miércoles, 3 de abril de 2019

COLUMNA

De Frente.
Miguel Ángel Mata Mata
Transparencia y rendición de cuentas,
La asignatura pendiente en Guerrero.

Al preguntar cuál es la población que conoce alguna ley que garantice el derecho de acceso a la información pública, por entidad federativa, para el año 2016, según datos estadísticos de INEGI, el estado de Guerrero aparece en el antepenúltimo sitio al respecto, tan solo arriba de Chiapas y Colima.
En Guerrero, 43.1 personas tenían conocimiento de éstos mecanismos de rendición de cuentas, cont
ra 59.7 de Querétaro, cuya entidad encabezaba el primer sitio.
INEGI obtuvo ese porcentaje al calcular, dividiendo el total de personas que conoce o ha escuchado sobre la existencia de una Ley encargada de garantizar el derecho de acceso a la información pública por entidad federativa, entre el total de la población de 18 años y más que habita en áreas urbanas de cien mil habitantes y más de la entidad federativa, multiplicada por 100.
DE LOS FARAÓNICOS INFORMES A LA COYUNTURA DEMOCRÁTICA
Es posible que jóvenes, que ya tienen credencial para votar, desconozcan lo que fue el Día del Presidente.
Ese día, todo se paralizaba. No había clases en las escuelas. Todas las oficinas de gobierno cerraban sus puertas. Restaurantes prendían la tele y colgaban pendones tricolores en sus ventanas, puertas y techos. No se vendía alcohol y las cantinas cerraban. En las plazas públicas se instalaban aparatos de televisión.
¿Para qué o por qué pasaba eso?
En el día que el Presidente de México rendía su anual informe de gobierno, todos estaban obligados a verlo, escucharlo, aplaudirle. Según el personal estilo de cada uno de esos seres de un mundo raro. Donde ellos pisaban, la tierra se convertía en bendita. La fiesta era para Él.
--Él, así, con mayúscula, como se refieren las religiones a Dios.
En ese México divino, no podían faltar las réplicas en cada una de las 32 entidades federativas. Los gobernadores, ¡Sí señor!, replicaban ese día como el Día del Gobernador y, ¡Cómo chingados no!, también los alcaldes de los 2,458 municipios que existen en México repetían, en diminutivo, el Día del Presidentito.
En el Día del Presidente, del gobernador o el alcalde, todo fue abrazos, con sus respectivas tres palmaditas de rigor a la espalda; aplausos, comidas y una fila larga, larga, larga, para saludar al Dios convertido en verbo y hecho carne, al que se podía acceder, por un día, en un acto que se llamó el Besa Manos. Luego la comilona, las chelas y el chayote a los periodistas
Al siguiente día, todos los periódicos publicaban, en su nota principal, llamada la de ocho columnas:
“Conmoción en el país, el Presidente ha estornudado”, con un sumario que rezaba: “Millones escuchan el esplendoroso mensaje del Ciudadano Presidente”.
Lo de Ciudadano era como el sujeto de una oración, que lo convertía en un ser terreno, sin el adverbio que lo elevaba al plan de lo divino.
Ese fue el Día del Presidente.
¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?
Antes fue el Día del Presidente, cuando cada año nos honraban con un informe discrecional que exaltaba la personalidad del gobernante y sometía a los gobernados, al grado de considerarlos súbditos. Hoy es distinto.
Dado que los ciudadanos tienen la facultad para delegar autoridad al gobierno, éste adquiere la responsabilidad de promover el interés general y el pueblo tiene derecho de exigir cuentas a sus representantes.
Algunos autores consideran la rendición de cuentas como un elemento inherente a la democracia representativa porque permite una participación activa y constante de los ciudadanos en la limitación del poder.
Esto permite al gobierno conservar su legitimidad mediante la confianza y la participación ciudadana. Es importante precisar que el fin de esta herramienta no es impedir el uso de la discrecionalidad ni acabar con el poder, sino hacer responsables a los portadores de éste ante quienes se ven afectados por sus decisiones.
