๐๐น๐ด๐ผ ๐บรก๐ ๐พ๐๐ฒ ๐ฝ๐ฎ๐น๐ฎ๐ฏ๐ฟ๐ฎ๐
๐๐๐ฃ๐ฉ๐๐๐ค ๐๐ค๐ข๐ช๐ฃ๐๐ฉ๐๐ง๐๐ค; ๐ฃ๐ค ๐ฉ๐๐ง๐ง๐๐ฉ๐ค๐ง๐๐๐ก, ๐ฃ๐ ๐๐ ๐ข๐๐ง๐๐๐๐ค
“๐๐ข ๐ค๐ฐ๐ฏ๐ค๐ช๐ญ๐ช๐ข๐ค๐ชรณ๐ฏ ๐ฏ๐ฐ ๐ฆ๐ด ๐ถ๐ฏ ๐ฑ๐ข๐ฑ๐ฆ๐ญ ๐ฒ๐ถ๐ฆ ๐ด๐ฆ ๐ง๐ช๐ณ๐ฎ๐ข, ๐ด๐ช๐ฏ๐ฐ ๐ถ๐ฏ ๐ฑ๐ฐ๐ฆ๐ฎ๐ข ๐ฒ๐ถ๐ฆ ๐ด๐ฆ ๐ท๐ช๐ท๐ฆ ๐บ ๐ด๐ฆ ๐ฐ๐ง๐ณ๐ฆ๐ค๐ฆ ๐ค๐ฐ๐ฎ๐ฑ๐ข๐ณ๐ต๐ช๐ฆ๐ฏ๐ฅ๐ฐ ๐ญ๐ข๐ด ๐ฑ๐ฆ๐ฏ๐ข๐ด”.
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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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Me quedo con sumar fuerzas, jamรกs dividirlas o partirlas por intereses mundanos. Nuestra propia vida es un cรบmulo de sendas comunitarias, donde todos somos necesarios e imprescindibles, para llevar a buen tรฉrmino las tareas encomendadas en funciรณn del bien colectivo. Tรฉngase en cuenta que cada persona tiene la singularidad de brillar con luz propia entre los demรกs, pero su irradiaciรณn complementa y brinda oportunidades. En consecuencia, tambiรฉn la lucha social implica una capacidad de uniรณn y unidad dentro de la diversidad, un espรญritu de universalidad y de aproximaciรณn condescendiente, donde lo que menos debe importarnos es la territorialidad, sino el vรญnculo fraterno y la dignidad de la persona, con lo que esto conlleva de consideraciรณn a los principios y valores naturales. Dilapidar estos dones recibidos es entrar en un proceso de destrucciรณn, que ensombrece nuestra propia identidad humana, dejรกndonos en el desaliento total del abandono.
En efecto, no hay lugar para la idea de individuo desligado del cuerpo social, familiar y grupal. Al presente, tenemos que buscar horizontes de encuentros que cuiden los puntos de arraigo, con diรกlogos sinceros y la mano extendida siempre. Sin duda, es fundamental contar con mรกs asistencia para quienes se desplazan, en particular los grupos vulnerables, ademรกs de ofrecer un mayor apoyo a los paรญses de acogida para la protecciรณn e inclusiรณn de las personas desfavorecidas. Ahora bien, nunca olvidemos que la renovaciรณn comunitaria comienza por el compromiso personal de cada uno, lo que nos demanda un espรญritu cooperante permanente y una vuelta a la esencialidad de la propia vida, para deshacerse de lo que es superfluo y nos oprime. Sรณlo asรญ, podremos sacar la fuerza de una vida nueva, en continuo aprendizaje sea a nivel personal o comunitario, con el activo de la concordia para nosotros mismos y para la sociedad. Creer que ya lo hemos aprendido todo nos hace caer en la soberbia.
Endiosarse es la mayor estupidez. Necesitamos la paz interna, pero tambiรฉn mantenernos vivos. En nuestros dรญas, lamentablemente, suele difundirse un estilo de vida individualista en funciรณn de la competencia de mercado y del mรกximo beneficio. Indudablemente, hemos de cambiar de orientaciรณn; al menos para que cesen el aluviรณn de violencias que nos estรกn adoquinando el รกnimo, asรญ como los maltratos y el exterminio de la Madre tierra. รnicamente el retorno al verso y la palabra, al espรญritu creativo con la humildad de su voz, podrรก apaciguar los encendidos territorios mundanos. Tampoco se pueden seguir violando los derechos humanos. Para empezar, necesitamos que los gobiernos se comprometan con el sentido comunitario para no dejar a nadie atrรกs, volviendo a encaminar al mundo hacia un futuro mรกs armรณnicamente verde, limpio, seguro y justo para todos. Nosotros tambiรฉn, tenemos que habituarnos a la prรกctica cotidiana de la reflexiรณn, a la exploraciรณn de la conciencia, para vigilar nuestros interiores.
Siempre en guardia y en acciรณn. Allรญ donde reina el conflicto o se vierten lรกgrimas inocentes, con riadas de angustia y dolor, nosotros no podemos mรกs que reconocer miserias e inhumanidad. Despertemos el sentido estรฉtico y contemplativo universal, no pongamos muros territoriales entre nosotros, establezcamos renovadas ilusiones que nos estimulen a optar por otro estilo de vida, menos voraz, mรกs sereno, menos endiosado, mรกs respetuoso en suma. Porque mientras mรกs corrompido estรก el corazรณn de la persona, mรกs necesita poseer, endiosarse y derrochar. Trabajemos el pulso del alma, cultivemos el cuidado y el crecimiento de los labios en flor, practiquemos la donaciรณn del sueรฑo y nos despojaremos de tierra, que lo รบnico que hace es enterrarnos en vida. Regresemos a la lรญrica, despojados de poderes y pongรกmonos a servir metรกforas celestes. Vuelva la ternura bucรณlica, a esa mรญstica de interconexiรณn e interdependencia de todo lo creado, y todo serรก mรกs apacible.
Esto no puede dejarnos indiferentes, nos exige a todos un cambio de panorama mundial, con una respuesta especรญfica y valiente, sostenida y sustentada por el gozo de los corazones hermanados. La apuesta es bien clara, precisamos cuanto antes abrazarnos frente al odio fomentado por todos los rincones planetarios. Tenemos que atendernos y entendernos, siendo mรกs poesรญa que poder, sabiendo ademรกs que las verdaderas columnas sociales parten de lo autรฉntico y alzan el vuelo con la libertad. La conciliaciรณn no es un papel que se firma, sino un poema que se vive y se ofrece compartiendo las penas. Por consiguiente, creo que hemos llegado a la pรกgina de los deberes reconciliadores, al llamamiento a una tarea vinculante y necesaria, como la obligaciรณn de respetar los derechos ajenos. Al fin y al cabo, lo importante no es lo que va a pasar en un futuro, sino quรฉ vamos a hacer. Pues, entonces, manos a la obra.
corcoba@telefonica.net
14 de enero de 2024.-
#๐๐ฐ๐ต๐ข๐ฑ๐ฐ๐ณ๐ฒ๐ถ๐ช๐ฆ๐ฏ๐ฒ๐ถ๐ช๐ฆ๐ณ๐ข๐ด๐ณ️
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