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A poco que salgamos de nuestra zona de confort y extendamos la mirada por cualquier rincรณn del planeta, observaremos un panorama muy inquietante, con multitud de sufrimientos verdaderamente neurรกlgicos; en parte, debido a esa necesidad de amor que todos necesitamos, para no caer en el desรกnimo. Indudablemente, cada aurora advertimos menos oportunidades para un empleo satisfactorio y digno, lo que estรก causando un espantoso aumento de desigualdad y pobreza como jamรกs. Hay, ademรกs, un claro ahogo de realizaciones que son sumamente preocupantes; no en vano, cada aรฑo, personas de todo el mundo se enfrentan a los devastadores efectos de las inรบtiles contiendas, enfermedades, catรกstrofes y cambio climรกtico, que les obligan a emigrar; y, aunque el Pacto Mundial para la Migraciรณn Segura, Ordenada y Regular brinda la oportunidad e imparte las ubicaciones necesarias para estar a la vanguardia de la movilidad humana, lo cierto es que prolifera por principio una cultura de rechazo, lo que imposibilita el encuentro entre civilizaciones diversas, mรกs inmersas en la apocalipsis nuclear, que en la conjunciรณn de corazones fusionados, por el verso de la lucidez.
Frente a este desbordante cรบmulo de tragedias, que marcan a fuego la vida de tantos desfavorecidos, serรก bueno interrogarse, para centrarnos en una protecciรณn verdaderamente reintegradora, lo que conlleva otro espรญritu distinto al actual, menos alarmista y mรกs cooperante, al menos para poner fin a cualquier enfrentamiento que pueda surgir. Desde luego, el mejor auxilio para aminorar este tormento colosal del que todos podemos ser vรญctimas o verdugos, pasa por mejorar la ayuda humanitaria, sostener y consolidar los derechos sociales y proteger la casa comรบn. Estรก visto que el origen de todos los males es la codicia. Sea como fuere, tampoco podemos continuar con esta avaricia cansina, necesitamos rejuvenecer a un consenso que nos hermane y recrearnos hacia ese ambiente de familia unida, con renovada conciencia y reverdecida voluntad, que es lo que en realidad nos abre a un orbe nuevo mรกs justo y equitativo. Lo que no es de recibo, que haya paรญses con elites poderosas, que se beneficien del desconsuelo ajeno y caminen tan tranquilos, con la impunidad endรฉmica a las espaldas, a lo que hay que sumar el virus del racismo que todo lo discrimina a su antojo.
Tal vez para modificar este ambiente, tengamos que mejorar la confianza entre nosotros y escucharnos mรกs. Realmente, el germen de lo neurรกlgico parte de esa pasividad en el hacer, a pesar de lo inquietante del momento actual. No se trata de esperar a lo que pase, sino en implicarse responsablemente en este proyecto comรบn de vida, que todos tenemos que fraguar con visiรณn de futuro, poniendo en el centro a las personas, con sus rostros inspirados en entendernos y sus rastros de comprensiรณn como horizonte y siempre en guardia permanente. Por otra parte, tambiรฉn es evidente que la solidaridad concreta y la responsabilidad compartida, tanto a nivel de naciones como a nivel global, son indispensables. Al fin y al cabo, hay que entrar en disposiciรณn, no de angustiarse, sino de encontrar la paz consigo mismo, sin abatirnos ni destrozarnos. Bajo este contexto de enemistades, con aluviรณn de hechos feroces, la adopciรณn de la polรญtica conciliadora puede resultar esencial en medio de la creciente polarizaciรณn. Lo importante, a pesar de tantas crueldades vertidas, es no desfallecer, aprendiendo de las enseรฑanzas de la historia, y trabajando por caminar juntos, con una mirada que acaricie y fortalezca, abriendo el corazรณn a la esperanza.
En efecto, de lo espantoso por mucha alarma que nos genere tambiรฉn se marcha, uniendo iniciativas y con espacios para expresarse, desde el respeto y la consideraciรณn hacia todo lo viviente, con la conciencia de que tambiรฉn de las crisis humanitarias se huye, cumpliendo los compromisos y admitiendo de que no hay paz sin desarrollo como tampoco desarrollo sin quietud. Ciertamente, debemos movilizar el poder transformador de los jรณvenes del mundo, pero los mayores tenemos que saber que no podemos permitirnos perder mรกs tiempo, asumiendo obligaciones mรกs firmes y ampliando las mejores prรกcticas ante la multitud de desafรญos complejos a los que tenemos que hacer frente, interconectados para desmontar los estereotipos que nos excluyen y dividen. Es posible, que el mejor cimiento radique en saber sustentarnos uno a otros, en un momento espinoso para toda la humanidad. Sin duda, estamos ante un periodo amargo, creciente de injusticias y con un montรณn de guerras en cualquier esquina del planeta, lo que debe de invitarnos a tomar otra orientaciรณn existencial, a dejar de lado el egoรญsmo, para poder retomar otros caminos mรกs armรณnicos, que es lo que en verdad necesitamos como linaje. No repitamos, pues, la misma versiรณn; de pensar nada mรกs que en nosotros mismos, sin contar con los demรกs.
corcoba@telefonica.net
14 de diciembre de 2022
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