De esta forma, la rendición de cuentas es un elemento sustancial para la construcción de una democracia con mayor calidad que al mismo tiempo mejore el desempeño gubernamental
EN GUERRERO
En Guerrero existe la ley 207 de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado. Pero, según estadísticas de un instituto creado para tal fin, pocos lo saben. Mucho menos lo usan.
Según datos de ese organismo, en el año 2016, hubo tan solo 133 solicitudes de información sobre asuntos relacionados con el manejo de recursos públicos en el estado, los ochenta y un municipios, el Congreso Local o el Poder Judicial.
Es decir: se puede preguntar sobre el manejo de recursos en dependencias que manejen dinero público. En todas.
¿Para qué a sirve la famosa ley?
Tan simple como que cualquier ciudadano puede conocer, mediante la internet, en qué, cuándo, cómo, cuándo, dónde, se gasta el dinero que administran los gobiernos.
¿Y cómo lo hace?
Curiosamente, en Guerrero se omite, o hace difícil, el acceso a sus portales de rendición de cuentas. Pasa lo mismo con los ayuntamientos. Son opacos y evitan que los ciudadanos puedan conocer, de primera mano y sin intermediarios, lo que hacen con el maneo de nuestros impuestos.
Por ejemplo: el Congreso Local cuenta con una unidad de acceso a la información y transparencia. Pero es, precisamente, eso: una unidad (de uno) manejada por una persona sentada en un sillón frente a un escritorio, instalado en uno de los pasillos del palacio legislativo.
El resto de los organismos públicos omiten, o hacen difícil, el acceso a la información pública.
 MALA ESTRATEGIA
Pero lo que omiten, en sus portales, es publicado por el Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública y, como todos los gobiernos están obligados a enviar su información a ese instituto, éste los ha hecho puntualmente públicas.
Por ejemplo, en el portal del ayuntamiento de Acapulco, omiten que, por ejemplo, un señor llamado Ricardo Castillo Barrientos, cobra aquí con ese nombre como asesor de la presidente municipal, pero en el portal del INAI aparece con el nombre de Ramón Castillo Barrientos. ¿Por qué? ¡Quién sabe!
O, que el ex presidente municipal de Acapulco, y todo su gabinete, cobraron puntualmente su aguinaldo el mes de diciembre, cuando ya era presidente municipal la magistrada Adela Román Ocampo. 
Le pagaron 57, 470 pesitos constantes y sonantes a Don Evodio, misma cantidad que recibió como salario, doña Adela.
LA AUSENCIA DE CULTURA
Lo que pretenden ocultar los gobiernos locales nos lleva a creer que pretenden tapar el sol con un dedo, o son avestruces gigantes que esconden la cabeza en un agujero, cuando todo mundo les ve el enorme trasero.
Hemos preguntado, por ejemplo:
¿Por qué el ayuntamiento de Acapulco entregó un convenio de publicidad, por 250 mil pesos mensuales, al político Alberto López Rosas, dueño de Diario 17, contra cinco mil que ofrece a otros medios cuya penetración y circulación es miles de veces mayor a la de aquel?
La respuesta, sea cierta o falsa, llegará en veinte días hábiles, lo mismo que la solicitud por saber cuánto cobró como aguinaldo la presidente municipal de Acapulco, el pasado mes de diciembre.
Esas preguntas, como pueden ser otras, corresponden a un ejercicio para comprobar que hoy, a diferencia del tiempo cuando se conmemoraba el Día del Presidente, todos pueden conocer todo lo que quieran de quienes administran los gobiernos.
Así que hoy no es lo mismo que ayer.
Hoy los periódicos pueden publicar: “Conmoción en el país; todos pueden saberlo qué hacen y gastan: el presidente, el gobernador, el presidente municipal, los diputados, los magistrados y muchos etcéteras”.

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