miércoles, 10 de abril de 2019

COLUMNA

DH-1-07-18
Tino Gatica
La facilidad de usar membretes de “prensa” y “periodistas”
En todas las escuelas en todas sus modalidades para los diversos tipos de conocimiento se imparten con obviedad los principios rectores y ejes del bien así como del mal en el entendido de que las escuelas tienen esa virtud que nos permita diferenciarlos, para que en nuestra vida cotidiana desde nuestra familia hasta nuestro entorno social, es decir en donde nos movemos podamos ser garantes de generar condiciones óptimas de armonía. Algunas personas podrán utilizar el conce
pto de “libre albedrío”, que está más adoptado para el asunto del cristianismo o el pensamiento religioso occidental. Y en las escuelas de comunicación, de periodismo, en las facultades de derecho, en las carreras de filosofía, etcétecera, se imparte este concepto que tiene que ver con la deontología. Como tal, les comparto un poco de la importancia de esa palabra, en donde según “Wikipedia”, viene del griego δέον, -οντος déon, -ontos ‘lo que es necesario’, ‘deber’ y -logía ‘conocimiento’, ‘estudio’) es la rama de la ética que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades profesionales, así como el conjunto de deberes relacionados con el ejercicio de una profesión. A su vez, es parte de la filosofía moral dedicada al estudio de las obligaciones o deberes morales. La deontología también es la teoría en ética normativa según la cual existen ciertas acciones que se deben realizar, y otras que no se deben realizar, más allá de las consecuencias positivas o negativas que puedan traer. Es decir, hay ciertos deberes que se deben cumplir más allá de sus consecuencias. Para la deontología las acciones tienen un valor en sí mismas, independiente de la cantidad de bien que puedan producir. De acuerdo con la convicción de que hay acciones buenas o malas en sí mismas, se sigue el deber de realizarlas o de evitarlas. Una acción puede ser moralmente correcta, aunque no produzca la mayor cantidad de bien, porque es justa por sí misma. Sin embargo, las éticas deontológicas se vuelven cada vez más sensibles a la necesidad de considerar las consecuencias globales de las acciones. Si, por ejemplo, mediante una mentira se puede salvar una vida humana, un ético deontológico puede reconocer una ponderación de los resultados de la acción. No obstante, en estos casos, se tienen en cuenta las consecuencias de la acción y no el valor propio de la acción, por lo que queda suspendida la deontología. Y a qué viene tanta palabrería, pues porque en todo el tiempo que llevo manejando el periodismo como una forma de vida, me he podido percatar de que personas sin haber estudiado la carrera de periodismo, o algún diplomado se amparan en un membrete de “prensa” o “periodista” para hacerse pasar por lo que no son, aunque con esas excepciones existen otros trabajadores en la distribución y venta de periódicos que sí pueden ser calificados como periodistas pues llegan a recolectar sucesos en sus cuadernos que les entregan a reporteros o bien a los cuartos de redacción y se considere en los espacios de noticias para determinado medio informativo. Y el otro detalle es que los mismos compañeros y compañeras periodistas pueden acreditar a la persona que sin haber estudiado sí tienen esa experiencia para buscar noticias, procesarlas y entregarlas para su difusión. Lo anterior, porque resulta sumamente sospechoso y preocupante que en ciertas circunstancias para delinquir se usen estas etiquetas, como ocurrió de manera reciente en Xaltianguis. De acuerdo a la profusión de datos, es que personas que se hicieron pasar por “periodistas” dejaron un vehículo en una de las calles de ese pueblo del municipio de Acapulco, se puede considerar que cerca de las oficinas de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), aunque tronó y ese ruido se escuchó en todo Xaltianguis, no provocó ni muertos ni heridos, pero dañó siete autos estacionados en un radio de 40 metros. Además, derribó una pared de tabique de 15 centímetros de grosor y causó afectaciones en fachadas. En el lugar, personal de la Fiscalía Estatal y elementos de la Policía Comunitaria de la UPOEG encontraron indicios de que el artefacto cilíndrico que detonó fue activado a distancia. Llegaron los peritos y cegaron y encontraron otro artefacto que no había detonado, fue detonado a distancia por medio de un teléfono celular, incluso la Fiscalía se llevó el teléfono que estaba adentro”, detalló Ernesto Gallardo Grande, comandante de la Policía comunitaria UPOEG. Y preocupa que se use esto oficio o carrera para hacer mal, pero sin asegurar que hayan sido verdaderos periodistas, por eso es que el gobierno del estado, las autoridades procupadoras de justicia y las ministeriales, sin dejar de lado a las policiacas, es que deben investigar para definir qué ocurrió y quiénes explotaron ese artefacto. Sobre todo para no deslizar que sean periodistas los autores de ese atentado. (Comentarios, pero sin bomba: dacnificados@outlook.es).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.