viernes, 13 de enero de 2023

𝗗𝗲 𝗿𝗲𝗱𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀 𝘆 𝗱𝗲𝗯𝗮𝘁𝗲𝘀 𝗮𝗯𝘀𝘂𝗿𝗱𝗼𝘀



ℰ𝓁𝒾𝓃ℴ 𝒱𝒾𝓁𝓁𝒶𝓃𝓊ℯ𝓋𝒶 𝒢ℴ𝓃zá𝓁ℯz


Un pobre venadito, de esos que habitan en la serranía, evidentemente desorientado, tomó un camino confuso que lo llevó a las inmediaciones de la colonia Jardines de Zinnia, al surponiente de nuestra querida y caótica primera capital nacional, en las orillas de la ciudad, justo por donde empieza el camino hacia las Cabañas Tepoxtepec, donde el amigo Alejandro Solano Gonzalez, con su familia y sus vecinos, nos dan un ejemplo serio de lo que se puede hacer para promover el Turismo Alternativo como puntal de progreso en nuestros pueblos del sur.

Un habitante del área observó que el animalito, joven, como entre tres y cuatro años, era atacado por un perro sin dueño aparente que le provocó heridas sangrantes, y después de ahuyentar al atacante hizo justamente lo contrario de lo que de seguro hubieran hecho la mayor parte de personas que estuvieran en su lugar y en esas circunstancias: preocuparse por salvarle la vida. Cuando nosotros anunciamos la apertura de nuestro propio criadero, lo primero que dijeron algunos fue: “¡Ora, venados! ¡Mejor hay que comérnoslos!” .

Lo protegió, como pudo, en lo que le dictó de inmediato su criterio, como persona noble, solidaria, y llamó a Protección Civil. Vinieron los socorristas y se lo llevaron, con la promesa de entregarlo al Zoológico Zoochilpan, para que, con ayuda especializada, es de esperarse, terminaran de salvarle la vida. Pero no: ahí se les murió, porque se deduce que al aplicarle los protocolos de atención a ejemplares de vida silvestre el pobre no resistió: lo más seguro es que ya llevaba demasiada carga de estrés y había perdido mucha sangre.

Lo más grave de todo no es, en sí misma, la muerte del venadito. Dicho por mí, parecería una contradicción, siendo fundador del Parque de Educación Ambiental Granja Amojileca Venadario, al cual destinamos más de la mitad de nuestro sueldo desde hace más de quince años, una familia generosa y solidaria puso a disposición el predio para su operación, y decenas de personas altruistas aportaron su trabajo, lo que permitió consolidarlo como el único sitio en su tipo en el sur del país, con una serie de instalaciones y servicios encaminados a promover la conservación de la Naturaleza y el Turismo sustentable.

Además, también orgullosamente, cerró su ciclo como proyecto universitario con más de un millón de visitantes durante los quince años de vigencia, y estuvo propuesto como la primera empresa universitaria de participación social y privada, aunque nunca se concretó porque la Coordinación de Asuntos Jurídicos de la UAGro Universidad Autónoma de Guerrero, en lugar de “integrar el expediente”, como se nos decía, para definir legalmente el modelo empresarial, lo que estaba integrando era la denuncia penal con la que nos envió a la cárcel como viles delincuentes en 2015, sin ningún escrúpulo, bajo el argumento risible de que nuestros títulos eran falsos.

Sin ninguna duda, ha sido el proyecto de vinculación institucional más exitoso en toda la Historia de la UAGro, por lo menos en su concepto e identidad, como el único espacio alternativo de convivencia familiar y grupal en Chilpancingo en la línea de la Educación Ambiental, de la Recreación Educativa, en el impulso de la idea firme de que Guerrero puede ser el líder nacional del Turismo Alternativo, del Ecoturismo, como elemento detonador de la generación de empleos y riqueza a partir de aprovechar racionalmente los elementos naturales que tenemos de sobra en nuestro territorio.

Lo menos grave es que el venado haya muerto, digo, porque todas las semanas, si no es que todos los días, pero sí con una frecuencia frenética, no uno, sino muchos vecinos en todas las regiones salen a cazar venados de forma ilegal, muchos, cientos de ejemplares, sin consideración, sin valorar lo hermosos y majestuosos que son, además de su carácter emblemático en la cosmovisión de nuestros antepasados. Por eso está declarado en peligro de extinción. Lo más criminal es que se asesinen hembras preñadas, lo cual afecta su ciclo reproductivo, y los responsables todavía platiquen como si fuera un acto heroico, admirable, que le sacaron del vientre a la madre el venadito, ya muerto.

Lo verdaderamente sorprendente, y lo tengo que decir, con todo respeto, es el escándalo absurdo a todas luces que se armó en la página digital de nuestros amigos del periódico Gráfico de Guerrero, a partir de la publicación hecha, se supone, por el señor que lo rescató: “De haber sabido que lo dejarían morir, yo lo hubiera llevado con un buen veterinario”. Un venado así de lastimado y con la cantidad de sangre que perdió es casi seguro que no iba a sobrevivir, eso se lo habría dicho cualquier “buen veterinario”. Pero los “feisbuqueros” se lanzaron duro en contra del director del zoológico Zoochilpan, José Rubén Nava Noriega. De plano lo lapidaron, lo crucificaron públicamente sin ninguna consideración.

