jueves, 23 de marzo de 2023

𝘿𝙚 𝙩𝙚𝙨𝙞𝙨 𝙥𝙡𝙖𝙜𝙞𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙮 𝙚𝙭𝙩𝙧𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙨𝙤𝙘𝙞𝙖𝙡𝙚𝙨

𝘾𝙍Ó𝙉𝙄𝘾𝘼
𝘿𝙚 𝙩𝙚𝙨𝙞𝙨 𝙥𝙡𝙖𝙜𝙞𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙮 𝙚𝙭𝙩𝙧𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙨𝙤𝙘𝙞𝙖𝙡𝙚𝙨
Dr. Elino Villanueva*

Nos conocimos en los tiempos de la miseria aleccionadora, cuando los domingos en que no había servicio en el comedor universitario toda nuestra ración del día era un bolillo relleno de un chile jalapeño en vinagre.
“También nos alcanzaba para una caguama, entre todos, rolada a pico de botella. Así bajábamos el bolillo. Y hasta el bagazo ocupábamos para engañar la tripa —me dijo, cuando empezamos a recordar las anécdotas de hace cuatro décadas—. ¿Cómo le hacíamos para vivir ciento veinte jóvenes, hombres y mujeres, en una casa de apenas ocho cuartos? ¡Nomás en el ocho dormíamos veinte!”
Le iba a mencionar que la dueña de la tienda de la colonia Viguri, donde se ubicaba la Auténtica Casa del Estudiante Guerrerense en que vivíamos, nos tenía tanta lástima y admiración por la riqueza de nuestros sueños frente a la pobreza de nuestra condición, que nos guardaba los restos acumulados del queso que iba quedando de cada corte y rebanada para la venta, y así ponerle algo de sabor a la dieta, pero vi que el rumbo de su plática iba por otro lado.
“Oiga, hermano —me dijo—, vi que entregó a la Rectoría una propuesta para que se investigue si en la Universidad Autónoma de Guerrero existen plagios de tesis...”
“Ajá...?”, le quise cortar la aviada, con el argumento eterno de mis prisas, pero la euforia inicial del reencuentro restaba opción a la grosería.
“¿No cree que va a alborotar el avispero? —me preguntó—. Conozco cada caso...”
“Bueno, yo sólo...”
“Ya sé lo que me va a decir. Que sólo cumple su obligación como universitario, y que además ni le harán caso. Ya pasó más de un mes desde que entregó el oficio, y nadie ha dicho “Esta boca es mía”. No creo que a muchos les convenga. Pero me parece una excelente medida. Imagínese: si ocurre un plagio entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Universidad Nacional Autónoma de México, los espacios en donde tenemos a las personas mejor formadas y con la mayor trayectoria, que aplican los protocolos más estrictos, qué no puede ocurrir en las universidades de provincia, en las que las voces que deciden son las de caciques regionales que imponen su poder sin mayores consideraciones”.
“La verdad es que yo...”, quise atajarlo, cortarlo, no me fuera a comprometer, explicarle que ya no quiero problemas, soy feliz disfrutando mi vejez prematura, acelerada por los linchamientos crueles y cobardes de algunos de mis más cercanos, pero no me dejaba hablar.
“¿La verdad? La verdad es que el caso de la ministra Yazmín Esquivel Mossa, quien plagió su tesis de licenciatura y la de doctorado, refleja el extremo al que llegaron las cosas en nuestra sociedad. Su formación profesional básica, en una licenciatura por la UNAM, es resultado del trabajo de una asesora que revisó ¡quinientas tesis en quince años! ¡Eso ni Supermán! No es de humanos. Lo que observamos es evidencia de que el asunto académico era lo menos importante, sino la práctica de un negocio con las titulaciones, y en nuestra máxima institución académica y de investigación científica del país, una de las de mayor prestigio en el mundo. Así podemos pensar cómo andarán las cosas en otras universidades, incluso la nuestra”.
“Mire, hermano...”
“La cosa se completa con nuestro flamante secretario de Seguridad Pública durante el segundo sexenio del Gobierno del Partido Acción Nacional, Genaro García Luna, el policía ejemplar de la primera administración panista, ahora sentenciado como narcotraficante por tribunales de Estados Unidos. Más allá de la vergüenza, si es que la tienen, y la explicación que nos deben los azules, esos dos ejemplos contundentes, por los niveles en que ocurren y las instituciones que involucran, son reflejo de los extremos sociales a que hemos llegado. ¿Cómo le hicieron la ministra y el secretario para llegar tan lejos, cuántos filtros formales e informales debieron pasar para llegar a sus respectivos cargos al frente de una altísima responsabilidad...”
“Este. Pues, sí...”
“Lo que preocupa más es que lo nieguen, se amparen y recurran a argucias y aleguen inocencia, a pesar de las evidencias. La cuestión va más allá: al terreno de la ética, al cinismo, tanto en su actuar como en su justificación. Si a mí o a usted nos señalaran de algo tan sucio en nuestras familias, en nuestras conciencias, nos obligarían a renunciar y a tirarnos a perder desde los primeros señalamientos, sobre todo si hay argumentos tangibles y no son resultado de un linchamiento vulgar”.
Ni para decirle que aquí y en China el asunto de las conductas se reduce a una cuestión de ética, y que la ética, al ser un concepto, tiene múltiples interpretaciones, todas subjetivas, y cada quien cree que le asiste la razón, se encierra en sus propios argumentos. Los que por lo menos sabemos qué es la ética, claro, porque es evidente que muchos han de pensar que es una golosina que se compra en estanquillos.
Sí, pues.(𝘙𝘦𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘕𝘶𝘮𝘦𝘳𝘢𝘭𝘪𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘳 231*)
#QuédateEnCasa🏡💙

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