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V铆ctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espa帽ol
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Necesitamos mover los corazones en todo el planeta, lo que requiere sensibilidad para entenderlo y derribar muros. Abrazarse unos a otros es vital, como donarse con la consabida sinton铆a mental y que hablen nuestros labios a golpe de pulso. Los latidos contribuir谩n a fecundar los sue帽os y a crecer con los lenguajes de proximidad. Ser谩 el momento, pues, de entrar en di谩logo; sin complejos, porque lo esencial muchas veces es invisible a los ojos mundanos, donde preferentemente suele proliferar el inter茅s comercial. De entrada, comenzar茅 subrayando la s煤plica que me sale de mi propio interior; y, que no es otra, que la petici贸n de fondos y recursos adecuados para atender las crecientes afluencias de los desfavorecidos. Naturalmente, un mayor respaldo financiero y una mayor colaboraci贸n internacional tambi茅n hace falta, con un esp铆ritu de solidaridad global reforzada, centrada en las necesidades de los m谩s pobres y vulnerables.
Nuestro interior, movido a golpe de voluntad, nos expresa lo que es preciso hacer en este orbe globalizado, enzarzado en mil contiendas absurdas, que lo 煤nico que fomentan es la divisi贸n y el enfrentamiento, lo que dificulta enormemente el desarrollo humano integral e integrador, con una beneficencia que tiene que tomar otro abecedario m谩s aut茅ntico, al menos para contribuir a la promoci贸n del dialogo sincero, a la solidaridad real y a la comprensi贸n mutua entre las personas. Para ello se requiere que la decencia y la dignidad de cada ser humano o grupo asociativo, sea respetada y promovida, en virtud de las diferencias, pero siempre desde la 茅tica. Lo que no es de justicia, es el aumento de ciudadanos que ya no tienen ni siquiera lo indispensable para vivir, mientras otros lo derrochan todo, sin importarles que falte peculio suficiente para hacer frente a un programa de seguridad alimenticia mundial. Son esas comparsas sin alma, las que caminan con una s铆stole empedrada, pasivos y con la indiferencia como vocablo.
Se han multiplicado los deseos mezquinos, tanto que nos desbordan por completo, ante el aluvi贸n de miserias y desasosiegos, que nos acompa帽an. Podemos y debemos decidir hacer las cosas de otro modo. Las prioridades deben cambiar. A mi juicio, ser铆a saludable regresar a la est茅tica de un gran coraz贸n: aquel que ning煤n rechazo lo desconsuela y que ninguna inacci贸n lo extingue. En efecto, la vida es un instrumento de muchas cuerdas, pero todos somos necesarios e imprescindibles para hacerlas vibrar; ahora nos toca, aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios p煤blicos de atenci贸n de la salud, la educaci贸n, la vivienda y la protecci贸n de toda vida, sobre todo ante las continuas y persistentes situaciones de conflicto. No olvidemos, que la mejor lucha contra todas nuestras pobrezas es la de dejarnos acompa帽ar, o sea fraternizarnos, que es como se logra un leg铆timo avance sist茅mico, hasta el estado de que combatir el m铆sero ahogo es edificar la concordia.
La ONU reconoce tambi茅n que en t茅rminos de desarrollo, los diversos gobiernos tampoco pueden actuar despoblados. El voluntariado y el altruismo c铆vico desempe帽an un papel decisivo, para aumentar la concienciaci贸n colectiva, eliminando barreras e incrementando la confianza entre nosotros. La cohesi贸n es fundamental para que la humanidad se sienta familia y mejore el sentido de responsabilidad grupal. Qu茅 saludable ser铆a, si pudi茅ramos decir cada cual consigo mismo: tambi茅n nosotros estamos necesitados. Tan solo as铆, lograremos reconocernos realmente y hacernos corporaci贸n. En efecto, nos precisamos entre s铆, aunque s贸lo sea para compartir alegr铆as y tristezas. Las personas realmente grandes, advierto, que tienen una gran congoja por aqu铆 abajo. Madre Teresa de Calcuta, por ejemplo, luch贸 contra la angustia y la pobreza, creando hospicios y residencias como obras de amor, para dar calor humano e injertar bienestar celeste. Realmente, tuvo unas entretelas tan colosales como puras. ¡Imit茅mosla!
corcoba@telefonica.net
01 de septiembre de 2024.
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