viernes, 3 de marzo de 2023

𝗘𝗹 é𝘅𝗶𝘁𝗼 𝘀í 𝗲𝘀 𝗽𝗼𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗮𝗱𝘃𝗲𝗿𝘀𝗶𝗱𝗮𝗱

César González Guerrero.            

No ha sido fácil ser exitoso en la vida. Hay diversas circunstancias que no lo permiten. Se presentan obstáculos de todo tipo que varias veces no se pueden superar.            
Desde nuestro origen estamos marcados para sobrevivir en una sociedad con problemas.
Quienes tienen la fortuna de ser hijos de una familia de clase media, seguramente las carencias no les afectó tanto en su desarrollo personal. Sin embargo, aquellos hombres y mujeres de escasos recursos económicos, como varios paisanos de mi generación, sufrimos las consecuencias de nuestro origen pobre.    
Recuerdo muy bien cómo, después de concluir los estudios de secundaria en Acapulco, en julio de 1970, llegamos a la inmensa ciudad del entonces Distrito Federal, en la calle Primero de Mayo de la Colonia San Pedro de los Pinos, en un modesto departamento con 1 pequeña recamara, 1 salita-comedor, cocina y baño.                
Así fue como ahí, por primera vez, experimentamos la solidaridad de sobrevivir en ese pequeño espacio hasta más de 10 paisanos; sobre todo los
fines de semana que se recibían visitas, tanto de guerrerenses como de otros lugares del país.
No olvido los grandes detalles de Reyes Guerrero +, Fernando Valdés, Protacio Rafaela, Praxedis Rafaela, Félix Coronel, Inés Ventura, mi hermano Javier, Pedro Torres, Felipe Coronel, Gilberto Suastegui para con un servidor. Entre otros que escapan a mi memoria.
La única cama matrimonial era insuficiente para dormir tantas personas sólo se acomodaban quienes llegaban temprano y apartaban su lugar. Los que llegaban más noche buscaban el espacio para dormir a ras de piso, utilizando cualquier cosa que amortiguara su dureza. Quizá una gruesa y vieja "colchoneta" o sucia "colcha". Para soportar el frío siempre fue necesario cubrirse con chamarras y suéteres.        
Así pasamos más de 5 meses "amontonados" pero felices de compartir muchas tristezas y pocas alegrías.        
Porque eso sí, podría faltar todo menos la guitarra que Félix e Inés tocaban en algunos momentos de esparcimiento, acompañados por las hermosas voces que en coro todos los presentes entonábamos.                     
Quienes nos visitaban los días viernes o sábados sabían que disfrutarían, aunque más "apretados", de una inolvidable Bohemia copalteca.        
Fueron tiempos imposibles de borrar ya que nuestras madres, como podían nos hacían llegar cartones repletos de pescado seco, queso seco, huevos, carne seca, carne enchilada, chorizo, plátano, etc. Obviamente no a todos les llegaba y, desde luego, a toda costa trataban de abrir los famosos "velices" que servían para almacenar, con seguridad, dichos alimentos. No siempre les fue bien, ya que se colocaban sus pequeños candados.      
La comida escasa fue motivo de discusiones y hasta "pleitos" que con el tiempo se dejaban atrás. Posiblemente se acuerden Inés Ventura y Fernando Valdés de alguna anécdota de este tipo.      
Así como este ejemplo de compartir las penas de pequeños provincianos de 16 o 17 años, salidos de su tierra en busca del estudio en escuelas del Politécnico, existían de otras poblaciones de Guerrero y entidades del país.                
La experiencia exitosa de este pequeño grupo de copaltecos, nos permite destacar que el esfuerzo de nuestros padres y la solidaridad de nuestros mayores no ha sido en vano.
Por falta de espacio no mencionamos las interesantes anécdotas; en otra oportunidad quizá sea posible. Ya hablaremos de Protacio Rafaela y Fernando Valdés, de Felipe Coronel y Práxedis Rafaela.
Aquí estamos algunos fieles testigos de que nada es imposible cuando se tiene la voluntad y el interés por ser ciudadanos orgullosos de su origen.  
Si se puede.
Si se puede.  
Si se puede.
#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙

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