viernes, 31 de enero de 2020

COLUMNA

De Frente
Miguel Ángel Mata Mata
¿El avión?
1.
Hace como veinte años tuve un amigo a quien, mis otros amigos, le decían El Avión. ¿Por qué? ¡Sepa!, me respondí a mí mismo. Tal como le dijo a Raúl Velasco uno de los Magallón, cuando le preguntó el significado del Cuararé.
Tardé veinte años en comprender el apodo. No me explicaba la causa, motivo o razón del sobrenombre a un tipo alto, con poco pelo, elegante al vestir y que hablaba como la tarabi
lla, o sea más rápido que la velocidad de la luz.
Tarde, muy tarde, comprendí el misterio del famoso apodo, gracias al gobierno que ha transformado mi entender, al cuarto lustro.
2.
El 15 de enero del 2020, Raymundo Rivapalacio escribió en El Financiero que:  Después de una larga travesía retórica, el avión presidencial TP-01 ‘José María Morelos’ regresará a México, con lo cual se cierran algunos ciclos políticos y se admiten abiertamente –aunque, al no ser parte explícita del discurso quedará soslayado– algunas mentiras del pasado electoral.
La más importante en este rubro es que el avión no costó los siete mil quinientos millones de dólares, como dijo Andrés Manuel López Obrador en uno de sus primeros spots para la campaña presidencial, difundido en YouTube el 26 de marzo de 2018, y la otra, de menor relevancia, es que el hangar presidencial no ha desaparecido.
En términos de acción política, el retorno, por la puerta de atrás, es la demostración de una gestión que fracasó, pero podría –deseo casi utópico– convertir un fiasco en algo positivo para el Presidente y para el país.
3.
Qué hacer con el emblema de la campaña que llevó a un populista de izquierda a la presidencia de México, si el presidente se niega a usar el avión porque, dice, es símbolo de la corrupción y la frivolidad que caracterizó a sus adversarios llamados fifís o conservadores.
Por eso, porque es la corrupción convertida en avión, el presidente lo traerá de regreso y lo rifará usando el método de la Lotería Nacional, es decir, se emitirán series, de veinte cachitos cada una, para que todos puedan comprar uno, de a 500 pesos, y así aspirar a ganarse un pedacito de avión; aunque sea una llanta, un pasamanos o un reflejo en las ventanillas de pasajeros.
Ante el absurdo de la rifa, que ha sacado burlas, risas y risotadas en todo el mundo, la sensata voz de Joaquín López Doriga sugirió: ¿Por qué no usan el avión presidencial para traer de China a los mexicanos que claman por ayuda para huir del coronavirus?
4.
En la foto se ve a Marcelo Ebrard esperando sonriente al tirano de Bolivia, Evo Morales. Le mandó un avión de la Fuerza Aérea Mexicana a rescatarlo de la furia popular que despertó el demagogo al pretender violentar la democracia y erigirse en dictador vía el fraude electoral y la estupidez.
En otra foto se ve a militares mexicanos cargando un féretro. Se trata de la mitad de las cenizas del cantante José José. El sentimiento popular lo quería de regreso en México y, el canciller, mandó un avión militar a Miami a rescatar el polvo enamorado de quien cantó Gavilán o Paloma.  
5.
Al menos 18 mexicanos se encuentran en la zona de riesgo de contagio de coronavirus en China, de ellos cuatro pueden volver a México, sin embargo, la Cancillería señala que “no se justificaría” el enviar un avión por ellos.
“En este momento, a esta hora, no se justificaría que mandáramos una aeronave en este momento, vamos a ver más adelante”, aseguró el canciller Marcelo Ebrard en conferencia.
Solo cuatro de ellos pueden retornar a nuestro país, debido a las restricciones del gobierno de ese país. Ebrard dijo que el gobierno mexicano pedirá ayuda a otros países que sí han mandado aviones para retirar a sus ciudadanos
Entendamos: Sí hay avión para un dictador y las cenizas de un cantante, pero no lo hay para mexicanos en riesgo. La sugerencia de que se vengan de raid es, de plano, aún más hilarante, hiriente y ruin que la rifa misma. 
. ¿Cómo?  ¿Fuimos palomas por querer ser gavilanes?
6.
Mientras la retórica mantiene como el sujeto de sus oraciones al avión, que se fue, que lo traerán, que será rifado, que no se puede mandar a China por los mexicanos, el INEGI anunció que el Producto Interno Bruto, es decir lo que ganamos para nuestros bolsillos cada año, cayó a menos de un punto. Eso no sucedía desde el año 2009.
Los hospitales, sin medicamentos, tienen en jaque al sistema de salud pública, a grado tal, que cientos de niños están en riesgo de muerte porque el planteamiento del gobierno, en éste rubro, dará resultados hasta dentro de seis meses.
El pasado año 2019 fue calificado como el más violento de la historia de México. Más de treinta y cinco mil muertes violentas hablan del fracaso de la política de seguridad pública ofrecida a los mexicanos.
La propuesta del gobierno para atacar las raíces de la violencia, de fortalecer valores familiares y atacar la pobreza de fondo, es correcta, pero ¿por qué abandonar a su suerte a los mexicanos mientras surte efecto la lenta receta aplicada a un moribundo?
Tal vez, cuando el medicamento surta efecto, el país tenga cáncer terminal y nos veremos obligados a recurrir al poeta, Juan de Dios Peza, cuando sugirió en Reír Llorando: “Yo soy Garric, cambiadme la receta”.
7.
 Mi amigo al que apodaban así, no volaba, por eso yo no sabía por qué le decían El Avión. No tenía turbinas ni corría a la velocidad del sonido. Vamos: no tenía diez cajones, como el juego de niños donde brincábamos para coronar en el diez, ni vivía cerca de un aeropuerto ¿Por qué, entonces le decían así?
Hasta el 2020, en éste frío enero, lo he descubierto gracias al gobierno de la cuarta. No le decían El Avión, le decían El Labión. Así, labio en superlativo. El Labión. ¿Por qué?
Por chismoso y mitotero, además de tener labios grandes y gruesos. Era más largo que la costera, como se dice en Acapulco, a quien tiene como regla mentir, evadir su responsabilidad, culpar a otros y buscar excusas a sus constantes errores.
Gracias a Don Marcelo Ebrard y al gobierno de la cuarta, hoy enmiendo un error de apreciación, porque no es lo mismo. No.
NO es lo mismo el avión presidencial que El Labión…  que lo usa para mentirnos. Claro que no.

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