lunes, 14 de noviembre de 2022

𝗚𝗼𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗛𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮



𝒜𝓇𝓉𝓊𝓇ℴ ℛíℴ𝓈 ℛ𝓊𝒾z


CDMX, a 14 de nov. 2022.- Fue el 11 de noviembre de 1961. En Nuxco, poblado del Distrito de Galeana, sólo había unos techos de casas en ras de suelo o postes de madera que fueron sostenes de viviendas; camiones enterrados y basura eran las criminales huellas del meteoro.

El carpintero Odilón Fernández, luchó con intensidad por su vida, en su casa sólo sintieron un estruendo y toda la familia fue arrastrada por las aguas embravecidas que destruían todo lo que encontraban. Lo salvó una palmera derribada de la que se sujetó y salió frente a una cueva y se protegió.

Estaba desnudo y presa de la incertidumbre; ¿Qué sería de su familia? O ¿quiénes se salvaron de los suyos? - “Odilón, ¿eres tú?- Era inconfundible la voz de Isabel, su esposa volteó como si tuviera un resorte en la cabeza; la mujer que pasó la noche con él. Era su mujer. Corrió desesperado hacia ella, la abrazó y lloraron con emoción musitando el nombre del Creador.

—¡Eres tú Chabe, jamás me imaginé, ¡qué grande es Dios Nuestro Señor ...! ¿Dónde estarán nuestros hijos? -Vamos a buscarlos-. Entre los escombros encontraron ropa mojada que sacaron de la tierra, y se apoyaron para sortear los charcos que quedaban de aquel impetuoso río, del que ahora sólo era una insignificante corriente.

Desde donde se encontraban, descubrieron el puente que había quedado intocable y comprendieron que el río se desvió en su cauce y la corriente sin control se fue al pueblo para devastarlo. El número de ahogados fue espantoso, casi medio pueblo y las casas prácticamente enterradas.

El puente se convirtió en un punto de reunión del pueblo, ahí se vieron todos, Odilón y su esposa Isabel buscaban a sus siete hijos entre la muchedumbre, ella lloraba y preguntaba, pero parecía que nadie la escuchaba. Poco a poco de diversas partes, los hijos fueron llegando y toda la familia se salvó… Mi libro Sobre Las Huellas”.
#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙

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