martes, 1 de octubre de 2019

ARTÍCULO

Los anarquistas
de Ayotzinapa
Apolinar Castrejón Marino
En la actualidad, todos sabemos qué es un perfil, gracias a las redes tecnológicas. Con la ayuda de los perfiles, podemos saber con quien nos relacionamos, y sin ser psicólogos o sociólogos, tenemos la habilidad de saber cuando, la gente se crea un perfil, a partir de datos falsos.
Un perfil es el conjunto de nuestras características físicas y sociales; nuestras señas personales. Podemos transmitirlo de manera deliberada, como cuando solicitamos un empleo, o a petición de parte, como cuando nos registramos en Facebook.
Pero también tenemos un perfil psicológico, el cual transmitimos de manera espontánea e inconsciente. Este perfil es muy ric
o en información, que denota nuestra conducta y nuestras convicciones.
La gente se interesa en este tipo de perfil porque les proporciona información de qué puede esperar, y como debe comportarse con nosotros. Este perfil psicológico nos hace agradables o repulsivos, a la gente con la que convivimos. Nos ofrecen su confianza, o se apartan de nosotros como si fuésemos animales ponzoñosos.
Hagamos un ejercicio, tomando las más recientes declaraciones de Omar García, un “vocero” de los padres y madres que perdieron a sus hijos, en la Escuela Normal de Ayotzinapa.
En entrevista para Expansión, y sin tortura de por medio, declaró: “Me veo con el perfil de un maestro rural, dando clases en una escuela primaria de la sierra de Guerrero, y tratando de hacer activismo a mi manera, siendo maestro a mi estilo”.
En esta confesión pública, que nos revela la mentalidad de este anti-héroe podemos destacar, en primer lugar el uso del sustantivo “maestro rural” en 2 contextos diferentes. Primero, cuando dice: “…maestro rural, dando clases en una escuela primaria de la sierra de Guerrero”. Y segundo, cuando dice: “…ninguna [escuela] rural me abriría las puertas”.
En ambos casos, suena como un término general, despersonalizado, ubicuo y vacío. En el segundo comentario la falsedad es más clara. Usa un adjetivo como si fuese un sustantivo, con lo cual, la oración pierde completamente su sentido.
Es fácil darse cuenta que Omar García sufre la presión que el mismo se impuso: ser una víctima. Y también se siente comprometido a asumir un rol de ciudadano, humilde pero importante; una especie de apóstol.
Es público y notorio que no estuvo en los hechos de Iguala, y ni siquiera era alumno de Ayotzinapa, lo cual le confiere el rol de “infiltrado”. a pesar de ello, él se asume como perteneciente a esa generación de alumnos, y al referirse a ellos, alterna su relación: a veces como parte de ellos, y en otras, completamente ajeno.
En otra de sus declaraciones dijo que: “…en estas fechas, ellos ya estuvieran marchando por sus plazas, exigiendo que se les dé trabajo, haciendo exámenes para lograr un lugar; los veo en una vida normal junto a sus familias; vivos y libres”.
Omar García, tiene la mentalidad demasiado retorcida, como para estar siempre pensando en la vía violenta para lograr cualquier objetivo, desechando a_priori utilizar los conductos institucionales. Aunque sabe que existen mecanismos para aspirar a un puesto de maestro, le gusta más la vía de la “marchas”.
Otras expresiones que delatan su conducta anarquista, es el mal uso de la profesión de maestro de primaria, utilizándola para adoctrinar a los niños, que se pone de manifiesto cuando describe, como trabajaría: “…en una escuela primaria de la sierra de Guerrero, y tratando de hacer activismo a mi manera, siendo maestro a mi estilo”.
Aquí denota el desconocimiento de las leyes en materia educativa, la cual establece que todos los que se encentren frente a un grupo deben regirse por la Ley General de Educación, que emana del artículo 3° constitucional, y que establece que la educación debe darse conforme a los programas oficiales,  lo cual evita expresamente que alguien enseñe o proceda a su antojo.
Entonces, las expresiones: “...en una escuela primaria, haciendo activismo”, y “…maestro a mi estilo”, es la mayor muestra de anarquía que configuran el delito de adoctrinamiento, y mal uso de los recursos públicos.

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