viernes, 16 de noviembre de 2018

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Los arqueólogos del INAH hallaron restos fósiles de un bisonte en la construcción de una vivienda en el Culebreado en Chilpancingo, allá en junio de 2014.

Hallaron en Chilpancingo
restos fósiles de bisonte
Javier Francisco Reyes.--Durante las excavaciones y el nivelado de un terreno, previo a la construcción de una vivienda en el poniente de la ciudad de Chilpancingo, fueron descubiertos los restos fósiles de diversas especies del periodo Pleistoceno Tardío (11 mil años a.C.), entre ellos de bisonte (Bison latifrons) y de pecarí (Tayassu pecari), antepasado del jabalí, localizados por prim
era vez en esa entidad.
Los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron en junio del 2014 fósiles de bisonte en Chilpancingo, Guerrero que datan del periodo Pleistoceno Tardío (11 mil años a.C.).
Los restos fueron descubiertos durante las excavaciones y el nivelado de un terreno, previo a la construcción de una vivienda en el poniente de dicha ciudad.
Se hallaron los restos óseos de diversas especies del periodo Pleistoceno Tardío (11 mil años a.C.), entre ellos de bisonte (Bison latifrons) y de pecarí (Tayassu pecari), antepasado del jabalí, localizados por primera vez en esa entidad.
El INAH detalló en un comunicado, que el dueño del predio reportó al arqueólogo Miguel Pérez Negrete, del INAH en Guerrero, la existencia de los restos en su terreno.
Se solicitó la autorización del Consejo de Arqueología del INAH para realizar el rescate de los restos, cuya labor quedó a a cargo del arqueólogo Antonio Hermosillo Worley.
Tras analizar los fósiles se concluyó que las piezas dentarias, fragmentos de vértebras y huesos largos encontrados, pertenecen a diversos ejemplares de megafauna, sobresaliendo la presencia de los restos de bisonte, especie originaria del norte del continente.
En dicho terreno, también se localizaron restos fósiles de microfauna, como diversos tipos de anfibios, caracoles y peces, que se encuentran en un estrato solidificado.
Hermosillo Worley explicó, en cuanto al hallazgo de los restos de bisonte, que en la época en la que se poblaron estas latitudes, en la última glaciación, muchos mamíferos migraron a esos territorios debido a los cambios climáticos.
“Lo mismo sucedió con el pecarí, pues restos de estas especies sólo se han encontrado fuera de su área natural en Veracruz, Puebla, el Estado de México y Querétaro”, detalló el arqueólogo.
El hallazgo se registró en la zona del Cerro del Culebreado de Chilpancingo. “Son los primeros restos de bisonte que se hallan en un territorio tan sureño; también se localizaron huesos de pecarí, proveniente de Norteamérica, así como de un gonfoterio (Gomphotheriidae), que es una especie emparentada con los elefantes actuales”, agregó Hermosillo Worley.
La zona centro de Guerrero, abundó, es rica en yacimientos; cerca de Chilpancingo se han encontrado restos de otras especies, como el gliptodonte o armadillo gigante (Glyptodon clavipes) y el perezoso gigante (Megatherium), mientras que en la región de La Montaña se han hallado fósiles marinos de diversas especies, que en suma, le otorgan a esta entidad un papel importante a nivel paleontológico por los múltiples sitios pertenecientes a las eras geológicas Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica.
Los restos fósiles fueron trasladados al Laboratorio de Paleofauna del Centro INAH-Morelos, dirigido por el doctor Eduardo Corona Martínez, para su limpieza, identificación y restauración.
Además de que se ha elaborado un proyecto de salvamento arqueológico para continuar la investigación en el terreno intervenido donde hay una parte que aún no ha sido explorada y podría haber más vestigios.
Después del análisis preliminar, tanto del material fosilífero como de la estratigrafía del yacimiento, los datos sugieren que en el área hubo un antiguo cuerpo de agua donde convivieron varias especies de animales, ya que los restos se encontraban depositados en un estrato arenoso, indicativo de un paleohumedal o pantano que existió en este lugar.
Durante el periodo Pleistoceno, el angosto corredor intermontano que ocupa Chilpancingo era un valle lacustre, más frío y con amplias zonas de pastizal donde deambulaba la megafauna hasta su extinción por los cambios climáticos, derivados de la ultima glaciación, hacia el año 10,000 a.C., observándose capas de aludes que cubrieron con más de dos metros de alto algunas zonas cercanas a los cerros que rodean el valle, lo que denota también cambios drásticos en la topografía y relieve en ese tiempo.
“Se busca obtener la mayor cantidad de información y recuperar evidencia que nos permita hacer una reconstrucción paleoambiental de la región de manera más detallada”, finalizó el arqueólogo Antonio Hermosillo, quien encabeza un equipo de investigación, integrado por los arqueólogos Guadalupe Dionisio Guerrero, Edgar Pineda Santa Cruz y Gustavo Gámez Goytia.

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