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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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Ningรบn ser humano, por si mismo, puede vivir. Necesitamos florecer unidos, ayudados entre sรญ, acogiendo pulsos y recogiendo sentimientos. El enfrentamiento entre anรกlogos es el mayor absurdo humanitario. A diario se destruyen miles de existencias en cualquier parte del mundo, por el afรกn de dominaciรณn entre semejantes, mientras el derecho humanitario ha sido desestimado y dejado de oรญrse. Promover la seguridad es esencial para poner fin a las variadas crisis que nos acorralan, ademรกs de prevenir y detener las guerras familiares, sociales o mundiales; responsabilidad a la que todos estamos llamados, poniendo el alma antes que las armas, pues es imperativo la exigencia de normas que hagan menos inhumanas las operaciones bรฉlicas.  
La visiรณn natural humana y pensante debe inspirarnos a mitigar la ferocidad del estado salvaje, hasta asegurar un continuo y persistente diรกlogo, lo que conlleva la mano extendida siempre, a pesar del aluviรณn de hostilidades que no cesan. A los enemigos hay que volverlos amigos, jamรกs lo dudemos. Nuestra gran tarea pasa por conciliar lo que nos parece irreconciliable. Pongamos empeรฑo, sin la conversiรณn del corazรณn no hay concordia. A la paz sรณlo se llega por el amor de amar amor. Nadie es autosuficiente para nada. Precisamos, con urgencia, asentarnos en un campo de poesรญa y no de batalla. Cada latido, de cada ser humano, forma esa composiciรณn armรณnica que es lo que verdaderamente nos injerta quietud en nuestro mar interior. 
Es el momento oportuno de biografiar otros horizontes mรกs humanitarios, o sea, mรกs estรฉticos y รฉticos en definitiva. Cuando falta la adhesiรณn al orden mรญstico de la realidad, o bien la consideraciรณn hacia nosotros mismos o hacia nuestros semejantes, nadie respeta a nadie y la mentira es lo que nos gobierna. Sus consecuencias son perversas y causan efectos devastadores en la vida de los ciudadanos y de las naciones. El afรกn de poder nos ha triturado las entretelas, hasta el extremo de que, en muchas ocasiones, nos cuesta aguantarnos el posesivo yo y salir con espรญritu donante a compartir sueรฑos. Al fin y al cabo estamos llamados a salvar vidas, como la nuestra lo ha sido, y personalmente he visto a multitud de personas muy, pero muy angustiadas. 
Justamente, son muchos los refugiados que tienen sensaciรณn de desesperanza. Por eso, se impone como un deber colectivo respetar este derecho universal: el de vivir y dejar vivir a las gentes. Pretender imponer a otros con la supremacรญa y el fanatismo opresor, modos y maneras de transitar por la tierra (una tierra que es de todos y de nadie en particular), significa violar la dignidad del ser humano y, en suma, ultrajar el propio espรญritu celeste. A pesar de este aluviรณn de desolaciones, se agrava la situaciรณn aรบn mรกs, por la grave crisis financiera que enfrenta la agencia para los refugiados, empeorada por la reducciรณn de fondos de Estados Unidos, que ha obligado al cierre de programas esenciales de asistencia en todo el planeta. 
Por desgracia, con demasiada frecuencia los migrantes son ignorados. Sin embargo, no hay un muro suficientemente grande que nos impida ver situaciones injustas; nos hemos globalizado y todo estรก al alcance de nuestra mano, ahora nos falta poner nuestra propia pulsaciรณn de poeta en guardia. Recortar fondos para los mรกs necesitados no es algo de lo que se pueda gloriarse nadie, mรกs bien nos exhorta a ponernos en movimiento, para intensificar los quehaceres hacia esas gentes abandonadas, y alentar a todos a trabajar por una humanidad realmente libre y solidaria. Sรณlo, asรญ, se podrรก legar un futuro mรกs sereno y mรกs seguro a las generaciones venideras. Nos toca, pues, arrimar el hombro para favorecer la bรบsqueda de un autรฉntico desarrollo humano integral e integrador de vidas. 

corcoba@telefonica.net
04 de mayo de 2025.
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