lunes, 15 de abril de 2019

NOTA CON FOTO

Notre Dame, en llamas
 y las joyas en peligro
La catedral de Notre Dame de París, considerada una joya del gótico europeo y proclamada patrimonio mundial de la Unesco, sufre de un gran incendio que incluso ya derribó la emblemática aguja del templo.
Este monumento recibe alrededor de 13 millones de visitantes al año, pues es, junto a la torre Eiffel, uno de los grandes atractivos de la ciudad. La entrada es gratuita y el gobierno francés destina 2 millones de euros al año para reparaciones.
El edificio se ubica en la isla de la Cité, rodeada del río Sena que cruza por toda la ciudad de París, Francia. Tiene tres puertas de entrada repletas de alegorías: el juicio final (portal central),  la Virgen y el niño (portal derecho) y la muerte de María (portal izquierdo).
En 1991, la Unesco la declaró Patrimonio Mundial, pero su origen se remonta a los años 1160. El obispo de la ciudad Maurice de Sully decidió construir una catedral en el estilo de la época y, respaldado por el rey Luis VII, por los notables y por múltiples corporaciones profesionales, las obras comenzaron tres años después, pero tardaron en finalizar algo más de un siglo, en 1272.
Durante un tiempo fue el edificio cristiano más grande del mundo occidental y símbolo de la riqueza y de la potenc
ia de la capital.
Según los estudios arqueológicos realizados, se encuentra ubicada en el mismo lugar donde anteriormente hubo al menos cuatro edificios religiosos diferentes: una iglesia paleocristiana del siglo IV, una basílica de la época merovingia, una catedral de la carolingia y otra románica que se fue destruyendo conforme se levantaba la actual gótica.
Su historia ha estado estrechamente asociada a la de la ciudad y a la de toda Francia, con algunos momentos que han dejado huella.
En 1793, en una de las fases de mayor anticlericalismo de la Revolución Francesa fue transformada en “Templo de la Razón”.
Años más tarde, fue el lugar escogido por Napoleón para su coronación en diciembre de 1804 como emperador.

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