La publicación original tiene ¡220 comentarios!, fue “compartida” 325 veces por seguidores de la página, lo que implica más comentarios y más veces compartidas por terceros, y reunió ¡más de mil 600 “likes”! Si sumáramos las participaciones y reacciones y las tradujéramos en tiempo, estaríamos hablando de una cantidad inmensa de derroche de energía e inteligencia humana en un asunto en el cual se expresaron tantos disparates, majaderías, exabruptos, acusaciones y prejuicios que, de verdad, preocupan, sobre todo porque varios fueron hechos por personas respetables de nuestra comunidad, incluso algunas que se proclaman y cobran como defensoras del Medio Ambiente.

Una de las quejas más doloridas y por lo tanto socorridas fue que al pobre venado “le cortaron sus cuernos” ¡y eso contribuyó a que muriera! Para empezar, los venados no tienen “cuernos”, o por lo menos no se les debiera llamar así. “Cuernos” son los de las vacas, que les duran toda su vida. Los de los venados no: son astas, puntas firmes, que las mudan cada año, y si bien surgen de su esqueleto, sólo les sirven durante cada una de las temporadas de celo, en invierno. Entre febrero y abril se les caen completas, no importa lo grande que sean (conforme avanzan en edad, aumenta su número de "puntas"), y en cuanto terminan de crecer, proceso que ocurre entre abril y octubre, cuando las podemos observar afelpadas, con una cubierta como de terciopelo, pierden por completo su sensibilidad, es como si cortáramos nuestras uñas.

El corte de las astas de los venados —y lo subrayo— es elemental en la atención de una emergencia, porque, en efecto, como dicen algunas de las opiniones serias, a un ejemplar de dicha especie no se le puede “amarrar” con “reatas”, porque se azotan y pueden lastimarse ellos mismos, o causar lesiones graves a quien está realizando el manejo. Un venado no es un chivo, un gato, un perro o una vaca. Son animales de vida silvestre, no están domesticados, y por lo tanto no tienen los mismos hábitos de los animales que ya están acostumbrados al contacto con personas. Se les tiene que manejar con sedantes. No se necesita ser especialista para saberlo, sólo tener sentido común. Cortarle las astas no fue incorrecto, por lo contrario, fue una medida acertada de precaución.

Que quede claro que no estoy defendiendo ni al director del Zoológico Zoochilpan, porque no lo conozco, ni a su personal, y si incurrieron en actos de irresponsabilidad en el manejo que evitaron la acción oportuna y adecuada y provocaron la muerte del animalito, deben sancionarse, por supuesto, pero atacarlo de esa manera, exponerlo al escarnio público sin escrúpulos, fue una barbaridad, y todavía lo siguen señalando con publicaciones de autor anónimo, incluso había personas clamando reproducir la publicación. Lo que debió exigirse, de acuerdo con la lógica de los hechos, es que los cuerpos de atención de emergencias estén capacitados y cuenten con el equipo para atender casos de especies de vida silvestre.

No soy experto, aclaro, a pesar de convivir directamente en estos quince años con decenas de venados. Llegué a jugar con ellos, me acerqué a sus astas, coloqué mi cara, sin protección, aprendí con ellos a ser más humano, no actúan con envidia, como algunos que se llaman humanos, son colectivamente solidarios, se “avisan” el peligro, pero igual lloré de impotencia cuando se me llegaron a morir en mis brazos, porque en su Naturaleza, su organismo está “programado” para “desconectarse” cuando son sometidos a fuertes descargas de adrenalina: al no tener vesícula, los sobresaltos afectan su flujo sanguíneo, elevan su presión y les sobrevienen paros cardíacos.

A nadie convienen los linchamientos públicos, la destrucción de prestigios y trayectorias, aprovechando la libertad de expresión, la facilidad de expresar juicios sumarios mediante las redes sociales. Es increíble que nos sumemos colectivamente a destrozar la imagen de alguien con opiniones sin fundamento, como se hacía en la Edad Media, cuando a las mujeres acusadas falsamente de hechiceras se les quemaba vivas en las plazas de los pueblos. Cabe la pregunta: ¿Qué beneficio obtuvimos del debate de este sábado, si a las opiniones respetables, serias, responsables, no se les hizo caso? Frente al número de “likes” de la publicación o de los comentarios de odio, los de las expresiones objetivas son mínimos.

Por lo pronto, y en una decisión muy personal, hemos decidido, también víctimas de otros linchamientos públicos surgidos de los prejuicios y los discursos de odio, curiosamente por parte de algunos de quienes dicen combatir esas conductas, mantener el uso de cubrebocas, aun y cuando las autoridades decidan suspenderlo, en nuestra convicción de que a los ojos de cualquiera no nos sirvieron dos años de encierro por la pandemia de COVID19: volvimos más prejuiciosos y mezquinos, en términos colectivos.

Igual, mantendremos como parte de nuestra imagen personal y profesional, en clases y presentaciones, en calidad de historiador, profesor, escritor, defensor del Medio Ambiente y reportero orgullosamente empírico, la imagen de una soga de ahorcado, en protesta pacífica por los linchamientos de los cuales todos los días son víctimas personas inocentes desde las plataformas, sin escrúpulos, a pesar de que con los avances tecnológicos a la mano debiéramos ser más empáticos, más solidarios, más comprensivos… ¡más humanos!, por la facilidad con que podemos acceder a informarnos adecuadamente de los temas sobre los cuales opinemos.

Sí, pues.

#QuédateEnCasa🏡💙

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