martes, 30 de abril de 2024

𝗔𝗹𝗴𝗼 𝗠á𝘀 𝗤𝘂𝗲 𝗣𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮𝘀


 𝙇𝙖 𝙙𝙞𝙥𝙡𝙤𝙢𝙖𝙘𝙞𝙖 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤 𝙚𝙨𝙩𝙞𝙡𝙤 𝙙𝙚 𝙫𝙞𝙙a

 “𝘌𝘭 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘯𝘰𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘢 𝘤𝘶𝘭𝘵𝘪𝘷𝘢𝘳 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘮á𝘴 𝘴𝘦𝘳𝘦𝘯𝘢, 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘴𝘦𝘮𝘦𝘫𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴, 𝘦𝘯 𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘴𝘦 𝘪𝘯𝘫𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘦𝘭 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘢𝘳 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘤𝘶𝘴𝘵𝘰𝘥𝘪𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘭𝘢 𝘳𝘢í𝘻 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘷𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘳𝘦𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢”.
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Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Español
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Tenemos que cambiar de traje vivencial, con una legítima conversión del corazón, que es como se pueden generar procesos de entendimiento. Ahora bien, no se debe imponer nada, todo hemos de proponerlo, porque nadie tiene la verdad absoluta, lo que nos exige una búsqueda incesante de vías justas y humanas, sin obviar los derechos y las responsabilidades que tenemos; ya sea en mayor o en menor medida, cada cual consigo mismo y con los demás, sobre todo a la hora de salvaguardar el bien social. O sea, que nuestra casa común al igual que sus moradores, han de trabajar los aires armónicos, con la mano tendida y extendida siempre hacia sus análogos. Para ello, sin duda, tenemos que hallarnos y comprendernos mutuamente, cuestión cada vez más urgente y decisiva para entrar en diálogo y salir de las contiendas inútiles.
El tacto diplomático nos saca de los problemas y nos invita a la resolución conjunta, oyéndonos desde el respeto y la consideración recíproca. En realidad, lo único que debe importarnos son las cargas, no subirnos a los cargos mundanos del pedestal, que es lo que realmente nos atormenta y deshumaniza. Hay que sustituir a don dinero, por el valor de la auténtica palabra que nace del corazón y por la valía que supone hermanarse. Esto también nos demanda un cambio de actitud, de disposición y de apoyo a un orbe sin fronteras ni frentes, para que en todas partes, se respete la dignidad y se intensifique el intercambio de sonrisas y abrazos positivos, tanto en el seno de las naciones como en su proyección exterior. Ciertamente, todo esto nos pide que tengamos mucho coraje, que abandonemos el conformismo y que nos comprometamos en reencontrarnos unos con otros, para querernos.
Si cada uno de nosotros trabajásemos ese espíritu noble diplomático, de modo discreto pero constante, observaríamos que se pueden modificar muchas situaciones tristes y otras absurdas realidades, ofreciendo una vida diferente, desde luego más humana y también más llevadera. Nos atormentamos con frecuencia entre sí. De entrada, tenemos necesidad de apiñarnos, de sentirnos en unión y en unidad. Para ello, se requiere un compromiso universal en favor de los más desfavorecidos del sistema, que nos desfigura como ciudadanos de bien, hasta envolvernos los andares en la imperiosa pasividad de las piedras, sin sentimiento alguno. Hemos de reconocer, por consiguiente, que nuestra gran tarea pendiente es la de edificar un mundo nuevo, cada día más fraterno y caritativo, que refleje la compasión hacia el débil y la pasión por no adormecernos.
De ahí, la apuesta por salir de la confusión, de la continua falsedad dictatorial, que todo lo tiraniza al antojo del poder, enmascarándolo con un velo de beneficencia interesada. Hemos de despertar, por tanto, diplomáticamente. No son de recibo las violentas represiones contra nadie, como tampoco es compasivo que se recrudezcan las guerras y se maten indefensos sin cesar. En consecuencia, tenemos que plantarnos hábilmente, al menos para reimplantar una nueva esperanza colectiva. El momento nos llama a cultivar otra existencia más serena, menos distante entre semejantes, en hogares donde se injerte el verdadero amor de amar amor, para que pueda custodiarse la raíz de la convivencia con su real consistencia. Seguramente, quizás tengamos que romper la coraza protectora de nuestro egoísmo, si en verdad queremos que la concordia, forme parte de nuestro abecedario viviente. 
En cualquier caso, la paz debe continuar siendo un objetivo prioritario entre nosotros, ya que es un bien irrenunciable e insustituible. El esfuerzo al que todos estamos llamados, es a colaborar y a cooperar con sentido responsable, mediante el lenguaje del alma, o si quieren de la diplomacia, pero que guarden silencio las armas. Naturalmente, a poco que nos adentremos en nuestros espacios exteriores e interiores, notaremos esa falta de conciencia o esa ausencia de voluntad, por ser gentes de talento verídico y de talante humanitario. Sin embargo, el arte de lo posible, no es un imposible más, está sustentado en la firme y constante convicción de que es viable la renovación, con la revolución de una sana escucha y con la sintonía entre las miradas, más que con broncas mutuas, críticas infructuosas o evidencias de dominación. Que la habilidad diplomática, pues, vuelva a nuestras vidas.
corcoba@telefonica.net
28 de abril de 2024.-
#𝘝𝘰𝘵𝘢𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴🗳️

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