martes, 30 de octubre de 2018

COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
Pésimo servicio que ofrece un “cíber” del centro de Chilpancingo
Desconozco si les ha pasado, pero resulta que hoy me dispuse a escribir con todo el ánimo del mundo, sin embargo, me llevo el terrible desencanto, de que en ocasiones la realidad, triste mi calavera, es tan decepcionante que por poco y me arruinan mi día, pero solamente el de “hoy, hoy, hoy,” como dijera el ex presidente desmadroso Don Vicente Fox. No es por el cambio del hora
rio de verano por el de invierno, sin embargo, los tiempos en que “amanece” son muy calurosos, con sol radiante, sin embargo aunque sean las ocho de la mañana, la mayoría de los negocios del centro se encuentran cerrados. A las ocho y minutos, ando buscando un “cíber” que me permita elaborar mis columnas y otros trabajos periodísticos de encargo, pero como digo mi realidad, mis intenciones y mis intereses se topan con que no encuentro ninguno de estos negocios abiertos, porque todos hacen “vida” burocrática después de las diez de la mañana. Así es que tengo que buscar y buscar como si fuera el Lobo Feroz, y al encontrarme a uno que se localiza a un costado del Palacio municipal de Chilpancingo me pongo como “Lorenzo”. Y nuevamente la realidad me ubica, al encontrarme de inmediato con la dueña y su marido que en la entrada me ponen condiciones pendejas: No entrar acompañado, no sentarse acompañado, no colocar el teléfono celular, no mover la silla… Puros pinches NO. Así es que con esas negativas, me regreso quejándome ante los espíritus del viento que dan un pésimo servicio. Claro que esa frase también se la escupí en la cara de ese matrimonio, supongo que lo es. Así es que nuevamente vuelvo a buscar otro “cíber”, éste sí, localizado mero frente a “La Pérgola”, en donde la atención es simple y sencillamente ordinaria, atendida por dos chavos que están en su labor. Y luego de contar estas “chocoaventuras”, digo, espero no que se me arruine, porque trato de ver todo lo que rodea con mucho ánimo en donde siempre le imprimo mi propia filosofía, porque todo mundo tiene una. Y por qué demonios tengo que dar a conocer mis peripecias, buscando un “cíber” en Chilpancingo, porque así compruebo que por mucho interés que una persona le ponga a sus asuntos, en algún momento, ese “algo” buscará estropearlo, empero, continúo superando estos incidentes. Y el compromiso por escribir se mantiene. Y es que cuando esto me pasa me doy cuenta de que no dejo de ser de la prole, como lo dijera una de las hijas del todavía presidente de México, Enrique Peña Nieto, en un intento clasista de rebajar a la gente que le gusta trabajar, en ocasiones hasta de gorra. Porque el periodismo no siempre paga, pero sirve para dar a conocer diversas situaciones de estas realidades que cada quien asume como propia. Es todo.

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