ARTÍCULO

Gas Pimienta
Juan López
En la frontera norte de México avizora, del otro lado, un destacamento de genízaros, hombres rudos, fríos, alertas y sin escrúpulos, cuya misión es la de impedir a los migrantes consigan llegar a los Estados Unidos de América (USA), para poder obtener allá empleos de la más baja condici
ón, de los cuales ni siquiera los negros de ese país desean ocuparse.
Se aproxima una magna caravana de migrantes. Viene de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Guatemala. El país de la prosperidad al norte es su misión y objetivo. Sin muro-tapia capaz de impedir la concurrencia de los centroamericanos, los vigilantes fronterizos no se acongojan. Están provistos con lo necesario para repeler multitudes: Gas pimienta en sus alforjas y, se saben superiores en equipo y tecnología.
Son varios los elementos disuasivos conque cuentan las fuerzas uniformadas para hacer entrar en razón a quienes, protegidos por su propia aglomeración, osan el asalto de las alambradas situadas como valladar para proteger a su país, escogido por afluencias humanas sedientas, desesperadas y hambrientas. “No pasarán” parece ser el himno de consigna paramilitar en los guardianes yanquis; quienes han logrado mantenerlos a raya, impidiéndoles crucen la línea divisoria.
Preguntita: ¿Sería posible en México?, la policía federal o guardia civil algún día puedan a equiparse con gas pimienta para impedir a vándalos de la CETEC o cualquier otro grupo disolvente destruir y aniquilar instituciones...
Acaba Caminos y Puentes Federales de Ingreso notificar la decisión de la Fiscalía General de la República de integrarles averiguación por diversos delitos a quienes interrumpan el tránsito carretero, tomen casetas de peaje en autopistas y desquicien las vialidades federales. Penas de cárcel hasta de 15 años se anuncian, según la magnitud del daño causado.
En México desde 1968 -masacre de Tlatelolco-, quedó en la conciencia del gobierno no utilizar a los uniformados para someter a vándalos implicados en desórdenes urbanos. Por dicho precedente temen la repetición de tan fatal sarracina.
No se atreve ningún Ayuntamiento de México equipar a su policía preventiva de actuales dispositivos para someter a quienes desafíen el orden y la civilidad: el fantasma del 2 de octubre los paraliza; mientras CETEG y Ayotzinapos y ralea de la peor calaña hacen de las suyas con nuestras ciudades e instituciones públicas.
Es tiempo de saberlo: hay muchos nuevos sistemas para someter a los vándalos sin generar un solo cadáver. Todo es cuestión de voluntad política. La autoridad debe decidir: o es autoridad o monigote de quienes, riéndose la desafían.
PD: “Delito no castigado, se repite”: Máxima jurídica.

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