ARTÍCULO

Zuriel y la Bruja
Juan López
Para los filósofos griegos la mejor edad para ser un buen gobernante eran los cincuenta años: Plena madurez y calma reflexiva al paso de los acontecimientos. Sensatez probada. Capacidad en el manejo de los asuntos públicos; entendiéndose desde entonces cuál era el secreto para sostener la gobernabilidad de una comunidad. Saber tomar decisiones en beneficio o afectación de un es
tado, no es cuestión de ocurrencias o suerte, sino de certezas del pensamiento y la lucidez.
Quién sabe cuál sería actualmente la impresión de Platón -uno de los principales promotores de la edad madura para ocupar responsabilidades públicas-, si se enterara de la gran cantidad de muchachos encumbrados hoy en el poder social, afanados en el ejercicio de tareas administrativas y jurídicas con resultados frecuentes de condiciones de caos y desastre propiciados por la falta de pericia, carencia de tacto y modos muy poco eficaces para conducir la maquinaria del servicio público. Es decir, por la inexperiencia.
Cierto: El poder es igual a una serpiente: si la sueltas, te muerde. Esta es el escenario donde una dictadura se larva: el autócrata teme hasta de su sombra y cuando el tirano es un tierno jovenzuelo sin otro mérito, sólo el de estar recién salido del cascarón, los traspiés se agrupan, se multiplican y, entonces víctima de su propia fantasía personal, el cachorro sufre convulsiones de vértigo emocional.
Por ello todo es confusión en la Fiscalía General del Estado. A la pobreza moral del titular -Jorge Zuriel de los Santos Barila-, se le agregan impericias y despropósitos propios de quien goza de una exactitud de principiante. Solamente un episodio sirve de ejemplo: adentro del servicio médico forense un delator fotografió el cadáver desnudo de una víctima y lo hizo viral en las redes sociales. María Guadalupe Memije Bazán, La Bruja del Diablo, quien fue torturada y asesinada en Chilpancingo, pasó a ser causa de especulación digital, dada la falta de profesionalismo de quienes operan los servicios médicos forenses, donde la Fiscalía escasea de hermetismo y el jovencísimo Zuriel de los Santos adolece de capacidad y control para mantener la secrecía de las indagaciones.
Volvamos al criterio de los filósofos cuando en Grecia hace veinticinco siglos apelaban a la plenitud de la vida para encargar a hombres maduros y sensatos dirimir la responsabilidad de los quehaceres públicos.
Chamaquillos como el caso aquí comentado tienen que fallar a la hora de presentar resultados. La experiencia no se improvisa y el conocimiento, la intuición, la cordura y el discernimiento se adquieren y se acumulan a lo largo de una trayectoria nutrida, útil y provechosa, de la cual Zuriel de los Santos, carece.
PD: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”: Refrán.

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