viernes, 7 de diciembre de 2018

ARTÍCULO

Los enemigos
de siempre
Apolinar Castrejón Marino
Un grupo acreditado de sabios, asegura que los pensamientos buenos son inspirados por Dios en el hombre, y los pensamientos malvados, por el demonio. Así crecemos y nos educamos con la idea de que Dios, y el demonio son opuestos, y por consiguiente, enemigos.
Hay otro grupo de gentes más inteligentes, que aseguran que la sabiduría se adquiere leyendo en los hombres, y no en los libros. Según esto, el ideal es que los hombres aprendan a leerse fielmente a sí mismos: nosce te ivsurn.
Esta debería ser la misión de las escuelas, en lugar de enseñar a los niños y jóvenes, tantas vidas de reyes y de generales, que mataron a muchos “enemigos”. Estos conceptos empíricos, están contenidos en el “Leviatán”, la obra más importante del filósofo, político y pensador Thomas Hobbes, que utiliza en su libro la alegoría de una bestia marina del Antiguo Testamento, creada por Dios, pero asociada con Satanás.
Es conveniente tener en cuenta estas ideas, porque a la vista del nuevo gobierno de México, pulula un grupo de perdedores, que están dedicados a vaticinar el fracaso del presidente surgi
do de la oposición, que parece estar del lado de los ciudadanos, y que viene a quitarles los privilegios a la “clase divina”.
Esas aves de tempestades, auguran que será un tirano, y que llevará al país al desastre, y creen tener la obligación de advertirnos que nos conducirá a la ruina. Como si nadáramos en la riqueza, y como si ellos fueran ajenos a nuestra pobreza.
Ciertamente, algunos hombres tienen mayor experiencia de las cosas, y en tal medida sus previsiones raramente fallan. Pero el presente se sostiene de la realidad y de la naturaleza, mientras las cosas pasadas se sostienen solamente en la memoria, y las cosas por venir no tienen sustancia, ni realidad, ni naturaleza.
Y según la Ley de la naturaleza, la libertad es una norma general, que prohíbe al hombre hacer lo que pueda destruir su vida, o provocarse cualquier tipo de daño. Pero el hombre no quiere la libertad.
Prefiere sujetarse a un gobierno, que no hace más que reducir el poder que tiene, para hacer lo que quiera. Solo por accidente, inventó la más provechosa herramienta de todas las que tiene el hombre, el lenguaje, que se basa en nombres y elementos, y las conexiones que hay entre ellos.
Por este medio, los hombres registran sus pensamientos, los guardan, y los transmiten a otros para mutua utilidad; o solo como conversación. Entonces, gracias al lenguaje, existe gobierno y sociedad entre los hombres, de lo cual carecen los leones, osos y lobos.
El primer autor del lenguaje fue Dios, quien instruyó a Adán cómo llamar a las criaturas que iba encontrando ante su vista. Pero ignoramos quién fue el primero en hallar el uso de las letras. Dicen que fue Cadmo, hijo de Agenor, Rey de Fenicia.
El lenguaje, que es inmaterial y más sutil que el aire, creó otras cosas más etéreas y antinaturales, pero que son más fuertes que todas las cadenas y todas las armas: el derecho y la ley, que sostienen al gobierno.
Así tenemos a la monarquía, que es el gobierno un solo hombre, la democracia que es el gobierno compartido por una asamblea popular, y la  aristocracia, que es cuando solamente una parte de la sociedad ejerce el poder.
En los libros de política mencionn otras formas de gobierno como, la tiranía y la oligarquía, pero estos son nombres distintos que les dan a la monarquía y la aristocracia.
Quienes están descontentos bajo la monarquía, la denominan tiranía; y a quienes les desagrada la aristocracia, la llaman oligarquía. Pero nadie osa escaparse del gobierno, ni aun los anarquistas, que creen que la falta de gobierno, es una especie de gobierno.
Algo que ignoran los contestatarios, que se encuentra en “Leviatán”, y que está impreso con letras de fuego en la historia, es que al dominio adquirido por la fuerza en una guerra, se llama despotismo. Y esta si es una palabra terrible, porque.
El dominio adquirido por el vencedor sobre su oponente, se debe honrar con un pacto, en el cual el vencido acepte su derrota, y así evite el peligro inminente de muerte. Porque si no hay pacto, el vencedor podrá hacer uso de su fuerza para disponer de su vida y su libertad. Quizá tarde un poco, pero el perdedor pagará con su vida.
Mencionamos tal cosa porque en la pasada elección por la presidencia de la república, los aspirantes y los candidatos, le dieron  categoría de guerra a las campañas electorales, con lo cual pusieron su cuello en medio de la disputa. Y ahora esos perdedores, pretende como si pasa nada, y hasta quieren condicionar al nuevo presidente.
¿Qué tiempo pasarán “…llorando como mujeres, lo que no pudieron conquistar como hombres”? ¿Qué tiempo les dará de vida el que los venció? La historia no se detiene.

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