COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
Mujeres, madres de familia y jefas de casa, ejes sociales de transformación
Como todo periodista, me tengo que nutrir de temas diversos que no necesariamente sean del espectro político pues siempre me he propuesto causar interés, comentarios, a favor o en contra, como parte de una apuesta por ser distinto a compañeros y compañeras periodistas. Por eso es que tengo una profunda admiración por las mujeres que tienen dos facetas (aunque es obvio que son más) tanto en el ámbito privado o doméstico y el público que es respecto a lo que hacen en sociedad. Y la labor de las mujeres en casa, en su hogar es azaroso, pesado, a grado tal que ya se le conoce com
o trabajo doméstico y las que reciben un dinero o salario por su labor en casas se le conoce como “trabajadora o trabajador doméstico”. Incluyo a hombre y mujer porque aunque no se crea los hombres también están trabajando, asumiendo un rol que antes no se reconocía. Ahora muchas mujeres salen de sus hogares a ganarse la vida, trabajando en diversos oficios y puestos, en tanto que el esposo o pareja se convierte en afanador doméstico, teniendo que cuidar a los hijos, a las niñas, a la anciana madre o suegra, o alguna otra persona de la Tercera Edad, que necesariamente estén recibiendo cuidados personales. Ahora los hombres se convierten en trabajadores domésticos que reciben una compensación por sus servicios, aclaro no es el común denominador, pero ocurre, en tanto que siempre el trabajo de hogar se sigue considerando que es de las mujeres, no se diga de su cocina, que es considerado actualmente como territorio de ellas. Y cuando las mujeres trabajan en el espacio público, se les reconoce ya como las proveedoras, las que aportan las quincenas, e incluso puede sonar cursi o chusco. Las mujeres ahora son ejes sociales de la transformación de su entorno, de su trabajo, de su municipio o de su estado como lo es Guerrero. Y sus aportaciones son relevantes, ahora integradas a las ciencias, a la docencia, a la academia, a la tecnología, por mencionar espacios, porque son relevantes sus aportaciones. Y es un reconocimiento que socialmente se han ganado, con todo respeto, con dignidad y sobre todo un doble esfuerzo debido a que no es cierto que cuando ellas llegan de su trabajo se sienten a descansar, cómodamente. Para nada, son nuevamente ellas, las que tienen que arreglar líos, inconvenientes y desencuentros en su familia, con su esposo o pareja y con los hijos, hijas, sobrinos o quienes estén cohabitando. Y cuando afirmo que son las mujeres ejes sociales de transformación, es porque sus hechos están dando pie para comentarios loables, porque se les mira con buenos ojos en todos los espacios posibles, especialmente en la productividad. Tengo el gusto y me siento honrado de haber tenido profesoras, asesoras, sicólogas, amigas que desde mi infancia, a la postre me han dado enseñanzas de vida, de aquí mi interés por escribir de un tema apasionado como es la integración de la mujer en sociedad. Así es que los conceptos de “sirvienta”, “mucama”, “chacha” y demás calificativos están quedando en el atraso, esperándose que sean olvidados, encerrados en campos semánticos en desuso, inutilizados y que salgan ya de último momento, si acaso valiera la pena. Todo sea por reconocer el espacio público que se han ganado las mujeres, y sin dejar el ámbito doméstico, situaciones que son doblemente meritorias. Posdata: Ayer adelanté que en esta columna abordaría más datos sobre el “Certamen Señorita Flor de Nochebuena”, con la develación de una placa-invitación para que las jovencitas interesadas, mayores de edad, se inscriban, así es que se los debo pues todavía es asunto vigente, interesante e importante. Chao.

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