iba a traer la leña, aprovechaba, según yo, para cazar a pobres aves indefensas o lagartijas, sin que me pudieran advertir mis familiares lo terrible que es eso. Ya con el paso del tiempo, con varios estudios, con procesos de aprendizaje y buscando nutrirme de mucha información, sé que hice mal, sin embargo ahora trato de rectificar y enmendar ese comportamiento, evitando en lo posible no inducir a mi familia, de infantes, a que usen resorteras y de esos instrumentos, aunque en honor  a la verdad, dada la situación de inseguridad, las rutinas o hábitos se han ido modificando. Por cuanto corresponde a las mascotas, en familia llegamos a adoptar infinidad de perros sin “pedigrí” pues eran a los que se podía tener acceso, dada nuestra precaridad económica, y creo que se sigue conservando ese gusto por evitar la presunción. A estas alturas, a los perros y gatas que tenemos, las queremos con si fueran de nuestra familia, se les trata de dar una atención especial, preocupándonos cuando se enferman, buscando que coman lo necesario, con limpieza y hasta se llega a tener malos entendidos cuando alguien les tira alimento que sobró de uno o dos días, otra vez por mencionar algo. A tanto se ha cuidado estas mascotas que nos sobrevive una gata esterilizada, con más de quince años, es cierto. Y son diversas las maneras de ver la vida cuando se tiene a una mascota que sin ellas quién sabe qué pasaría. Mantengo la idea de que a pocas personas les gustan estos animalitos, porque me lo han dicho, pero afortunadamente son contadas. Y escribo este tema porque en estudios que tienen que ver con la sicología, se recomienda tener una mascota, pues funcionan como depositarios de nuestras angustias, sufrimientos y sobre todo de nuestras alegrías. Tan es así que es bien bonito darse cuenta que en el caso de los artistas, aprovechan esa fama o importancia para sensibilizar sobre el hecho de contar con una mascota e incluso se les llora cuando les pasa algo, como en el caso de Pepe Aguilar, que le lloró la muerte de un perrito que era como de la familia. En las redes sociales, si Usted busca “Pepe Aguilar llora la…” ahí lo podrá ver, sobre todo en el omnipotente Internet. Y es estremecedor, saber de cómo pasó esa suceso, que quizá otras tantas personas se sientan identificadas, es lo que a mí me sensibilizó en demasía. Es todo.

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