COLUMNA

ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN
Jorge Luis Falcón-Fernández Arévalo*
El embaucador pendenciero
“Los impostores no necesitan estudiar mucho las causas naturales, sino que les basta con servirse de la común ignorancia, estupidez y superstición de la humanidad”. -Thomas Hobbes-
Merolico, actualmente es un sinónimo de embaucador y el origen de esta palabra es utilizada únicamente en México.
El primer golpe asestado  por el engañoso, fue a hombres y mujeres de la tercera edad, al cam
biar la edad de la percepción de un seguro universal, de 65 a 68 años.
AMLO, el merolico de pueblo. Quienes conocieron a este tipo de personas que surgieron allá por los años 50’s, en las colonias populares, como La Bondojito, Tepito, Peralvillo, La merced, entre otras, de la hoy ciudad de México, eran tipos que con una retahila de palabras y promesas entretenían vendiendo baratijas o abalorios o medicamentos de extrañas yerbas y exóticas pócimas a los curiosos que se le acercaban, y le rodeaban atentos a las palabras que profería este peculiar personaje.
Válgase recordar que también, servía para distraer a ese público morboso, que descuidados o atentos, les eran robadas por gente ligada al impertinente sus carteras o lo que fuera de valor, sin darse cuenta, por estar embobados a la voz del merolico.
Este mismo está sucediendo con las peroratas de El Peje, acerca de la famosa encuesta del nuevo aeropuerto y otras “curaciones maravillosas”, para el desarrollo del país.
La oposición del grueso de los pensantes mexicanos es que simulen consultarlos con un ejercicio fuera del mandato de la Ley, sin las garantías democráticas y con una tendencia donde haya cabida a otras argucias.
Andrés Manuel, habla mucho sin decir nada.
Las ofertas “extraordinarias” del charlatán, son desmentidas, en muchas de las ocasiones por su mismo equipo de trabajo; o, la corrección de sus proyectos, por su primer círculo de “poder”. Vender la esperanza a un pueblo creyente y piadoso de un México mejor, cuando sabemos que su población reza, ora y eleva plegarias para que “alguien”  del más allá, les solucione sus problemas sociales, sus metas políticas y su bolsillo por su cobardía, miedo y demás traumas, para exigir soluciones y calidad de vida; por ello, busca afanosamente quien sea su interlocutor. Obviamente surge este embaucador; y, de inmediato le endosan su expectativa y su fe, a quien no cesa de hablar de lo que todos sabemos. No espera momento para decir, lo que todos entendemos. Por ello, surge esta imagen, tal cual salvador celestial. San Andrés, el impoluto. “il salvatore del mondo”.
No debemos olvidar que como nunca en la historia política del México de la violencia y el crimen; un presidente electo, ordena, dispone y asume su mandato, sin que el actual presidente de la República, finalice por Ley su ciclo de gobernanza. Es decir, El Peje no toma posesión y ya anda de la seca a la meca, de manera alocada. ¿Ambición de poder?
Por algo, lo describen como AMLOco. 
Que los vientos mentales, no osen más cambiar el desorden de sus ideas, pues nos iremos a pique de mentira en engaño.
Oh Alá, en su mandato se cumple aquella frase trillada: “abrazos no balazos”. O, se naufrague de nuevo en la vana ilusión de otros seis años
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