viernes, 25 de noviembre de 2022

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En nuestra รฉpoca, aรฑos 1950-1960 aproximadamente, la mayorรญa de los pequeรฑos niรฑas y niรฑos, recibimos una educaciรณn desde el hogar y se complementaba en la escuela con la enseรฑanza de los maestros y maestras, incluso de los Directivos. Es mรกs, tal vez hasta de parte de las autoridades regionales como los histรณricos Supervisores que sรญ cumplรญan su funciรณn de manera muy responsables.
Aรบn recuerdo algunos nombres que espero haya oportunidad de tratar ese tema de manera especial.  
El valor del respeto se veรญa demostrado en el comportamiento infantil ante la sociedad, al grado que actualmente se observa una gran diferencia. Ya es difรญcil encontrar el respeto que a nosotros nos heredaron nuestros antepasados. Es muy lamentable.
Aunque se debe reconocer que lo estricto de esa educaciรณn moral, en algunos casos fue exagerado, tambiรฉn se decรญa que “solo asรญ se aprende”. La polรฉmica y el debate al respecto pueden seguir, pero lamentablemente mientras eso sucede, se agravan los                      acontecimientos, y cada dรญa que pasa la violencia y todos los males que afectan a pequeรฑos y jรณvenes, se incrementan. No hay que perder tiempo en discusiones interminables.
Los padres de ahora, parece ser, estรกn rebasados por los hijos. Las autoridades, instituciones defensoras de los Derechos Humanos, las nuevas leyes de equidad de gรฉnero, entre otras razones, al fin parte de una estructura burocrรกtica, poco han logrado hacer para evitar el triste panorama que depara a los pequeรฑos y jรณvenes del siglo XXI.
Recuerdo que, en los hogares de las familias de todas las clases sociales, pero en la mayorรญa las humildes, la madre fue pieza
fundamental en educar a los hijos. El padre por lo regular fue el vigilante de que el pequeรฑo cumpliera lo aprendido en la casa y la escuela. Y si algo fallaba el reclamo fue para la esposa que no educaba bien a los hijos.
Entonces se recurrรญa a los maestros para exigirles castigo a esos niรฑos o niรฑas rebeldes. Fueron varias las frases, y muchas las veces en que algunos padres de familia se presentaban en la escuela a “pedir” severos castigos a quien no “entendiera”, y de esa manera, ya autorizados, los maestros obedecรญan, utilizando aparte de las “regaรฑadas”, los “cinturonazos”, “bejucazos”, “reglazos”, “riatazos”; otros maestros mรกs cumplidos retiraban (sacaban) del salรณn de clase al niรฑo “rebelde”, “inquieto”, “grosero”, “mal educado”, “travieso”,”pelionero” o “juguetรณn”, o simplemente que “no entendรญa”.
Pero el castigo no “paraba” (no terminaba) en solo retirar al alumno del salรณn de clase, faltaba lo mas delicado; a pleno sol, en el centro del patio escolar de “terracerรญa”, se “hincaba” ( arrodillado) el pequeรฑo “cargando” (sosteniendo) una piedra o “tabique” (ladrillo) en cada mano hasta que pasaran mรกs de una hora. En otro tipo de castigo, ya desesperado el maestro o maestra, llegaba al extremo de lanzar cualquier objeto que tuviera a la mano al pequeรฑo problemรกtico. Y fue asรญ como el “borrador” se convirtiรณ en un instrumento de castigo que a la fecha algunos pequeรฑos aรบn conservan sus “sangrantes” heridas en la frente, gracias a la punterรญa del “tirador”. Aunque, finalmente, ahora son brillantes profesionistas y todo ha quedado en el anecdotario, ellos son la muestra y el ejemplo de la temible frase: “la letra con sangre entra”. Por supuesto, son medidas disciplinarias que actualmente casi ya se erradicaron.
Queda a los especialistas de la pedagogรญa y otros profesionales encargados de educar y enseรฑar al llamado “futuro de Mรฉxico”, el reto de alcanzar un aprendizaje sin violencia, pero si con visiรณn exitosa.
Queda el reto a las autoridades federales responsables de la Educaciรณn en Mรฉxico, terminar no solo con las causas del analfabetismo y la ignorancia, aplicando polรญticas pรบblicas certeras y no solo de “ocurrencias”, que sean รบtiles y capaces de forjar autรฉnticos mexicanos, dignos y preparados para seguir aportando su talento. La Generaciรณn del siglo XX ya cumpliรณ, ahora corresponde a las nuevas generaciones hacer lo propio. 
Ya veremos.
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