miércoles, 20 de febrero de 2019

ARTÍCULO

Malas enseñanzas
Apolinar Castrejón Marino
Un mito urbano de la sociedad actual es que todos los niños y jóvenes deben estudiar, para que tengan un buen futuro, digamos con independencia y suficiencia.
Decimos que es un mito, porque en el momento de los hechos actuales, las personas consiguen un buen trabajo gracias a sus “influencias” políticas, al compadrazgo y amiguismo, o a la disposición de dinero para comprar una “plaza”.
Por otro lado, es claro cómo, las personas públicas de nuestro país, se expresan oralmente y por escrito, de manera deplorable, haciendo evidente su falta de dominio de la escritura y lectura que se practican en la escuela. Los niños y jóvenes que son testigos involuntarios se preguntan ¿Cómo llegaron ahí?  
Estaremos de acuerdo en que todas las personas deben poseer alguna preparación para ir por la vida. Que deben contar con herramientas y estrategias para salir adelante. Esa es la razón de apren
der destrezas manuales, practicar deportes y aficiones, y experimentar algún oficio.
La educación tiene un papel muy importante, pues provee la estructura intelectual que necesita el individuo para tener una visión real de la vida. En la antigüedad, a los niños y jóvenes se les impartía un grupo de disciplinas que constituían las 3 artes liberales: gramática, retórica y dialéctica.
Esos griegos no se complicaban la vida. El pedagogo era el criado o el esclavo que se encargaba de llevar a los niños y jovenes al gimnasio. El gimnasio era la escuela, donde los niños y jóvenes se encontraban con sus tutores e instructores.
Y también era el centro cultural y social, donde se reunían los hombres prominentes a tratar negocios, los políticos a tratar asuntos de estado, y los militares, aunque nunca hablaban en público de sus estrategias.  
Se consideraba que las personas educadas debían dominar las artes de la  gramática, básicamente la morfología, la sintaxis, la prosodia, y la ortografía. En eso coincide la escuela actual, con la salvedad de que antes aprendían y dominaban en “Tiempo Real” tales artes.
Hoy en día, los alumnos nunca llegan a prender nada, con motivo de que los ministerios de educación de las sociedades contemporáneas se pasan la mayor parte del tiempo haciendo reformas educativas, pactos y acuerdos internacionales, y foros magisteriales, en los cuales discuten como se deben enseñar, gentes que no enseñan, y que nunca han enseñado.
Y también vemos que en todos los niveles, la educación ha sido relegada a un segundo plano.
La edad media europea es considerada una etapa de estancamiento científico e intelectual, a la que unos llaman “La edad del oscurantismo” o la “La era de la fe”. Aun así, en los centros formativos se impartía educación basada en el cuadrivio: Aritmética, música, geometría, y astronomía.
Este conjunto de estudios y prácticas, destinadas a que el alumno desarrollara plenamente sus capacidades, se llamó currículum, término que se utiliza en la actualidad de manera hiperbólica, aunque con frecuencia, de manera errónea. Es aceptable la traducción por currículo, pero decir currícula es un barbarismo.
La educación en México también ha tenido etapas de gran beneficio. Fácilmente podemos recordar la llamada escuela rural mexicana llena de heroísmo, de esos mentores que se iban a los rincones más apartados de la patria, a llevar las luces del alfabeto y de los números a la gente pobre y desposeída.
Y también hubo extraordinarios educadores mexicanos como Justo Sierra Méndez, Rafael Ramírez, Basilio Vadillo, y Ramón G. Bonfil. Lamentamos no poder mencionar las grandes contribuciones de estos, y otros verdaderos maestros, para el engrandecimiento del país.
No menos importante fue la etapa denominada “Educación Socialista” durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, para quien la educación debía combatir la ignorancia, el prejuicio y la superstición, sin mayores objetivos connotativos.
Y la educación femenina durante el virreinato, especialmente en lo relativo a la Cultura letrada dirigida a aquellas mujeres que contaban con los medios económicos, el permiso del padre, para aprender gramática, latín, griego, música y pintura, impartidos por maestros contratados por la familia, o bien en los conventos.
Es más que claro que el ministro de educación a nivel nacional, y los secretarios de educación de los estados, son unos neófitos en materia de educación, pero es más lamentable que ignoren cual es la situación real de los mexicanos, y a partir de esa realidad, pensar en la educación que necesitan ¿O no?

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