martes, 30 de enero de 2024

𝗔𝗹𝗴𝗼 𝗺á𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮𝘀

 
𝘼𝙘𝙤𝙨𝙩𝙪𝙢𝙗𝙧𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙖 𝙡𝙖 𝙤𝙨𝙘𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙
 
“𝘓𝘢𝘴 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦𝘴 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘤𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦, 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘭 𝘥í𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘱𝘶𝘭𝘴𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘺 𝘴𝘶𝘴 𝘱𝘢𝘶𝘴𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘥𝘢. 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘮á𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘰𝘤𝘪𝘳𝘤𝘶𝘪𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘳𝘪𝘵𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘣ú𝘴𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢. 𝘓𝘢 𝘱𝘢𝘻 𝘦𝘴𝘵á 𝘦𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳, 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘢 𝘢𝘳𝘮𝘰𝘯𝘪𝘻𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘤𝘪𝘳𝘤𝘶𝘯𝘥𝘢”.
 


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Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Español
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Hay que alzar la voz y hasta irrumpir en combate anímico contra uno mismo, eso sí como poetas en acción. De entrada, pongamos fundamento en la coherencia, entre el decir y el hacer. No podemos bajar la guardia, ni tampoco cultivar la indiferencia. Me niego, pues, a habituarme a este mundo tenebroso, al que hay que plantar cara ante las fuerzas del odio y la división, con otros abecedarios más del corazón que del cuerpo. Personalmente, hace tiempo que vengo reivindicando, tanto el aprender a reprendernos como el querernos para poder querer a los demás. Sin embargo, la necedad nos gobierna en mayoría y es la causante de todos los males. En todo caso, lo importante es meterse en paciencia, tomar sobre sí esta angustia, pero con la esperanza de que hay salida esplendorosa para todo. Es cuestión de intentarlo, poniéndonos en disposición de explorar otras vías.
Lo último es tirar la toalla o encumbrarnos. En efecto, en lugar de alumbrarnos entre sí, nos hemos endiosado hasta la cúspide o marchamos desolados, costándonos diferenciar el bien del mal. Urge, por consiguiente, que salgamos de esta atmósfera perversa de voces contradictorias, de seducciones ocultas, porque la sensatez se ha ido de nuestro caminar y nos merecemos un tiempo nuevo. Internamente tenemos que clarificarnos, custodiar nuestro propio movimiento para hacer frente a los desafíos vivenciales, reflexionar sobre las inmoralidades y las enterezas, desencadenarnos de aquellos vientos corruptos que nos atrofian y caminar, con la inspiración creativa, hacia sensatos valores que puedan brotar en nosotros, encaminando la floración del discernimiento a nuestros quehaceres cotidianos.
Indudablemente, tenemos que salir de este mundo sombrío cuanto antes. Neguémonos a mantener la boca cerrada ante el cúmulo de aires discriminatorios, no seamos tolerantes con la intolerancia, defendamos con uñas y dientes la dignidad de todos y el espíritu de los derechos humanos. Universalicemos todo esto. A veces la tristeza trata de invadir nuestro innato coraje, para volvernos cómodos y sin ninguna expectativa de cambio. Que sepamos, que todo se puede modificar con paciente responsabilidad y persistencia. En ocasiones, tendremos que comenzar por convencernos a nosotros, de que para vencer los vacíos que nos ocupan y los vicios que nos asolan, precisamos achicar el lago de la decepción y anclar, en nuestro diario de nadador, al optimismo. 
Reencontrarse es fundamental para acentuar más activamente nuestros andares poéticos, que son los que verdaderamente nos elevan hacia otros horizontes, si lo hacemos auténticamente. Hoy más que nunca, tenemos que estar vivos, para poder discernir y estimular la acogida. No se trata de despreciar a nadie y mucho menos de desecharlo, todos somos necesarios e imprescindibles. Sin duda, el sentimiento de obsesión persistente y torturador hacia nuestros semejantes, así como el arrinconamiento a la variedad de cultos y culturas, es el mayor peligro para todos, así como el apartarse de la rectitud. Tomemos conciencia de la realidad que nos pertenece.
Las noches no pueden sacarnos de la noche, para eso tenemos el día con sus pulsos de amor y sus pausas de vida. Nuestra presencia no es más que un persistente cortocircuito de ritmos en permanente búsqueda. La paz está en nuestro interior, que tiene que aprender a armonizarse con aquello que nos circunda. Quizás tengamos que practicar el ser poesía o el ser estrellas en la noche de nuestros acompañantes, para poder sentirnos cercanos y en unión. Tal y como se nos presenta el mundo, hemos de atrevernos a ser distintos, a mostrar otros anhelos que solemos ignorar, como es el testimoniar la belleza del hálito generoso con el servicio permanente a la lucha por la justicia y el bien común.
Esa es la justa reacción de una humanidad que tiene que fraternizarse, sabiendo que nada se consigue individualmente; y, aunque el mundo actual esté lleno de avances, son muy desiguales en los territorios. Luego está la plaga del aislamiento, que aparte de debilitarnos nos expone a dejarnos atormentar, porque todo es más fácil juntos. Olvidamos que cada edad tiene su etapa, su momento de realización, de utopía comunitaria y de comunión fraterna. Al mundo nunca le sirvió, ni tampoco le servirá, la ruptura entre generaciones. Un pueblo, una nación, un orbe en suma, será tanto más luminoso cuánto más horizontes se esclarezcan con opciones dinámicas conjuntas y vinculantes, porque en cada uno de nosotros puede guardarse algún aliento, que sintiéndose con calor de hogar, seguro que se convierte en consuelo e ilusión de verdad.

corcoba@telefonica.net
28 de enero de 2024
#𝘝𝘰𝘵𝘢𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴🗳️

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