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๐™ˆ๐™ž๐™ง๐™–๐™ง ๐™– ๐™…๐™š๐™จรบ๐™จ ๐™˜๐™ง๐™ช๐™˜๐™ž๐™›๐™ž๐™˜๐™–๐™™๐™ค

๐˜Œ๐˜š๐˜›๐˜Œ ๐˜Œ๐˜š ๐˜Œ๐˜“ ๐˜–๐˜™๐˜๐˜Ž๐˜๐˜•๐˜ˆ๐˜“ ๐˜Š๐˜ˆ๐˜”๐˜๐˜•๐˜– ๐˜Œ๐˜Ÿ๐˜๐˜š๐˜›๐˜Œ๐˜•๐˜Š๐˜๐˜ˆL: Por el horizonte de la verdad se llega al espacio de la bondad, al humilde conocimiento de uno mismo, que es lo que nos hace querernos, para poder amar a los demรกs. Los brazos extendidos del Crucificado, que nos acompaรฑan y acompasan siempre, son el tierno abrazo con el que Dios quiere ampararnos. Sรณlo hay que cultivar el apego, que ha de costarnos, para que sea autรฉntico y no un pasatiempo, ni tampoco una tragedia.

 

 

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Aislarse en uno mismo es alejarse,

apartarse y no confiar en el Seรฑor,

elevado en la cruz para acogernos,

y protegernos de la riada de males,

que nos inundan los dรญas de dolor. 

 

Sรณlo Dios nos alumbra las noches

de la vida, nos ilumina las sendas,

nos provee de energรญa en el andar;

esta es la infinita grandeza divina:

jamรกs la coacciรณn, sino el aprecio.

 

El camino de Jesรบs es compasivo,

humanitario, gratuito y universal;

asequible a cualquier figura frรกgil,

a toda llamada suplicante de bien,

postulante de esperanza y caridad.

 

๐—œ๐—œ.- ๐——๐—˜๐—Ÿ ๐—ฆ๐—จ๐—ฃ๐—Ÿ๐—œ๐—–๐—œ๐—ข ๐—•๐—ฅ๐—ข๐—ง๐—” ๐—Ÿ๐—” ๐—”๐—•๐—ฆ๐—ข๐—Ÿ๐—จ๐—–๐—œร“๐—ก

 

La piedad celeste nos salvaguarda,

signo del amor inmenso del Padre,

recuerdo imborrable de esperanza,

pues todos somos deudores de paz,

y necesitamos hallar misericordia.

 

La maldad nos tritura cada aurora,

solos no podemos dejar lo vicioso,

nos hace falta la gracia venerable,

hemos de implorarla para regocijo,

pues es uno de los frutos mรกs vivo.

 

No hay mayor indulgencia que ser,

un ser que acoge el anuncio eterno,

el de la luz de Cristo que nos guรญa, 

como signo de salvaciรณn conjunta,

y como trรกnsito hacia un nuevo sol.

 

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La sana costumbre de santiguarse,

de engendrar la reliquia de la cruz,

para que el perseverante enemigo

huya, pidiendo el auxilio de Dios,

es un modo de recobrar la pureza.

 

Ante los peligros que nos acechan,

uno debe reconocerse y conocerse,

enmendarse en cada pisada que dรฉ,

fraguรกndola de corazรณn a corazรณn,

que es como se transfigura la vida.

 

La cruz es la divinidad del poema,

la rรฉplica de quien es todo perdรณn

y amor, ante la malicia del mundo,

que todo lo corrompe y aprisiona,

lo que nos demanda paciencia y fe.

 

Vรญctor CORCOBA HERRERO

corcoba@telefonica.net

13 de septiembre de 2025.-


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