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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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Hemos de reconocer que, vivir por sรญ mismo, siempre ha sido un gran reto. Todo parte del corazรณn que pongamos. Descubrirlo no es fรกcil. Hay que poner voluntad en el anhelo, para poder conjugar lo viviente, y asรญ luego poder compartirlo. Nada es porque sรญ. Hemos de aprovechar los instantes, antes de que se vayan y no vuelvan, porque aquรญ estamos para un tiempo concreto asignado, que ha de llevarnos a una reconciliaciรณn mรญstica con lo que nos rodea. Fuera divisiones, por consiguiente. Todo se solventa en uniรณn y en unidad. Unos y otros requerimos del alimento necesario, pero tambiรฉn del aliento colectivo para no desmoronarnos. En consecuencia, fuera tensiones, que nada nos distraiga ni nadie nos desoriente, sobre todo a la hora de afrontar los considerables desafรญos de la vida, que se ha hecho para desearla y vivirla en renovaciรณn perpetua.
Es cierto que, jamรกs ninguna รฉpoca viviente, ha sido un sueรฑo sin cruces. Salgamos al encuentro. Disfrutemos del abrazo entre anรกlogos. Reencontrarse y revisar dรญa y noche, nuestra propia hoja de ruta, es tan preciso como necesario. En un mundo de ocho mil millones de personas debe haber continuamente espacio para las oportunidades. Otro mundo ha de ser posible, donde la salud, dignidad y educaciรณn sean derechos y realidades, y no privilegios de unos pocos o promesas vacรญas. Desde luego, en ningรบn rincรณn del hรกbitat estamos a salvo. Tenemos que concienciarnos de llevar a buen tรฉrmino las acciones conjuntas y colaborativas, cooperantes y solidarias, dejando a un lado la insensatez de los intereses mezquinos, para que salgamos todos beneficiados y nadie quede postergado. Sin duda, el precio de la grandeza humana radica en el compromiso contraรญdo, la de ser desprendido. 
Tan importante, por consiguiente, como existir es asistirnos, brindando la experiencia en favor del bien comรบn, en aras del autรฉntico progreso de toda la familia humana. No dejemos que ninguna inรบtil contienda nos distraiga del trabajo pendiente, esa donaciรณn innata que todos requerimos y hemos de ofrecer, para sentirnos realizados y pletรณricos de savia. Ahora que la esperanza de vida de los adultos en el mundo desarrollado ha aumentado desde mediados del siglo XX, nos toca tambiรฉn visibilizar lo invisible, para poder aclarar esos problemas graves que todos llevamos al hombro, tanto individuales como sociales. En cualquier caso, constantemente hay que buscar salidas y no encerrarse, evitando aquello que se opone a nosotros o que hiere la personalidad libre y responsable. En el fondo, el ser humano es el principal responsable de lo que sucede. Ojalรก aprendamos a reprendernos. Serรก un buen avance.
Naturalmente, no hay mejor programa viviente, que aquel que hace justicia y se pone al servicio del ser humano. Con razรณn se dice, o se comenta, que somos dueรฑos de nuestras acciones y juez de nuestros valores; protagonistas, al fin y al cabo, de nuestros andares, sabiendo que colectivamente hemos de edificar un desarrollo que nos armonice hacia una actitud de concordia e ilusiรณn. Por desgracia, tenemos un legado de disturbios que nos dejan sin diรกlogo. El racismo y la xenofobia continรบan arruinando nuestros territorios, como cicatrices que echan a perder el tejido social. A mi juicio, son vitales los esfuerzos colectivos ante la multitud de hechos violentos que a diario se producen, reproduciรฉndose aรบn mรกs ferozmente en lugares con sistemas penitenciarios opresivos que no restablecen ni rehabilitan. Lo significativo es hallarse liberado y en disposiciรณn de desposeerse de lo material, esto se consigue practicando el amor de verdad.
No descartemos la vida jamรกs. Esforcรฉmonos en desvivirnos por vivir con decencia y dejemos a los intrigantes que entonen sus abecedarios, aunque nos desentonen sus palabras. Obremos distinto, eso sรญ. Los horizontes nuevos se abrazan con ternura, no lo olvidemos. Tengamos presente no solo los talentos, tambiรฉn el buen talante, de manera que a ninguno le falte la caricia de una mirada. Serรก saludable darse cuenta, que lo sustancial no es el apego a las cosas, la desconfianza o la sed de poder; sino el compartir, el tener confianza en el otro que es lo que realmente nos imprime tranquilidad y nos da fortaleza para servir; puesto que aquel que no vive para donarse, tampoco acierta a enmendarse. En suma, que la vida no depende de lo que se posee, mรกs bien pende de la capacidad de entrega a los demรกs, con obras que no se olvidan, propias de un hacer para que nazca el ansiado hogar humano.
corcoba@telefonica.net
05 de junio de 2023.-
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