Brecha digital como desafío ético y estructural del siglo XXI
Araceli Aguilar Salgado
𝗟𝗮 𝗽𝗿𝗼𝗺𝗲𝘀𝗮 𝗶𝗻𝗰𝘂𝗺𝗽𝗹𝗶𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗻𝗲𝗰𝘁𝗶𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘂𝗻𝗶𝘃𝗲𝗿𝘀𝗮𝗹
“𝘓𝘢 𝘵𝘦𝘤𝘯𝘰𝘭𝘰𝘨í𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴í 𝘴𝘰𝘭𝘢 𝘯𝘰 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢. 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘯𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯". 𝘑𝘢𝘯𝘦 𝘎𝘰𝘰𝘥𝘢𝘭𝘭
CHILPANCINGO, GRO., 06 de Septiembre de 2025.--En un mundo donde la digitalización redefine el acceso al conocimiento, la participación ciudadana y la movilidad económica, la persistente brecha digital representa no solo una desigualdad técnica, sino una injusticia estructural. El reciente informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la Comisión de Comunicaciones, Espacio y Tecnología (CST) del Reino de Arabia Saudita revela una cifra monumental: entre 2,6 y 2,8 billones de dólares se requieren para lograr una conectividad significativa y universal para 2030. Esta inversión, aunque colosal, no debe verse como un gasto, sino como una deuda moral con los 2600 millones de personas que aún permanecen excluidas del mundo digital.
𝗜𝗡𝗙𝗥𝗔𝗘𝗦𝗧𝗥𝗨𝗖𝗧𝗨𝗥𝗔: ¿𝗧𝗘𝗖𝗡𝗢𝗟𝗢𝗚Í𝗔 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗤𝗨𝗜É𝗡?
El mayor costo identificado en el informe la expansión de redes de banda ancha para poblaciones desatendidas pone en evidencia una paradoja: la tecnología más avanzada sigue siendo inaccesible para quienes más podrían beneficiarse de ella. La infraestructura digital, que requiere hasta 1,7 billones de dólares, se convierte en un símbolo de exclusión cuando no se acompaña de voluntad política y compromiso ético. Las soluciones propuestas, como redes de fibra óptica, 4G rural y satélites en zonas remotas, son técnicamente viables, pero su implementación exige una visión que priorice la equidad sobre la rentabilidad.
𝗔𝗦𝗘𝗤𝗨𝗜𝗕𝗜𝗟𝗜𝗗𝗔𝗗: 𝗘𝗟 𝗖𝗢𝗦𝗧𝗢 𝗗𝗘 𝗘𝗦𝗧𝗔𝗥 𝗖𝗢𝗡𝗘𝗖𝗧𝗔𝗗𝗢
La asequibilidad, con un costo estimado de 983.000 millones de dólares, plantea una pregunta crítica: ¿de qué sirve la infraestructura si el acceso sigue siendo un privilegio? Reducir el precio de los dispositivos y servicios es esencial, pero no suficiente. La conectividad debe ser vista como un derecho humano, no como un lujo. En este sentido, los países de bajos ingresos donde solo el 27% de la población usa internet requieren subsidios, modelos de negocio inclusivos y políticas fiscales que favorezcan la democratización digital.
𝗛𝗔𝗕𝗜𝗟𝗜𝗗𝗔𝗗𝗘𝗦 𝗗𝗜𝗚𝗜𝗧𝗔𝗟𝗘𝗦: 𝗟𝗔 𝗔𝗟𝗙𝗔𝗕𝗘𝗧𝗜𝗭𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗛𝗘𝗥𝗥𝗔𝗠𝗜𝗘𝗡𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗘𝗠𝗔𝗡𝗖𝗜𝗣𝗔𝗖𝗜Ó𝗡
La inversión en habilidades digitales (152.000 millones de dólares) es quizás la más transformadora de todas. La conectividad sin capacitación es como entregar libros a quienes no saben leer. La alfabetización digital no solo permite el uso efectivo de la tecnología, sino que empodera a las personas para acceder a educación, empleo y participación cívica. Aquí, las escuelas juegan un papel estratégico como portales de inclusión, y deben ser fortalecidas como centros de formación digital comunitaria.
𝗣𝗢𝗟Í𝗧𝗜𝗖𝗔𝗦 𝗬 𝗥𝗘𝗚𝗨𝗟𝗔𝗖𝗜Ó𝗡: 𝗘𝗟 𝗠𝗔𝗥𝗖𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗛𝗔𝗕𝗜𝗟𝗜𝗧𝗔 𝗢 𝗟𝗜𝗠𝗜𝗧𝗔
Con apenas 600 millones de dólares asignados, el ámbito de políticas y regulación parece subestimado en el informe. Sin embargo, es precisamente este marco el que puede acelerar o frenar el progreso. Modernizar las leyes, garantizar la neutralidad de la red, proteger los derechos digitales y fomentar la innovación son tareas urgentes. La colaboración entre gobiernos, empresas tecnológicas y sociedad civil debe ser más que simbólica: debe traducirse en compromisos vinculantes y mecanismos de rendición de cuentas.
𝗖𝗢𝗟𝗔𝗕𝗢𝗥𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗚𝗟𝗢𝗕𝗔𝗟: ¿𝗦𝗢𝗟𝗜𝗗𝗔𝗥𝗜𝗗𝗔𝗗 𝗢 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗔𝗧𝗘𝗚𝗜𝗔?
La UIT llama a una colaboración renovada entre sectores públicos y privados. Pero esta colaboración debe ir más allá del interés económico. Los 46 países menos desarrollados no necesitan caridad digital, sino justicia estructural. La inclusión digital no puede depender de la lógica del mercado; requiere una ética de corresponsabilidad global. Invertir en conectividad es invertir en dignidad, en paz, en desarrollo sostenible.
𝗟𝗔 𝗖𝗢𝗡𝗘𝗖𝗧𝗜𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗗𝗘𝗥𝗘𝗖𝗛𝗢, 𝗡𝗢 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗗𝗘𝗦𝗧𝗜𝗡𝗢
Cerrar la brecha digital no es solo una meta técnica, es una exigencia ética. La conectividad universal debe ser entendida como una herramienta para la equidad, no como una consecuencia del progreso. Si el mundo quiere realmente “conectar a la humanidad”, debe hacerlo con visión, con compromiso y con corazón. Porque en cada rincón sin señal, hay una historia que aún no ha sido contada, una voz que aún no ha sido escuchada, una oportunidad que aún no ha sido dada.
“𝘓𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘤𝘪𝘷𝘪𝘭𝘪𝘻𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘦𝘴 𝘤ó𝘮𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘤𝘦𝘴𝘰 𝘢𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳, 𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘺 𝘢 𝘭𝘢 𝘵𝘦𝘤𝘯𝘰𝘭𝘰𝘨í𝘢". 𝙈𝙪𝙝𝙖𝙢𝙢𝙖𝙙 𝙔𝙪𝙣𝙪𝙨.
*Periodista, E-mail periodistaaaguilar@gmail.com
#𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴𝘔𝘢𝘭𝘺𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴𝘈𝘪𝘳𝘗𝘦𝘰𝘳.
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