viernes, 18 de enero de 2019

ARTÍCULO

Así es el estado
de Guerrero
Apolinar Castrejón Marino
El gobierno del estado de Guerrero promueve el conformismo de los trabajadores, por medio de los “cursos” que imparte mediante su dependencia icadegro, porque la condición que conviene a su dinámica es que nadie cuestione las decisiones del gobernador y sus funcionarios.
Del conformismo con su situación laboral, los empleados pasan al  conformismo con su situación económica, y luego al sometimiento de su voluntad. Una vez en este punto, estarán en condiciones de ver como cosa natural  lo que las autoridades laborales, educativas, judiciales, y de cualquier otro tipo, manejen a su antojo y conveniencia los recursos humanos, materiales y económicos que les hayan encomendado.
Según la mística de los cursos que imparte el gobierno, los empleados deben entregarse absolutamente a su trabajo: al entrar a su centro laboral “deben dejar todos sus problema
s de la puerta hacia afuera”. El empleado siempre debe estar inundado de optimismo, y debe agradecer a Dios que tiene un sustento para su familia. Como si fuese una máquina o un robot, sin sentimientos.
Si lo que pretenden es que los empleados y servidores públicos sean más amables y eficientes con la ciudadanía, no es así como se logrará.  La participación es el compromiso mental o emocional de una persona en situación de grupo, que lo anima a contribuir en el logro de metas ¿Cómo se logra?
Los empleados requieren un sentimiento de dignidad. Saber que su trabajo es significativo, sin importar su nivel jerárquico o su categoría. Y los jefes deben asumir el compromiso de mantener una comunicación constante y fluida de manera directa, en la oficina y en las áreas de trabajo, haciendo a un lado los rumores, y las conversaciones en lo oculto.
Todos los trabajadores son importantes, y deben tener la seguridad de que cuando deseen expresar una opinión, sus jefes respetarán el compromiso de escucharlo, y sobre todo, tomar en cuenta lo que diga.
El directivo inteligente debe preocuparse por obtener el consentimiento del personal, para que cada uno acepte su responsabilidad en las actividades colectivas, aún con algo que ya esté decidido de antemano, haciéndoles sentir que su opinión es importante.
Pero, cuando las exigencias del directivo se imponen a los trabajadores, sin el debido cuidado, se origina un sentimiento de conflicto acallado y de frustración, que disminuye el trabajo. Los trabajadores se tornan apáticos, y aunque cumplen con sus obligaciones, no comparten los resultados.
La motivación está conformada por muchos factores que ayudan a atender el interés en un objetivo. Cuando no existe esa motivación, la relación entre los trabajadores, se torna tensa y conflictiva, se involucran las emociones personales y aparecen fricciones incontrolables.
También resulta muy útil que el directivo procure no estandarizar el desempeño de los trabajadores, relegándolos a tareas aisladas, repetitivas y carentes de oportunidades, para que demuestren responsabilidad, creatividad, independencia y confianza en sí mismos.
Según es público y notorio, el gobernador Astudillo en 3 años de desgobierno ha hecho todo lo contrario. Desde los primeros minutos de “su mandato”, procuró rodearse por gente de su absoluta confianza. Asì que se ha dedicado a repartir nombramientos a sus amistades, a “recomendados”, y a las amistades de sus amistades.
La ley orgánica de la administración pública establece que los funcionarios deben haber cursado estudio de nivel licenciatura, amparados por un título –de preferencia, universitario– y una cédula profesional. Pero no.
Tenemos una larga lista de funcionarios, que carecen de la preparación adecuada para un cargo en la administración pública.
Por eso están las cosas tan mal, aunque aquí se hayan promulgado los “Sentimientos de la Nación”, y se haya declarado la abolición de la esclavitud, y se haya creado la bandera nacional.
Y si no, que le pregunten a Cuadri.

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