sábado, 25 de marzo de 2023

𝗣𝗿𝗼𝗱𝘂𝗰𝗰𝗶ó𝗻 𝗰𝗮𝗺𝗽𝗲𝘀𝗶𝗻𝗮 𝘀𝗶𝗻 𝗺𝗲𝗿𝗰𝗮𝗱𝗼 𝘆 𝘀𝗶𝗻 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿

 

 César González Guerrero.          


Una cosa son los discursos, promesas, planes y programas, y otra cosa es la realidad que se vive en el campo. Una cosa es el trabajo burocrático en las oficinas y otra cosa diferente son los hechos.
Quienes hemos experimentado el trabajo de campesino sabemos que, si acaso se han recibido algunos apoyos, estos no han sido suficientes como para que se obtengan utilidades dignas para una familia campesina.      
La experiencia que vivimos durante más de 60 años, nos enseña que el campesino trabaja sólo para sobrevivir o como se dice "para irla pasando". No hay ganancia, menos utilidad que genere ingresos para el ahorro y la inversión.        
Y es que de entrada, un campesino-ejidatario, sólo cuenta con menos de 3 hectáreas de tierra de temporal; sus instrumentos de trabajo son los mismos de siempre, no conocen la tecnología moderna, mucho menos reciben una asesoría efectiva para incrementar su productividad.                       
Si a ello se le suma la falta de agua y los daños que produce el cambio climático; más la falta de mercados y la inestabilidad de los precios de garantía; así como la inseguridad y conflictos causados por la tenencia de la tierra.      
También el burocratismo de las dependecias que tienen la responsabilidad de atender y apoyar al campo y a los campesinos,  quienes en lugar de agilizar trámites promueven el desánimo y desaliento para hacer producir la tierra.       Es muy común observar toda esa serie de problemas que perjudican a la familia campesina.      
Por supuesto que existen minorías que con esfuerzo superan esas adversidades, pero son más los trabajadores del campo que en lugar de ganar pierden.          
Como ejemplo se tiene la producción de coco en casi todo el estado de Guerrero; siendo uno de los primeros productores, y una de las principales actividades económicas, de manera sorpresiva disminuyó el precio de la copra. De 22 pesos que costaba el kilo, a esta fecha su precio es de 9 pesos el kilo.
Y después de más de dos meses de esta baja, no hay autoridades, mucho menos líderes, que eviten esta lamentable situación que sufren miles de familias que viven de la producción coprera.
Eso solo por ejemplificar, pero sucede lo mismo con toda la producción campesina, es decir, el maíz, tamarindo, mango, plátano, papaya, sandía, calabaza, etcétera.      
Si bien es cierto que existe un programa de Sembrando Vida, también es cierto que a esta fecha no funciona y sí perjudica a sus "beneficiarios".  
Si existe alguna autoridad o líder que conozca la crisis del campo, es la hora de exigir más atención y apoyo real al campesino.  
Ya basta de engañar a la clase trabajadora que hace posible producir la tierra para alimentar al pueblo.
Esperamos resultados favorables de las supuestas políticas públicas de apoyo al campo.
Ya veremos.

#QuédateEnCasa🏡💙

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