sábado, 20 de agosto de 2022

"Fondo de "Apoyo" a los Periodistas"



(Con este texto presento mi modesta aportación a la reflexión colectiva sobre el funcionamiento del dichoso "Fondo de "Apoyo" a los Periodistas" de nuestro glorioso estado de Guerrero. No conozco al señor Sergio Ferrer Martinez, pero considero un oprobio tener que "demostrarle" a él o a cualquier funcionario o instancia de Gobierno que "soy periodista". Celebro, sí, que haya colegas que tengan al menos para sus eventuales gastos funerarios, y para otros apuros, con dinero público, pues este servidor, dedicado como actividad fundamental al oficio que Gabriel García Márquez consideró el más bello del mundo, en el Periodismo empírico desde hace más de cuarenta años, hasta ahora no cuenta ni con cama ni con casa ni con carro, porque la mayor parte de sus ingresos, publicados como forma de transparencia personal y legitimación común, los destina en beneficio del propio gremio y de la sociedad...).

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Crónicas

De fondos para periodistas y chayotes institucionales


Elino Villanueva*

Lo sorprendió tanto su expresión que la cascada trigueña del mascabado se fue de más sobre el té relajante, algo contrario a sus gustos y perjudicial a sus órganos, envejecidos por los linchamientos y las discriminaciones.

“¡Quiero ver a esos jueces! ¡Les voy a partir su mandarina en gajos! Y también al tal señor Sergio Ferrer Martínez. Mire que dejarlo fuera a Usted...”

Cameló en friega su tirada. Por fortuna, estaban solos de este lado, en la terraza del cafetín con olor a componenda, y en la parte interior no había alma alguna, excepto las dos empleadas a cargo en el horario, era temprano.

Las tres mesas de uno y medio por cincuenta sostenían calladas su mudez. Sólo el medio centenar de espadas de San Jorge eran testigos vivos del encuentro.

El Croniquero imploraba en su fuero interno al Jefe mayor, Dios, su único líder en la vida, que no llegara alguna de las chuchas cuereras en Comunicación Estratégica, de esas monsergas de la modernidad superficial, que recalan por aquí todos los días para componer el mundo, golleteando el aromático.

“Me perdona, pero el Fondo de Apoyo a los Periodistas es un vil chayote institucional colectivo, manejado al antojo del Gobierno, y lo peor es que nosotros como gremio lo aceptamos. Cómo es posible que Usted esté fuera de su cobertura...”

Sus greñas locas se mecían en los mechones de un lado a otro. Había sido su alumno en Redacción, menudito él, y aunque nunca pasó de lo elemental, ahora traía a voz en cuello a la menor incitación la guerra de baja intensidad, el Periodismo bajo fuego, y otros disparates fuera de toda proporción, también modernos.

Diarista de esos que se llaman democráticos, fue invitado al reciente foro sobre Libertad de Expresión organizado por el Ejecutivo estatal, con dinero del Fondo de Apoyo a los Periodistas. Por eso le extrañaba que ahora echara pestes en contra del esquema ideado en los noventa del siglo pasado por el gobernador José Francisco Ruiz Massieu para aplacar a los chicos de los medios.

“No me diga qué voy a hacer. Yo lo sé. Voy a buscar a esos jueces del Comité Técnico que deciden las afiliaciones y les voy a echar en cara todo. Para empezar, si es un fondo oficial, legal, que opera con recursos públicos, pero es en beneficio del gremio, ¿por qué su administración y los criterios de selección y pertenencia y las actividades las tiene que organizar el Gobierno? Puesto así, el famoso esquema no es más que un verdadero embute institucional, una forma de sometimiento…”

Por fortuna, no aparecía ningún egregio comunicador, ni empírico ni egresado de las Universidades. Apenas los treinta y seis focos entelarañados y las series navideñas envejecidas del techo de estructura negra y lonas de plástico los escuchaban.

