jueves, 15 de noviembre de 2018

ARTÍCULO

Zapata y el ave negra
Apolinar Castrejón Marino
¿Qué onda luz, para dónde vas?
¿Cómo que luz? Deja de estar maloriando.
Pues es que tu nombre Luciano, la primera parte es bonita, Luz, pero la segunda parte, me das miedo.
Pues a ver si dejas de estar jeringando, y mejor me llamas “Chano” como me dicen todos.
Ok. Como quieras. ¿Y entonces, para dónde vas?
Ah, voy a buscar al maestro de historia, para que me platique algunas cosas.
Ahora resulta que ya te volviste estudioso.
Pues estudioso no, pero acabo de leer algo que me dejó muy triste.
¿Y qué es eso?
Pues en Facebook me mandaron un artículo donde dicen que zapata era joto.
¿Y eso por qué te da tristeza?
Pues como no. Zapata, era revolucionario, que luchó por los campesinos, uno de los más grandes héroes de la revolución. Con ese bigotote, y resulta que le gustaba el arroz con popote ¿Te imagin
as?
Pues no me quiero imaginar, pero mira, lo que a él le gustaba, lo que hacía, o le hacían, era muy su gusto, y a ti no tiene por qué afectarte. Es más, a lo mejor se trata de otro Zapata.
No, pues se refieren a una novela, del investigador Pedro Ángel Palou, donde nombran a un tal Manuel Palafox, conocido como “el Ave Negra”, que era descaradamente homosexual, pues lo sorprendieron varias veces, teniendo sexo con los soldados más jóvenes. Ese era su secretario personal.
Bueno, yo también leí en la historia de México que cuando Zapata iba a ser reclutado para servir en el ejército, Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz, intervino para que no se lo llevaran en la leva, pretextando que lo necesitaba para caballerango de sus establos. Y se lo llevó a vivir a su casa en Plaza de la Reforma, en el centro de la capital. Pero no hay pruebas de que tuvieran una relación sentimental.
¿Pruebas? ¿Y qué pruebas querían? No sean pendejos, para eso no se necesitan pruebas. Ni modo que se dejaran tomar fotografías cuando hacían sus cochinadas. Si más de una persona me dice que mi mujer me traiciona, tiene que ser cierto, sin necesidad de que me den pruebas. Seguramente la casa del yerno de Porfirio Díaz ni tenía establos ¿Y entonces qué montaba? Ah, ya sé.
Eso no importa. Y te parecerá sospechoso que cuando los revolucionarios tomaron la Ciudad de México, Zapata se apresuró a sacar de Lecumberri a su antiguo protector, para llevárselo como prisionero, a donde fuera.
¿Y tú crees que eso fue por amistad y gratitud? No manches.
Toma en cuenta que Ignacio de la Torre fue hermano de Susana Mariana Estefanía Francisca de Paula del Corazón de Jesús de la Torre y Mier, bisabuela de Alberto II, príncipe reinante de Mónaco.
¿Y qué? ¿Tenía que quedar bien con la realeza?
También pueden ser calumnias de sus detractores –como dicen los políticos de ahora– para desprestigiarlo. O calumnias de mujer despechada, como Amada Díaz su esposa, quien escribió en su diario personal que su esposo y Zapata se revolcaban en el establo, según lo denunció Ricardo Orozco, en su libro “El álbum de Amada Díaz”, publicado por Editorial Planeta, en 2003.
Ahí tienes, muchas gentes lo sabían.
También hay otro desmentido del escritor, investigador y doctor en Humanidades, Juan Miguel Zunzunegui, quien denunció en su libro “Los mitos que nos dieron trauma”, que Zapata jamás dijo “La tierra es de quien la trabaja”. Él quería tierras, pero para los pueblos que demostraran títulos de propiedad comunal, y también dijo que el autor intelectual del zapatismo y el Plan de Ayala, fue Otilio Montaño, que fue asesinado por Zapata cuando se atrevió a contradecir sus ideas. Eso también es muy importante.
No me digas. Aquí lo importante es que Zapata era puñal, y que se lo ejecutaba un ave negra.
Te digo que todo puede ser una mentira. Mira en el año 2010, durante los festejos del centenario de la revolución, en un programa de canal 22, entrevistaron a una soldadera, que presumía haber conocido a Zapata. Ella declaró -tratando de engrandecer la figura el caudillo del sur- que el General Zapata “…era tan hombre, pero tan hombre, que para demostrarlo, dormía con otros hombres”.
Ya mejor así déjale ¿No?

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