viernes, 10 de enero de 2020

ARTÍCULO CON FOTO

“La doncella
de Orleáns”

Apolinar Castrejón Marino
¿Y por qué decimos “Como que la Virgen te habla”? se dice que alguien se hace “conejo” haciendo como que ignora algo que se le pregunta. Nada que ver con las voces que decía escuchar la heroína francesa Juana de Arco, que le ordenaban acudir a la guerra  de su país contra los ingleses, pues ella se vistió con una armadura y los atacó fieramente para romper el sitio de la Ciudad de Orleáns.
Es muy difícil de explicar, pero resulta que como en cualquier familia, los nobles de Francia y de Inglaterra se peleaban por los territorios, siendo los reyes de Inglaterra quienes habían consistido más territorios, con el disgusto de los reyes franceses, quienes propiciaron la guerra llam
ada “De los Cien Años”.
Para acabar de complicar las cosas, las dos ramas de la familia real francesa se dividieron en dos facciones: los que apoyaban al duque de Borgoña, y los partidarios de Orlean, cuyo Rey era Carlos VII, delfín de Francia. Ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil, alentados por los ingleses, quienes esperaban que de una vez por todas se mataran.
Los partidarios del duque de Orleans, rechazaron el apoyo de los ingleses, quienes se fueron a hacer su lucha con los borgoñones. Muchas batallas se realizaron a lo largo del territorio francés, en la guerra que duró en realidad 116 años,  y produjo millones de muertos, y la destrucción de casi todo el país.
Y en una de tantas, los borgoñeses, sitiaron a la Ciudad de Orleáns, esperando vencerlos de hambre y sed. Pero en los momentos más difíciles, apareció una heroína que comandaba al ejército francés, y con su valentía e inteligencia militar inaudita, rompió el sitio, haciendo huir a los borgoñeses.
Convertida en una gran “influencer”, aprovechó sus oficios para que Carlos VII de Valois fuese coronado rey de Francia. Como recompensa, el rey eximió a la región de Domrémy de donde era originaria la heroína guerrera, del impuesto anual a la corona.
Juana de Arco se llamaba tan valiente dama. Pero no era guerrera, sino una campesina que había nacido 6 de enero de 1412 un pequeño poblado del departamento de los Vosgos en la región de la Lorena.
Desde luego, que era muy extraño que una mujer de condición humilde, de pronto se convirtiera en mujer de armas, y que derrotara a militares y guerreros curtidos en batallas. Y por menos de eso, la inquisición se propuso juzgarla bajo los cargos de herejía.
En un descuido de su parte, fue capturada por sus enemigos mortales, los borgoñones, quienes para no mancharse las manos, la  entregaron a los ingleses, y estos le enviaron a la inquisición. Durante las sesiones de tortura, quisieron que se declarara poseída por el diablo, pero solo lograron que declarara que desde los 13 años escuchaba voces angelicales que le ordenaban ser buena creyente.
Ya durante el sitio de Orleáns Juana identificó estas voces: se trataba de la voz de santa Catalina de Alejandría y de santa Margarita de Antioquía, las santas más veneradas. Las santas le ordenaban acudir en defensa del Delfín, y ella pensó que nadie le creerían, por lo cual decidió recurrir a Robert de Baudricourt, comandante de la guarnición Armagnac, establecida en Vaucouleurs, un poco al norte de Domrémy.
Así fue, el comandante se burló de las palabras de Juana. Pero como la situación era tan desesperada, decidió probar suerte  y la envío a la guerra, para lo cual tenía que atravesar territorio hostil, defendido por los angloborgoñones, en alianza.
Durante el juicio, los jueces le reprocharon las vestimentas de hombre que había usado la joven durante las batallas. Y ella respondió que había sido por orden de Dios “Todo lo que yo hago es por orden de Nuestro Señor. Si él me ordenara tomar otro hábito yo lo tomaría,”. Los jueces le preguntaron si no fue realmente por orden de Baudricourt, cosa que ella negó rotundamente.
Nada pudo salvar a Juana, que fue quemada viva, el 30 de mayo de 1431, aunque más tarde fue rehabilitada y canonizada como santa Juana de Arco. Su festividad se conmemora el día 30 de mayo, como tradición de la Iglesia católica.

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