Arturo Ríos Ruiz
CDMX, 15 de sep. 2022.- Tras 300 años de dominio español, los indígenas vivían en pobreza y esclavitud. Los criollos, en restricciones para cargos reservados a los hispanos. Llegaron ideas liberales y la invasión napoleónica a Iberia, creó un ambiente propicio a la rebelión en los criollos educados en territorio colonial.
En 1808, Juan Francisco de Azcárate y Francisco Primo de Verdad, propusieron a las Cortes de Nueva España que mientras la madre patria estuviera ocupada, el virrey asumiera la soberanía. Los peninsulares y el clero advirtieron pasos a la libertad y depusieron al virrey y encarcelaron a los miembros del Ayuntamiento.
Luego, descubierta la rebelión que se planeaba para el 1 de octubre de 1810, el cura Miguel Hidalgo fue alertado en el pueblo de Dolores, llamó al levantamiento de las masas explotando su fe católica, convocando a misa.
Hidalgo no hizo un llamado a la lucha por la independencia, sino contra el mal gobierno virreinal y en defensa del Rey Fernando VII quien estaba prisionero por los franceses que habían invadido España. Fue el 16 de septiembre a las 7 horas.
Después del Grito, el cura, en Atotonilco, tomó al estandarte de la Guadalupana, patrona de los indígenas, como la primera bandera del ejército insurgente a su mando. El 20 de octubre en Charo, Michoacán, José María Morelos y Pavón, se incorporó a Hidalgo y Sería quien mantuviera la lucha en el sur del virreinato.
El 22 de noviembre de 1810 en Guadalajara, Miguel Hidalgo y Costilla emitió el decreto que abolió la esclavitud en la Nueva España. El sacerdote y sus lugartenientes fueron hechos prisioneros y fusilados el 31 de julio de 1811. Del trabajo de Juan C. Mendoza Sánchez. The Washington Post.
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