miércoles, 18 de marzo de 2020

ARTÍCULO

Erradicar la violencia es primero
Zoila Elena Solís Hernández.
“Todo abuso de poder es violencia”.
La violencia es “machista” porque pueden. Creen y piensan ser los amos del espacio público y del privado también.
La violencia es “infantil” cuando una autoridad consanguínea te levanta la mano.
La violencia es sexual cuando invaden tu espacio personal e íntimo.
La violencia es psicológica y emocional cuando te humillan, maltratan y menospr
ecian. Te minimizan y no te valoran.
La violencia es patrimonial, cuando te niegan tu derecho a tener.
La violencia es institucional, cuando no se hace trabajo para estructurar desde el sistema que dejes de padecer cualquier tipo de violencia en la sociedad.
Aquí un ejemplo de violencia familiar.
Me entristece mucho que cuando paso en horas de mi trabajo por casas habitaciones escuchar a niños y niñas llorando, madres y padres enojados y con mucho coraje golpeando a sus hijos. Dicen que la “chancla” la palmada, el manotazo, el insulto, los chingadazos son mejores que para no hacer “delincuentes”. ¡¡¡MENTIRA!!!
La violencia infantil deja resentimientos, inseguridades y complejos de por vida, que solo sanan las capacitaciones con otra forma de educar basada en el respeto, la dedicación, el amor, no las basadas en el insulto, el regaño y el golpe. Estos son insultos a la humanidad, tengas la edad que tengas y si es infante mucho más, que reciben agresiones de sus propios padres y seres que según los quieren.
Ayer pasé por un hogar, y escuché un llanto con lamento “no me pegues mamá”, “ yo también te quiero”.
Me acerqué a la puerta y dije si se les ofrecía clorofila (este es mi negocio), con la intención de que los golpes cesaran y el llanto calmara la plegaria al escuchar que alguien más se enteraba de la violencia que ocurría. Quise ayudar desde afuera, pues veía como una figura masculina solo veía como golpeaban al infante.
Esta figura masculina cuando me escuchó se acercó y me dijo: “No, no queremos clorofilas y tampoco estamos contentos y más cuando el niño menor se ha caído”. Miré que sobre una silla a un menor angustiado, quizás de ver el castigo que recibía el hermano o pariente, por su caída. Sufría tal vez igual o se hacía víctima de saber que castigaban al culpable de su raspada.
Lo cierto es que las lecciones a golpes marcan heridas y formas de comportamiento violentas desde la infancia. Marcan diferencias entre hermanos. Celos y envidias.
¿Cuántos niños y niñas formados así en sus hogares?
Es una lástima y no hay defensa para ellos. Ni procuración de justicia y mucho menos educación inicial con amor.
La violencia se engendra en los hogares, con la forma errónea de educar con dominación, es decir te pego, maltrato e insulto para corregirte.
Eso no es amor, es abuso.

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