viernes, 26 de octubre de 2018

COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
Maten al periodista
La frase no es una sugerencia, una apología ni nada por el estilo, sino que cuando los poderosos, incluyendo los que pertenecen a los poderes fácticos hacen esa indicación para terminar con la vida de quienes han decidido abrazar ese oficio, ya para algunos una carrera, el periodismo. No es una frase para una película, pero toda la situación de violencia que estamos padeciendo es igualita a varios argumentos del celuloide. No es una sentencia que se dicte, pero no cabe duda que debe
n existir personas que saben que muchos periodistas les estorban, y no se trata de aquellos que se inclinan ante el poder, sino los que hacen sus trabajos de investigación, que devela los negocios turbios, arruinándoselos. No son pocos los personajes de la política que sienten unas ganas de cometer este delito en contra de éste o aquél periodista. En voz baja o con su gente de confianza, estos políticos que sobreprotejen a sus periodistas favoritos son los mismos que echan pestes en contra de otros periodistas que solamente cumplen su labor de informar, de pensar que los sectores de la sociedad deben tener luces que iluminen la oscuridad. Pero queda claro que en su mayoría quienes detentan un poder, que en ocasiones, malhabido, comprado o arrebatado, no estarán a gusto con el periodista, hombre o mujer, que en aras de informar, realice investigaciones no gratas para esta cúpula. Muchas son las historias que se entretejen nuestro derredor en donde el periodista es la única persona que puede dar a conocer una denuncia, queja o reclamo, dándole confianza, confiabilidad y certidumbre a quien no tiene otra opción por sufrir un abuso de poder. Lamentablemente, en lugar de darle solución a la denuncia, reconocer su error si así lo fuera y enmendarlo, o atender de manera oportuna a quien es víctima de alguna de las variantes de esta excesiva acción, mejor prefiere buscar la manera de evitar esa inconformidad. O cuando de manera institucional, cuando el poderoso se siente incomprendido y hasta ofendido en su comportamiento y en sus discursos, puede promover esa frase de “maten al periodista”. Y si bien es cierto que él no puede hacerlo no porque no pueda sino porque de inmediato los indicios y búsqueda de datos lo delatarían, sí existen tipos más desquiciados que pueden cometer ese delito, y no solamente por cobrar una recompensa, sino por el puro instinto que está en la naturaleza de todo ser humano. Por eso es que se tiene que protestar, hacer el reclamo a las autoridades para que realicen su labor, para prevenir y evitar más asesinatos de periodistas, y como hemos coincidido con colegas del gremio periodístico, no somos una clase especial ni privilegiada, porque toda vida es valiosa y forma parte de nuestro mundo. Pero cuando se asesina a un periodista, se asesinan otras esperanzas, se asesina el interés de dar a conocer los abusos de poder, se asesina el ánimo de continuar en este camino, este oficio más que una carrera. Cuando se asesina a un periodista, hombre o mujer, también se asesina a un líder o una lideresa que era quien jalaba a la familia, cuando se asesina a un periodista de igual manera se mata a la verdad, aunque sea subjetiva. Que el miedo no nos paralice. ¡No más asesinatos de periodistas¡ No se mata la verdad matando al mensajero.

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