“¿Por qué tiene uno que demostrarle al Gobierno que es periodista? Debe haber un comité imparcial y objetivo que desde el propio medio lleve el seguimiento de la actividad general y no tenga que humillar a los reporteros al pedirles enviar papeles. Eso somete su dignidad. Hay que transparentar quiénes pertenecen al dichoso FAP, la cantidad de recursos que se han dado en créditos, cuánto se ha recuperado y lo que deben aquellos que se hacen de la vista gorda. Saber si se ha beneficiado con casas y dinero a verdaderos periodistas o a vivales aprovechados…”

De plano, quería meter boruca, hacer pancho, enganchar al Croniquero, pero ya se sabe que él no quiere ni busca pleitos, ya han calmado su beligerancia de antaño los linchamientos de sus propios compañeros de trabajo, sus cercanos.

“Y qué es eso de que las “organizaciones” tengan que avalar las solicitudes de afiliación, y que terceras personas analicen la documentación para decidir quiénes son o no periodistas. ¡Qué humillación! Y todos lo consentimos…”

Un maniquí de caderas masculinas perfectas y envidiables presumía un short amarillo en venta, en la tienda de al lado, y otro muñeco sin cabeza, también buenote, mostraba una bermuda negra con cinto al tono, no tan cara.

“¿Cómo es posible que Usted tenga que justificar, a sus años, que es periodista para recibir los beneficios? Que pregunten a Jorge Valdés Reycen, a Miguel Ángel Mata o a Federico Sariñana Valdés, los cronistas grandes del Periodismo en Guerrero, los narradores egregios, si merece o no ser parte de ese Fondo…”

Hasta el anuncio del código en QR para conocer el menú del cafetín se impresionó por la actitud del periodista rebelde, joven al fin, reclamando justicia en favor del Croniquero empírico por su exclusión del dichoso “apoyo” del erario.

“Usted nació casi niño en nuestra instancia madre, la Delegación XVII del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, ahí recibió su primer reconocimiento, y su trabajo no sólo ha sido notorio en Guerrero, sino en el plano nacional…”

Lo bueno es que no había escuchado los audios y mensajes en los cuales el propio coordinador, un tal Sergio Ferrer Martínez, prometió encargarse personalmente de que su expediente se tomara en cuenta, ingresara al fondo, al menos por lástima, ya de viejo, a fin de tener en su familia para los gastos de la sepultura.

“¿Quién es ese tal Ferrer para asumirse juez y señor calificador del trabajo y los merecimientos de un Periodista? Ya quisieran muchos contar su aportación al gremio y a la sociedad. ¿Qué reportero guerrerense ha transparentado sus ingresos y explicado a qué los destina? ¿Quién de entre todos? ¿Qué familia de un trabajador de los medios ha donado su único patrimonio a un espacio de convivencia de sus propios colegas, como el Parque de Educación Ambiental Granja Amojileca Venadario? Es la filosofía altruista del bien común, llevada a la práctica…”

Tampoco se enteró de las promesas de Ferrer para “limpiar” el Fondo, y dejar de beneficiarios a quienes de veras tienen al Periodismo como su actividad principal, pero parece que lo intuyó.

“¿De qué va a limpiar al Fondo ese señor Ferrer? ¿De Usted? Nomás que lo vea le voy a explicar que si trabaja en la Universidad es para asegurar un sueldo, pues en los medios no hay salarios dignos, y que ese salario lo destina precisamente en su mayor parte a la operación del sitio en beneficio de los periodistas guerrerenses, sus familias, y las demás familias del estado, incluso las universitarias. Qué ganas de fregar, de veras, de ir en contra de la lógica, qué injusticia…”

Las colas de lagarto de las jardineras seguían estoicas, pero sorprendidas.

“Usted, junto con otros periodistas viejos que de verdad lo merecen, debieran ser de los primeros en estar afiliados, pero bajo un criterio mínimo de respeto a la dignidad de los comunicadores, no sometiéndolos a los criterios de los gobernantes en turno. Usted nunca ha vivido del chayote, jamás ha traído carros chocolate, no ha sido aviador ni oreja de Gobernación ni matraquero, como otros…”

Las lenguas de suegra, como también se les conoce a las sansevierias, seguían erguidas, pero incrédulas. Lo bueno es que nadie los escuchó. Sí, pues.

*Revista Numeralia del sur.*Cronista, Medioambientalista y Catedrático.

#QuédateEnCasa🏡💙

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