miércoles, 21 de septiembre de 2022

La Unión Tepito quiso sacarle provecho al #sismo del #19S de 2017.

 



Esta crónica fue publicada originalmente en 2019 como una #NaciónCriminal con

@LuisCardenasMx en  @MVSNoticias

(Antes de empezar, una nota: tardé dos años en publicar esta historia porque quería ser respetuoso con el dolor de las víctimas y no hacer una apología al crimen organizado. Este texto pretende motivar una reflexión sobre cómo el CO aprovecha las crisis).

A las 2:15 de la tarde del 19 de septiembre de 2017, una hora después del terremoto magnitud 7.1 que sacudió a la Ciudad de México, los teléfonos de algunas vecindades en el centro de la capital comenzaron a sonar uno tras otro.

El silencio que se había instaurado en las calles de la ciudad tras los primeros reportes de la tragedia solo era interrumpido por tres sonidos: el murmullo de la televisión, el repiqueteo incesante de las viejos teléfonos fijos y los chiflidos de cuadra a cuadra.

Del otro lado de la línea, líderes de La Unión Tepito reproducían a sus bases el mensaje que les había encomendado Francisco Javier Hernández, alias Pancho Cayagua, jefe máximo de la organización criminal y quien fue asesinado un mes después:



A las 3 de la tarde se llevaría a cabo una reunión urgente y obligatoria para los halcones, narcomenudistas, encargados de puntos de venta de droga y cuidadores de casas de seguridad que operan en el Centro Histórico, Mixcalco, Merced, Tepito y Candelaria.



La cita se llevó a cabo en un casa al fondo de una vecindad en la calle Jesús Carranza. Pronto, un enjambre de jóvenes se presentó a pie y en motocicletas, puntuales a la cita.

Muchos llegaron armados, creyendo aprovecharían la confusión para hacer alguna movida contra enemigos.

La marabunta de muchachos no llamó la atención de la policía, distraída entre escombros y ciudadanos atrapados en edificios derruidos.



A los pocos minutos llegó un aliado de Pancho Cayagua: José Manuel González, "El Pozole".

Dos asistentes a esa reunión contaron a este reportero que de inmediato se anunció que la junta tenía como objetivo saber qué haría La Unión Tepito frente al terremoto.



Alguien propuso llamar a la tropa de Tláhuac y Tlalpan para conformar un doble contingente: rescate y rapiña. Otro sugirió entregar despensas.

Pero ninguna acción se tomó, solo la que "Pozoles" comunicó y que le había llegado del jefe máximo:

“Se suspende andar de culeros”.

La Unión Tepito haría tres cosas.

1. Iniciar una tregua en la guerra por el territorio para ayudar a la población civil;

2. Usar las motocicletas en las que mueven drogas y armas para ponerlas al servicio de brigadistas y damnificados.

y  3. Comprar aguas y bebidas energéticas y entregarlas en las zonas de búsqueda de personas atrapadas, especialmente cercanas al Centro Histórico como la colonia Roma o Condesa.

Nada de anunciar que las bebidas las había comprado la mafia, ordenó "Pozoles".

Todos callados.



Antes de disolver la reunión, "El Pozoles" entregó dinero en efectivo a cada grupito y lanzó una última advertencia: el que desobedezca o se guarde el dinero será tableado.

Y así el enjambre se deshizo y la tropa de La Unión Tepito se lanzó a las calles.

Quien en las horas posteriores al terremoto salió de su casa u oficina para ayudar a los damnificados en el centro de la ciudad recordará el ronrroneo constante de las motocicletas que daban viajes gratis y que ofrecían llevar herramienta de un punto a otro.



Incluso, cuando se desató un rumor en Twitter de que había asaltantes aprovechándose de una ciudad ruinosa y a oscuras, los líderes de La Unión Tepito ordenaron cuidar a los brigadistas y al que se le atrapara asaltando se le llevaría a una casa de seguridad como escarmiento.

Los dos chicos que fueron parte de ese ejército, y que me contaron la historia, reconocen que no fue un movimiento altruista.

En aquel 2017, La Unión Tepito estaba enfrentada con el barrio que juró defender. Las extorsiones les habían quitado el respaldo que alguna vez tuvieron.

Y un grupo contrario a ellos empezaba a ganar terreno en CDMX bajo el nombre de La Anitunión.

Así que Pancho Cayagua y  otros líderes vieron al terremoto como su oportunidad de ponerse un traje de héroes. Movilizaron a su base y presumieron a sus muchachos como socorristas.

Incluso, en días posteriores, organizaron brigadas hacia Morelos y Oaxaca.

 

Agentes de la Policía de Investigación de la Fiscalia CDMX que seguían de cerca sus perfiles en Facebook se sorprendieron: los adolescentes que solían posar con armas y publicar mensajes sobre la mafia...

... de pronto subían imágenes de ellos entregando comida y reconstruyendo comunidades para la gente más pobre.

 

"El barrio apoyando al barrio", decían varias de esas imágenes que estuvieron también en poder de la Policía Cibernética en CDMX.



Aquel 19 de septiembre de 2017 se terminó con una celebración a medio gas en la casa donde se hizo la reunión informativa.

 

Los que no estaban demasiado agotados por cargas cascajo, bebieron y se drogaron. Algunos, cuentan, incluso lloraron.

Semanas más tarde, La Unión Tepito volvió a las andadas. Y la base social que ganó, la perdió con la misma rapidez.

 

Y esos jóvenes que por un breve momento supieron lo que era ser brigadistas, y no criminales, regresaron a extorsionar, secuestrar, amenazar.

Así fue cómo, en palabras de dos testigos, La Unión quiso sacarle provecho al terremoto.

 

Igual que otros grupos criminales han intentado beneficiarse de otras crisis, como la pandemia o desastres naturales en las costas.

 

Nunca es una ayuda desinteresada.



Acá el enlace original a la historia publicada en 

https://mvsnoticias.com/entrevistas/2019/9/25/union-tepito-el-19-s-517448.html @MVSNoticias

 
#QuédateEnCasa🏡💙

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