martes, 11 de junio de 2019

ARTÍCULO

Multiplicación humana
Juan López
La población en el mundo se extiende masivamente por todos los rincones de la tierra. Quizá no exista algo más fácil como procrear y arrojar a la desventura de la vida a nuevos seres inocentes.
El ejemplo fue durante centurias China. Cual conejos se hacinaban en aquel territorio asiático millones de criaturas en una extravagante multiplicación humana. La India no se quedó atrás y pro
nto cantó victoria al alcanzar la suma en su superficie de más de mil millones de habitantes.
Ninguno de los países del Tercer Mundo oteó el factor del crecimiento en los problemas sociales, emparentados con el aumento desordenado de su progenie. Esta lógica no podrá seguir manteniéndose incólume porque el globo terráqueo no crece al ritmo de la gente. Los mares, el aire, la tierra, el oxígeno, la lluvia, el sol, siguen siendo los mismos. Inclusive decaen muchos de estos elementos ante la contaminación e insaciable codicia de la humanidad.
Alimentar a tantos millones de seres humanos constriñe al siguiente criadero: pollos, cerdos, reses, peces y todas las especies degustadas por los carnívoros homínidos: usted y yo. No estamos solos en el planeta. Para nutrir a esta voraz humanidad, hemos primero de dar de comer a muchísimos seres vivientes para luego a su vez convertirlos en el platillo suculento de un gourmet. Para cada individuo natura ha de dotar al hombre de una gran variedad de guisados: desde el arenque descabezado, hasta el taco de tripas, los yogures, las trufas, el faisán de Manchuria y las palomas de Cádiz. Los apriscos ganaderos cifran millones de vaquillas en engorda y para la leche, listas para el mercado mundial. No son seres vivos sino cifras acumulables de riquezas bursátiles.
Mientras, los pueblos expulsores masivos de migrantes no posean ningún control natal ni tengan orden en su patria y tampoco exista un valladar natural de contención como lo tienen Bélgica, Japón y Canadá, donde la natalidad está bajo control desde hace cien años, cualquier esfuerzo por atajar la migración, serán fallidos.
Los manotazos de Donald Trump y la ternurita de López Obrador seguirán siendo una solución ficticia al libertinaje sensorial de las poblaciones del tercer mundo incapacitadas para regular el número de hijos en sus familias.
Según Thomas Malthus el mundo tendría un desenfrenado crecimiento en su población generadora de conflictos, hambre y enfermedades. Mientras el crecimiento de la población se da en forma geométrica, la producción de alimentos aumenta en progresión aritmética. Proponía aplicar un control de la natalidad y confiaba en los factores de regulación natural (guerras y epidemias) pues retardarían la llegada de una crisis total.
PD.- Esta tesis la publicó en Londres en 1803, cuando el único éxodo conocido era la evacuación del pueblo judío de Egipto.

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