viernes, 22 de diciembre de 2023

𝗩𝗲𝗿𝗮𝗰𝗿𝘂𝘇, 𝗵𝗮𝗰𝗲 𝗰𝗶𝗲𝗻 𝗮ñ𝗼𝘀

Edilberto Nava García

Hace ya cuarenta y seis años permanecí en parte del Estado de Veracruz en diversas tareas sin excluir las de investigación histórica.
 De esto último  bueno es retrotraer, motivado a que localmente se suscitaron dos crímenes que, a primera impresión, carecen de explicación y sustento lógico.
Bien, en esos años de mis recorridos por la más alargada de las entidades de la República, como es de suponer leí algo de historia  y platiqué con gente mayor, sabedora de la historia de aquella entidad que, dicen, podría ser una pequeña nación, como las europeas, ya que cuenta con variados recursos para ello. En ese tiempo, su congreso lo integraban  26 diputado o algo así.
 De esos legisladores había algunos con más de sesenta y cinco años, que rebasaban con mucho la edad del gobernador de entonces, Rafael Hernández Ochoa. El presidente   del Tribunal Superior de Justica era un jurisconsulto mayor.
Escuché pláticas muy interesantes, particularmente relacionadas con el desarrollo y la historia de Veracruz. Al referir las acciones de la lucha campesina, se mencionó que la Confederación Nacional Campesina (CNC) en realidad tuvo base y sustento en la lucha por la tierra de líderes agrarios veracruzanos. En ese periodo del general Álvaro Obregón, gobernaba a los jarochos nada menos que otro militar revolucionario: Adalberto Tejeda Olivares, quien había nacido en 1883. Pues bien, como la tierra se concentraba en pocas manos entre hacendados y ganaderos, hubo periodos en que la lucha se tornó sangrienta. Los potentados contaban con guardias blancas, en otras palabras, con pistoleros a sueldo que actuaban libremente gozando de la protección de los influyentes que les pagaban .
Ese año, 1923 de pronto se desató una ola de crímenes con la apariencia  de la pura casualidad. Sin embargo no era eso, sino que mediante un plan, los ricos enviaron a sus guardias a matar a los líderes agrarios, quienes presionaban para el reparto de la tierra. Habían transcurrido ocho años de la primera ley agraria promulgada  por Carranza precisamente en Veracruz,  pero en los hechos sus resultados en favor de los proletarios era muy exigua. Los  asesinatos se dieron como viruelas locas, una por aquí otros por ahí, por allá y más allá. Pero el gobernador Tejeda se dio perfecta cuenta. Su régimen se colocaba en un punto frágil por ese deterioro o inestabilidad. No fue necesario que los sucesores de los dirigentes asesinados recurrieran al gobierno en solicitud de protección. Recuerdo que un diputado ya de edad,  dijo: El gobernador Adalberto Tejeda se fajó los pantalones. Reunió a los hacendados involucrados en los crímenes para decirles: si muere un dirigente campesino más, mueren ustedes con toda su familia. Soy el gobernador y no seré el hazmerreír de la República. Así prevenidos o condicionados, los hacendados se retiraron, cesando de inmediato aquellos crímenes.
Por ello en Apango, si se piensa con cautela, con cerebro sereno y corazón helado, es lógico intuir que el poder público sabe quiénes son los responsables de los crímenes registrados. Es evidente la omisión por cuanto al deber de proveer de seguridad pública a la población o lo implícito en la complacencia del libre actuar de gente armada. Eso no se había dado en más de medio siglo por esta zona. Sin embargo las condiciones de aquella época en Veracruz eran otras tan distintas a las de hoy  por acá.  Las vías de comunicación terrestre son muchas aunque algunos se quejen de subdesarrollo. El teléfono, la telefonía celular y  particularmente el internet no sólo son facilitadores del comercio y otros bienes, sino también son medios de que se valen quienes optan erróneamente por la vida fácil y atrabancada.
Con todas las justificaciones habidas y por haber, alguien sabe muy bien quiénes deben entrar en acción para garantizar la seguridad de la población en general, pues vivir en zozobra a nadie conviene. 
La humanidad está hecha de carne y hueso por más que algunos cuenten con protección, pues tanto el valor como el temor están diseminados ampliamente sobre la faz de la tierra. 
La intimidación no siempre funciona sobre todo si se topa con tantos peros como los ha habido y continuará habiéndolos.
#QuédateEnCasa🏡💙

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