COLUMNA

Entre la verdad y la ficción.
Jorge Luis Falcón Arévalo*

El misógino.
“La mujer no es más que el hombre imperfecto.”
-Averroes, filósofo y médico andalusí de origen bereber, maestro de filosofía y leyes islámicas-

Envalentonado con las mujeres, en desigualdad de circunstancias López Obrador, las ofende las agrede, las injuria y las deshonra. Esta actitud de la figura presidencia, es una insulto a tod

a mujer mexicana.
Anteponer nimiedades ociosas de un gobierno impotente, disfuncional e ineficiente ante los embates sanguinarios de la delincuencia hacia las mujeres, no es más que agrandar el abismo de la aplicación de la justicia, la intolerancia y la falta de respeto a sus derechos humanos.
La actitud y comportamiento de odio, repulsión y aversión por parte de Andrés Manuel  hacia las mujeres, certifica y expone ante la sociedad mundia,l su misoginia. Su repulsa hacia la mujer pensante, la empoderada, la de estrategias, la solidaria, se ha dado validez en sus constantes peroratas por denigrar el movimiento del 9 de marzo.
La mujer de baja estima, zalamera, servil, populachera, marrullera, lame peje, es la idónea para sus fines aviesos. Esa mujer sin escrúpulos, sin recatos, es la que va conforme a su política. Una grilla lépera y vulgar con conclusiones y desenlaces de mancillar, deshonrar y ultrajar esa figura que por largos milenios, poetas, escritores y pintores han manifestado su admiración y devoción, como expresión biológica de la consecución humana.
Las agresiones físicas, emocionales y psicológicas que ha sufrido la mujer mexicana evidencia su gobierno patriarcal donde se palpa y observa el machismo que en ocasiones se encuentra legitimado por funcionarias, empleadas y representantes populares de Morena; pero además éste se encuentra penado por la ley el maltrato a la mujer.
Los pronunciamientos y señalamientos muy a menudo, del machista López Obrador es un claro ejemplo de ser un misógino. Según los estudios de la psicología y sociología, tras todo misógino hay un hombre inseguro, irresoluto, pacato y timorato. Su inseguridad obviamente es fruto del miedo a perder su posición de poder, añadido por supuesto quizás a un acendrado complejo de inferioridad.
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