jueves, 14 de febrero de 2019

COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
Valioso el acompañamiento y resguardo que ofrecen negocios a chicas y jóvenes en situación de acoso
“No pues no matamos a la gente que está trabajando”, sentenció un presunto sicario a un comerciante del centro de Chilpancingo, añadiendo que “nosotros quitamos a los lacras”; “¿sabías que en la colonia de fulanito venden mariguana y hasta cocaína”, pregunta un joven a otro de manera coloquial; “ya no anden en los billares, porque ahí se hacen los primeros conectes o  jales”, dice un padre de familia preocupado por lo que está ocurriendo en estos días; “tenemos que comunicar
nos más que siempre para llevar a nuestros hijos e hijas al kínder bien agarrados de la mano”, manifiesta una afectada ama de casa a su esposo; “en la calle (Emiliano Zapata) del centro capitalino se quisieron llevar a una muchacha”,  confía un adolescentes de  escuela secundaria a su amigo. Las anteriores frases se repiten de manera permanente en charlas ocasionales, de las que este columnista ha sido testigo, igualmente ocasional, o bien porque así ha ocurrido en mi familia, evidentemente cuidando muchos detalles para no perjudicarla. Como pueden darse cuenta, el tema medular de esas vivencias derivan del fenómeno delictivo que no ha podido ser combatido a plenitud, debido a que sus causas tienen muchas argumentaciones. Cuando de autoridades políticas y policiacas se trata, sus representantes dejan que ese tema se les resbale como un pez con aceite, es decir prefieren soltarlo de inmediato. Sin embargo es responsabilidad en todos los niveles de gobierno, que se diseñen programas que nos permitan adquirir más confianza para poder realizando nuestras labores. La falta de paz, que tampoco se garantiza también es otra forma de violencia de los gobiernos. Por eso es que debe preocupar que esas charlas en escuelas, en el hogar, en las iglesias, demuestren incertidumbre y miedo ante situaciones que bien pueden ser prevenibles y evitables. Y lo que puede ser digno de reconocer es que ante la falta de mejores resultados en el combate a la delincuencia que es una mega hidra de diez mil cabezas, es la sociedad que está actuando, como parte de ese mecanismo de auto-protección que entraña nuestra propia supervivencia, ofreciendo los dueños, propietarios y encargados de negocios brindar cobijo y acompañamiento a mujeres o menores de edad que se sientan vulnerables ante un acoso o una persecución. Uno de esos negocios lo proporciona el “Sanatorio América”, ampliamente identificado por nuestra sociedad de Chilpancingo. Incluso este ofrecimiento que se ha visto multiplicado en las redes digitales sociales, indica la gravedad del problema, y justo es considerar que los propietarios de estos negocios también aporten ese “algo” que nos cause tranquilidad ante este clima de violencia galopante que no tiene dique ni freno.

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